Mercedes Solís empezó a trabajar de albañil por necesidad y hoy inspira a otras mujeres

Mercedes Solís empezó a trabajar de albañil por necesidad y hoy inspira a otras mujeres

Cuenta que aprendió el oficio mirando a sus hermanos. Un post en Facebook la hizo conocida hasta en Chile.

AL DETALLE. Minuciosa, Mercedes coloca cerámicos en la mesada. LA GACETA / FOTOS DE DIEGO ARÁOZ.- AL DETALLE. Minuciosa, Mercedes coloca cerámicos en la mesada. LA GACETA / FOTOS DE DIEGO ARÁOZ.-
26 Noviembre 2017

No estaba en sus planes romper estereotipos ni plantar banderas feministas. Demasiado tenía con seis hijos para criar. Fueron las circunstancias, las dificultades económicas, lo que la empujó a ejercer un oficio, hasta ahora, inequívocamente masculino: Mercedes Solís, de 48 años, trabaja de albañil.

Llegó a este punto tras un lento proceso. Nacida en Jujuy, vivía en Buenos Aires junto con la familia que había formado con su marido, Roberto Calderón (56 años). En 2000 vinieron a Tucumán porque a él lo habían traslado en la empresa en la que trabajaba, Telefónica.

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“Compramos un terreno (en Yerba Buena) y empezamos a construir la casa. Claro que la plata alcanzaba justo, y yo quería terminar la construcción. Roberto me dijo: ‘si te animás a ponerlos, yo compro los pisos y los materiales’. Y lo hice, yo coloqué el piso de la casa con ayuda de mi hijo mayor, Alan”, cuenta orgullosa.

Durante años Mercedes había visto trabajar a sus hermanos y a otros familiares, que eran albañiles. “Yo no hacía nada, pero observaba. Y se ve que aprendí”, cuenta risueña.

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En aquel momento todo quedó en familia: algún revoque de paredes, luego la pintura, y en la medida en que podían colaboraban Roberto y los chicos.

Los comienzos

Hace cuatro años, Roberto -que es empalmador de fibra óptica- quedó sin trabajo. El más chico de los hijos, Felipe, solo tenía un año. Fue muy duro.

“Empecé a trabajar en casas de familia -relata Mercedes-, notando que en ellas había algunas cosas rotas. Por ejemplo, un revoque que se había deteriorado, una filtración de agua, cosas así. Y hace tres años me animé a ofrecer mis servicios”.

Así comenzó a posicionarse en su nuevo oficio de albañil. “Algunas personas no me creían que yo sabía hacer esas cosas. Pero otros patrones me dieron la oportunidad, y comencé a poner pisos y a hacer otros arreglos. Al principio lo hacía a escondidas de Roberto. Tenía miedo de que a él no le gustara. Pero cuando le conté recibí todo su apoyo”, describe.

Roberto asiente. “Cuando las mujeres hacen estos trabajos, los hacen mejor que los hombres, porque ellas son más detallistas”, dice sin disimular el orgullo que siente por su esposa.

“Yo me siento muy bien cuando trabajo de albañil. Me gusta ver que puedo arreglar algo, y terminarlo bien. Y que la gente se dé cuenta de que una mujer también puede hacer las cosas que hacen los varones. No hay límites para las mujeres”, sostiene.

Admite, además, que trabajando de albañil gana más que limpiando casas. “Los trabajos de limpieza no se valoran tanto, no se reconocen. Lo que hago como albañil representa un poco más de dinero”, dice.

En estos momentos, Mercedes es el sostén de la familia. Los hijos mayores (Alan, Virginia y Karen) trabajan y colaboran, y los más chicos, Ayrton, Robertino y Felipe, están estudiando.

El reconocimiento

Hasta ahora se venía manejando en un círculo pequeño, entre sus patrones y una que otra persona a la que la recomendaban, pero soñó con más. Entones, Mercedes habló con su hija Karen sobre qué podía hacer. “Como yo vendo cosas a través de Facebook, se me ocurrió que podía poner un aviso por esa vía”, comenta la joven, que está próxima a recibirse de arquitecta.

El sábado 18, Mercedes subió este post: “Soy una mamá que realiza trabajos de albañilería. 3814593388. Denme una oportunidad. Gracias”.

La repercusión fue inmediata. Le llovieron mensajes de todas partes, hasta de México, Colombia y Chile. “Eran mensajes de aliento, que me dieron mucha fuerza. Me decían que yo era una inspiración para las mujeres. Un grupo de maestras me expresó que querían que les enseñara el oficio”, cuenta emocionada, y afirma que no descarta la posibilidad de crear un centro de capacitación.

“Quiero decirles a las mujeres que pueden hacer lo que quieran, trabajar de lo que quieran. Y estoy dispuesta a compartir lo que sé. La verdad es que lo que me está pasando me da mucha más confianza en mí misma. Creo en lo que hago”, dice con firmeza. “En estos días me he vuelto más sabia”, reconoce.

“Me gusta lo que hago, colocar un piso o enduir una pared para que quede prolijita y lista para recibir la pintura...”, describe.

A la vez que pide que le den una oportunidad, Mercedes se está dando a sí misma la oportunidad de generar otra mirada sobre los oficios que hasta ahora dominaban los varones. Y ya no esconde su habilidad de albañil.

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