La vandalización de los bebederos

La vandalización de los bebederos

20 Noviembre 2017

Eran infaltables en muchas plazas y en los parques. No solo servían para calmar la sed, sino también para algunas travesuras adolescentes, especialmente a la salida del colegio, en jornadas muy calurosas. El chorro se convertía en un pequeño bombero que mojaba a los otros, buscando refrescarlos o incomodarlos. Los bebederos parecen haber entrado en extinción, pese al importante servicio que cumplen, La mayoría de los que quedan en pie no funcionan. Algo parecido sucede con las fuentes.

En nuestra edición de ayer dedicamos un amplio informe a los surtidores. La crónica señala que en la vereda del parque 9 de Julio, a lo largo de nueve cuadras de la avenida Soldati, hay unos 10 bebederos distribuidos entre las pistas de salud y los juegos para niños y Por ejemplo, en la plaza Independencia hay solo uno en la esquina de 24 de Septiembre y Congreso, cuyo chorro es débil, mientras que en la Urquiza, solo funciona uno de los dos que posee. En las plazas de barrio Sur, uno de los dos bebederos está la San Martín funciona, igual sucede con la Yrigoyen.

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Según el secretario municipal de Servicio Públicos, el vandalismo es el principal factor de que los bebederos estén inservibles en un buen número. Informó que hay alrededor de un 40% que se repone y que el mantenimiento es permanente. Señaló que se han clausurado varias de las conexiones porque el agua potable que emana de ellos es empleada, por ejemplo, para lavar autos. El subsecretario municipal de Planificación Urbana dijo que cuando se generaliza el uso de los nuevos mobiliarios de las plazas, la vandalización disminuye. Cuenta que eso pasó con las pistas de salud. “Pensamos que debe haber agua en todas partes, sobre todo en los parques, pero hay mucho vandalismo y mal uso. Al principio, a las pistas de salud las rompían porque era algo nuevo. Ahora que las ven en todas partes se acostumbraron a su uso. Esperemos que pase eso con los nuevos bebederos, cuyo diseño se ha adaptado a las modernas concepciones de los espacios públicos”, afirmó.

Un urbanista opinó que los bebederos deberían tener un diseño antivandálico y una serie de cuidados para la intemperie, porque hay algunos que son frágiles para el uso público y no soportan el paso del tiempo. “La ciudad necesita este tipo de equipamientos para la gente que hace ejercicios, para los que caminan, para las familias, porque nuestro clima lo exige. Asociaría ese elemento a lo que representa la sombra: nos ofrecen frescura en la ciudad... no tienen que estar ocultos, sino a la vista de todo el mundo, para que el que lo necesite lo vea, lo use y ejerza la presión del control público”, manifestó el catedrático.

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El hecho de que personas desaprensivas se dediquen a destruir el mobiliario urbano, podría contrarrestarse de algún modo con vigilancia. Sería más efectivo, aunque a largo plazo, apostar a la educación. Por ejemplo, los maestros podrían llevar a los alumnos a realizar un reconocimiento de la plaza de su barrio, inculcarles que ellos sean los principales cuidadores de los juegos, los bancos, los árboles, a través de distintas tareas educativas. Y si se involucra a los padres en esta experiencia, será incluso mucho más positivo. Posiblemente crecerán con un sentido de pertenencia a su barrio, porque sentirán que todo lo público que allí hay es también propiedad de ellos.

Hay que sembrar en la infancia. A más educación, menos vandalismo, y mayor cariño por el lugar donde se vive.

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