Se avecina un nuevo conflicto con la Casa Sucar

Se avecina un nuevo conflicto con la Casa Sucar

Cuando el conflicto parecía haberse extinguido y la ciudad estaba contenta porque se había logrado preservar una casa de valor arquitectónico de poco menos de un siglo, tras una larga lucha ciudadana, un nuevo problema se asoma. La Casa Sucar, ubicada en Salta 532, adquirida por la Municipalidad de San Miguel de Tucumán, ha vuelto a ser eje de una discusión patrimonial. La sombra de un futuro edificio de 18 pisos amenaza con eclipsarla.

Integrantes del Instituto de Historia y Patrimonio de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la UNT le enviaron una nota al presidente del Concejo Deliberante para reclamarle la demora en el tratamiento del proyecto de ordenanza atenta contra la preservación del patrimonio de la ciudad, frente al avance veloz de nuevos emprendimientos inmobiliarios. Destacan la importancia de sancionar la esta ordenanza, que prevé declarar de Interés Municipal al sector urbano correspondiente al área especial del Código de Planeamiento comprendido entre las calles Santiago del Estero y avenida Sarmiento.

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Una concejala admitió que el Concejo está en mora respecto de esta iniciativa y señaló que el marco de la revalorización se solicitó en marzo pasado la modificación del artículo 41 del Código de Planeamiento Urbano para que se preservara la zona que va a ser destinada a paseo urbano y se protegieran las tres casas que forman el conjunto y no se permitan edificios en altura. La Dirección de Planeamiento Urbanística y Ambiental del municipio fue la autora de la iniciativa, que surgió del consenso con las universidades, el Colegio de Arquitectos y miembros de organizaciones civiles.

Por otro lado, la Dirección de Catastro de la Municipalidad le confirmó a nuestro diario que hace aproximadamente un mes se otorgó el permiso de demolición (B16443) para una de las viviendas contiguas a la casa Sucar, propiedad de la constructora Avanco.

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Esta nueva situación de conflicto que se avecina pone de relieve la escasa conciencia de la preservación del patrimonio cultural de una buena parte de la clase dirigente. Mientras hay comunidades orgullosas de su idiosincrasia y se preocupan por conservar el legado de sus mayores, otras que tienden con frecuencia a eliminar los vestigios del pasado, como sucede con Tucumán. Este desamor por las cosas propias y valiosas se percibe en muchos de nuestros representantes, que vaya a saber qué razones alientan el uso de la piqueta. Por ejemplo, en diciembre pasado, la Legislatura aprobó la donación de 17 hectáreas para que la Facultad Regional Tucumán de la UTN erigiera su campus deportivo y tecnológico. Para lograr la aprobación de la norma, los representantes del pueblo que la votaron desafectaron el terreno de las leyes N° 6478 (creación del parque Centenario 9 de Julio) y la N° 7500 (protección del patrimonio) y se ignoró el artículo 145 de la Constitución provincial, tampoco se había consultado a la Comisión de Patrimonio. Tras numerosas críticas, afortunadamente la norma fue vetada.

Ello muestra que hay representantes que no responden a su mandante que es la sociedad, sino a otros patrones. Tampoco hay una política de Estado seria en materia patrimonial; de acuerdo con el interés económico de algún sector de peso, con total liviandad se pueden modificar las leyes en nombre del progreso, y mutilar parte del pasado de una ciudad que paradójicamente se autodenomina “histórica”.

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