La ofensiva de Atlético cambia para distraer a los rivales

Aunque todo parece haber sido inventado, el fútbol suele ser esa Caja de Pandora en donde lo incierto y la sorpresa todavía juegan un rol más que importante antes, durante y después de iniciado un partido.

En este deporte prácticamente no existen las posiciones fijas. Puede que los marcadores centrales, además del arquero, sean los más estáticos de un dibujo táctico, pero hasta ahí no más, porque si hay espacio, los rústicos también tienen vía libre para cruzar la mitad de cancha.

Donde sí se ve un movimiento constante es, precisamente, pasando al campo contrario. Los mediocampistas y delanteros alteran constantemente sus posiciones. Y en Atlético son abonados ya a la Teoría del Engaño. “Ja, puede ser”, se ríe David Barbona, el “Decano” que resulta más difícil de anular durante un juego debido a que puede saltar de una banda a otra y hasta encallarse en el medio. Mientras tanto, el resto sigue sus pasos. “El ‘Ruso’ (Zielinski) me dice que me suelte un poco, así que cuando tenemos la pelota trato de hacerle caso. A veces me vuelco en posición por afuera o como enganche. A mí me gusta agarrar la pelota, así que me viene muy bien esto”, reconoce “Deivid”, que hasta puede ser volante central.

Barbona es el ejemplo de un Atlético cuyo objetivo es evitar la lectura del contrario. Si Barbona se mueve, a él le siguen Gervasio Núñez, Rodrigo Aliendro e incluso Luis Rodríguez e Ismael Blanco.

Núñez arrancó por izquierda frente al “Tomba”. Después se pasó a la derecha y sobre el cierre jugó de punta, luego de la salida de Blanco, que muchas veces sale del área para convertirse en un volante más. O como Aliendro, que genera fútbol a partir de una posición mentirosa como la de doble cinco. “Se nota que estamos laburando bien. Se armó un lindo grupo”, festeja Barbona. Y todo Atlético, por supuesto.