Suenan Los Chalchaleros pero el lugar no huele a campo ni a leña. Se siente el perfume de los sahumerios, del shawarma que tienta con sus primeros humos, destellan los dorados de las inconfundibles mercancías orientales e hipnotizan las manos de una mujer que teje como araña sus caminos de mesa. Así es la feria Las Manos del Mundo, un clásico que ya lleva 18 ediciones en Tucumán y en el que conviven una buena proporción de productores locales con expositores nacionales y algunos internacionales.
Hasta el lunes estará montada la feria en el Complejo Avellaneda (24 de Septiembre y Suipacha). Este año hay alrededor de 180 puestos, según informó Jorge García, histórico gerenciador del encuentro. El organizador se mostró conforme con la convocatoria, principalmente la del fin de semana pasado, ya que había muchas dudas debido a la celebración de las PASO. “El público tucumano siempre acompaña y este año no fue la excepción”, destacó García.
Tejidos
Las manos emprendedoras de Ana
Ana García no levanta la mirada de su telar a menos que se acerque un cliente y le dé charla. Es lo que hace desde 2013, cuando optó por dejar su trabajo como empleada de comercio y se dedicó 100% a lo que más le gusta, que es tejer. Sus caminos de mesa tejidos en telar son los que más llaman la atención, por la variedad de los colores que utiliza y las tramas que logra. También es hábil para tejer al crochet, y con esa técnica hace unos mates “emponchados” con creaciones. “Es difícil dejar la comodidad de tener todos los meses un sueldo, es una seguridad, y al principio es duro no tenerlo. Pero después la rueda comienza a rodar y funciona”, dice sobre su experiencia. Ana no se pierde ninguna feria y celebra que por estos tiempos haya varias opciones para mostrar sus productos.
Humos Descubrí los secretos del Narguile
En Egipto y en Sudán le llaman shisha; en Turquía y Siria, narguile; y en India, hookah. Pero Ali Alkhadeb, infaltable puestero de Las Manos del Mundo, asegura que se llama arguile. Hablamos de esas llamativas y pintorescas pipas de agua, construidas en una infinidad de materiales, colores y tamaños. Se las utiliza con carbones y lo que se fuma es un tabaco saborizado que, como cualquier cosa que se fume, tiene sus contraindicaciones para la salud. “Los tamaños varían mucho y tienen que ver con la comodidad para fumar. Una pipa chica es más fácil que se caiga y una grande, que puede ir en el piso, es más estable. Además es un elemento decorativo”, explica Ali, oriundo de Siria. Las originales son de bronce, porque no se oxida. Los precios varían entre $ 250 y $ 3.800.
Barros Desde Córdoba, con diseños indígenas y orientales
Laura Clausen es de Unquillo, Córdoba, y su especialidad son los objetos de barro pintado, con un acabado detallista y de gran calidad. Hace de todo: desde ollas hasta pocillos de café. Pero lo que más se destaca en su puesto es un gran jarrón que es, en realidad, un filtro de agua. “Lleva en su interior una vela cerámica que dura seis meses y que está compuesta de carbón activado y de plata coloidal. El agua se filtra, el carbón elimina los malos sabores y la plata purifica. Y el barro la mantiene fresca, así que no hay necesidad de refrigerar”, detalla la artesana. Otro de sus productos estrella es el tajín, una especie de cazuela con tapa en forma de chimenea que se utiliza para hacer el cous cous.