Montoneros, Graiver, Cuba y la CIA

Montoneros, Graiver, Cuba y la CIA

Ficción y realidad mezcladas por Miguel Bonasso

HÁBIL HACEDOR. Combinando realidad y ficción, Bonasso logra componer una obra especialmente intrigante. archivo HÁBIL HACEDOR. Combinando realidad y ficción, Bonasso logra componer una obra especialmente intrigante. archivo
23 Julio 2017

SUSPENSO

EL HOMBRE QUE SABÍA MORIR

MIGUEL BONASSO

(Sudamericana - Buenos Aires) 

Montoneros, Fidel Castro, CIA y KGB, satanismo, narcotráfico… elementos que podrían configurar diversas narraciones, más o menos felices según el caso.

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De todas las posibles combinaciones entre estos protagonistas, hay una que resulta meritoria por la efectividad con la que atrapa al lector: El Hombre que sabía morir seduce en cada capítulo hasta el último párrafo, y luego extiende su manto más allá de las páginas impresas, obligando a repasar hechos de nuestra historia con una lente nueva, esculpida por la hábil mano de Miguel Bonasso. El autor logra una obra especialmente intrigante, pues combina realidad y ficción a partir de uno de esos acontecimientos que legaron más dudas que certezas para la historia reciente argentina: la muerte de David Graiver, empresario y colaborador financiero de Montoneros a partir del rescate que la agrupación cobró por el secuestro de los hermanos Born.

Con la convicción de que la muerte de Graiver nunca se produjo, Bonasso ofrece una historia ficticia que, en su desarrollo, abre cientos de puertas hacia la historia real que menos se cuenta: la Operación Greyhound, las fidelidades cruzadas de protagonistas de la política argentina respecto a servicios de inteligencia extranjeros, el juicio a Arnaldo Ocho en una Cuba que veía desmoronarse a la URSS, la desconfianza permanente entre los organismos de seguridad estadounidenses, y muchas otras líneas que parecieran no cruzarse hasta que Bonasso las entreteje con inteligencia.

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¿Qué es cierto y qué resultado de la imaginación de quien escribe? Se puede suponer por la biografía del autor –no sólo un narrador, sino un protagonista cercano a sucesos y nombres que aparecen en el libro- que la duda no busca ser despejada, constituyéndose más bien como uno de los pilares en los que reposa el atractivo del título. Aquí no hay un estilo literario que merezca monografías o premios: hay una narración que mantiene en vilo al lector con la misma eficacia que las antiguas publicaciones de folletín o las series televisivas contemporáneas.

© LA GACETA

Martín Mazzuco Cánepa

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