El último eslabón que faltaba descubrir

El último eslabón que faltaba descubrir

La existencia de sicarios vinculados al narcotráfico es el único eslabón que les faltaba descubrir a los tucumanos, que están espantados por cómo crece el negocio de la droga en la región. Es una prueba más de que estas organizaciones están enquistadas en el NOA.

En esta provincia, en los últimos 18 meses, se conocieron, entre otras cosas, que existían organizaciones que acopiaban cocaína y marihuana para distribuirlas a nivel nacional, que hay personas que blanqueaban el dinero con empresarios de la noche, que existían contactos en Buenos Aires para conseguir precursores químicos (para cocinar las sustancias) de manera ilegal y que las redes de narcomenudeo que operan en toda la provincia cuentan con personas que les ayudan a estirar la pasta base que viene de Bolivia. Pero el sicariato era un tema tabú.

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Las pruebas que se reunieron en Salta son contundentes. Esa investigación está revelando que los tucumanos se transformaron en mano de obra para los señores de la muerte que pretenden agrandar su poder territorial. Es también una prueba que los narcos argentinos están dejando de lado el modelo de cártel colombiano para arrimarse peligrosamente al de los grupos mexicanos.

Entre ambos hay una diferencia abismal. Los caribeños respetaban a un líder y cumplían a rajatabla los acuerdos a los que llegaban. Los aztecas, en cambio, imponen su negocio en base a tiros y muerte. Y eso es justamente lo que está pasando en Orán y en nuestra ciudad también. La escalada de violencia en el barrio Juan XXIII (La Bombilla) tiene una razón de ser: allí están compitiendo por el poder al menos cuatro clanes dedicados al narcomenudeo.

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Ese humilde caserío que no está tan alejado de la plaza Indepedencia puede ser la escuela de los sicarios que luego serán contratados por los narcos más importantes de la región.

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