La cuarta revolución industrial está en marcha

La cuarta revolución industrial está en marcha

INTERNET DE LAS COSAS. Jaffrot critica el alto costo de la conectividad. LA GACETA /  FOTO DE HÉCTOR PERALTA.- INTERNET DE LAS COSAS. Jaffrot critica el alto costo de la conectividad. LA GACETA / FOTO DE HÉCTOR PERALTA.-
06 Junio 2017

Entró al mismo quiosco de todos los días y otra vez vio al dueño con cara de velorio. La pregunta y la charla eran ineludibles. “El kiosquero me cuenta que una vez más le habían cortado la luz. Por eso había tenido que tirar 50 yogures y no sé cuántos kilos de helado y que a eso no se lo pagaba nadie”, recuerda Emmanuel Jaffrot a modo de anécdota, simple pero tremendamente ejemplificadora. “Le dije al kiosquero -continúa- que podríamos crear un pequeño dispositivo conectado a la heladera, que le envíe un mail o lo que sea cuando se corte la luz, de manera que él pueda ir de inmediato, sacar las cosas y ponerlas en otro lado hasta que vuelva la energía”.

Ese dispositivo que describe este francés radicado en Argentina desde hace 11 años forma parte de esa nebulosa que llamamos “Internet de las Cosas”, (IoT, Internet of Things, en inglés), cuyo rostro más conocido y difundido es el de la domótica: dispositivos y aplicaciones para administrar los aparatos de una casa “a control remoto”. Pero si en las casas el internet de las cosas sigue siendo un “chiche” para fanáticos de la tecnología, en el área productiva se presenta como la “cuarta revolución industrial”, o la industria 4.0, o industria inteligente, una revolución forjada al calor de la web y de las conexiones.

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En diferentes escalas, la conectividad le puede salvar los 50 yogures a un kiosquero o puede ayudar a diagnosticar en tiempo real una plaga en una plantación o una epidemia en un tambo. Pero el problema, al menos en nuestro país, sigue siendo el costo de la conectividad, regidos por los altos precios que establecen las compañías de comunicaciones.

“Si al kiosquero le digo que para salvar su mercadería necesita un dispositivo que cuesta $ 200 y que la conectividad le sale $ 30 al año, no va a tener mucho para pensar. En cambio, si le decimos que tiene que pagar $ 1.000 mensuales... Bueno, la realidad es otra. Eso pasa tanto en los pequeños negocios como en las grandes industrias: hay mucha tecnología que se puede usar para mejorar sustancialmente los procesos, pero siempre depende el análisis de costos, si se justifica o no el costo de tener esa tecnología”, sostiene Jaffrot.

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Los objetivos

Gerente de IoT en Grupo Datco, Jaffrot fue el conferencista que abrió la Semana de la Ingeniería de la UTN. Conjuntamente con la empresa francesa Sigfox, Datco está desplegando en nuestro país una red exclusiva para servicios de internet de las cosas, orientada a aplicaciones comerciales e industriales. Es una suerte de red paralela a la de celulares o de internet que brindan las grandes compañías, que ya está funcionando en las principales ciudades y que está pronta a comenzar a instalarse en Tucumán.

La visita de Jaffrot tuvo un doble propósito: acercar a los estudiantes los nuevos conceptos sobre internet de las cosas y mantener reuniones con empresas para delinear alianzas estratégicas que le permitan a su compañía desplegar esa red de conectividad.

“Los estudiantes tucumanos son reconocidos por su capacidad y por su ingenio. Nosotros venimos a proponerles que se animen a crear cosas simples. El negocio de internet de las cosas no es vender dispositivos carísimos con tecnología inaccesible; el negocio está en el valor agregado que esos dispositivos simples y baratos le brindan a un servicio o producto. Estoy seguro de que de acá van a surgir grandes cosas y en un tiempo vamos a acercar kits de desarrollo para que los chicos comiencen a jugar”, prometió.

Por otro lado, Jaffrot se reunió con pequeñas empresas y cooperativas locales que proveen servicio de conexión a internet, porque su compañía se apoya en la infraestructura de estas para brindar sus servicios. “La palabra clave en todo lo que hacemos es la sustentabilidad, y creemos que trabajar en conjunto con pequeñas empresas locales y cooperativas es el método más sustentable de hacer lo que hacemos”, enfatizó. Si sus planes se cumplen, es posible que en algunos años los kiosqueros no tiren más yogures por culpa de un corte de luz.

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