La platabanda del peronismo

Le dicen la “platabanda” de la avenida electoral. Allí se ubican los desencantados. De uno y del otro lado de la vereda política. Y hoy, con el estado de descontento que existe, se está poblando. Sus efectos no son inmediatos. Las elecciones parlamentarias de medio turno no moverán tanto el amperímetro proselitista como lo que puede venirse en 2019.

En el lado oficialista, muchos se preguntan cuánto durará el enamoramiento político entre el gobernador Juan Manzur y su hacedor, el senador José Alperovich. Anteayer, “postearon” una foto de cálida amistad en la cuenta de Twitter del ex mandatario (@JalperovichOK) antes de una recorrida por los barrios tucumanos. ¿Cuánto durará el encantamiento? Tal vez el hechizo se rompa cuando a Alperovich le pique el bichito del retorno. De hecho, para eso está trabajando en cada reunión con intendentes y comisionados rurales de la provincia. Es lo que en la jerga política se llama calentar la máquina electoral. Tal vez perdure. Parece prematuro hacer tantas especulaciones, pero es lo que mueve al mundillo oficialista. Los hipotéticos escenarios van desde una victoria en octubre por más de 100.000 votos hasta un enfrentamiento de pesos pesados, luego de ese turno electoral. ¿Qué es lo que puede sacar de la cabeza a Manzur una eventual reelección como gobernador? Tal vez una senaduría con vista a la mesa chica de conducción de la Cámara Alta. O un lugar en una futura fórmula del Frente para la Victoria, de cara a 2019. De hecho, los viajes del gobernador a Buenos Aires le sirven para mantener “presencia” en las grandes discusiones política de la cúpula justicialista. Cierto sector del establishment nacional le alimenta aquellas aspiraciones. ¿Qué es lo que mueve a Alperovich a ponerse en carrera para la gobernación? El poder, algo que desde su banca del Congreso no puede ejercer porque los tentáculos no llegan a Tucumán. Y tiene que venir, más seguido que siempre, a incursionar en recorridas para “fidelizar” potenciales votantes. Alperovich le teme al olvido; por eso buscó reelecciones. La eternidad no es amiga del gobernante. Mucho menos del sistema. Cuatro años es demasiado tiempo para alguien que se había acostumbrado a la re-re. Lo percibió desde el mismo momento en que se proclamó a Manzur como su sucesor.

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Sin embargo, hay algo que frena a ambos en la carrera política. Curiosamente no es la oposición; es el mismo peronismo. La resistencia está ubicándose en la platabanda de la avenida que, de un lado, se llama Alperovich y del otro Manzur. Son los que reniegan y llaman “cuatro de copas” al elegido por ambos para encabezar la nómina de aspirantes a desembarcar en Diputados. Pablo Yedlin, el secretario general de la Gobernación, asiduo visitante a las reuniones de Alperovich, no goza de buena sintonía con el justicialismo tradicional, ese sector que acarrea votos en la sección Oeste de la provincia. Y, personalizando, son los que se encolumnan con el líder de Acción Regional, Juan Antonio Ruiz Olivares, y con los mellizos Orellana, de Famaillá. Ambos grupos del oficialismo sienten que los están “descuidando” no sólo en el armado de la nómina de postulantes, sino también en la contención política de la Casa de Gobierno. Hay muchos reproches internos que no salen a la luz. Tal vez en el congreso partidario del martes se perciban algunos. Tal vez se suavicen este fin de semana, con charlas previas.

José Cano es el adversario más cercano. El radical, actual titular del Plan Belgrano, será la apuesta macrista para octubre. Como viejos jugadores de truco, los peronistas creen que el presidente de la Nación ha puesto en la mesa su principal carta en Tucumán. No ven a Domingo Amaya como adversario y, puertas adentro, creen que el siete de espadas (así llaman al intendente capitalino Germán Alfaro) tal vez no juegue fuerte en esta partida. Más especulaciones. No obstante, el objetivo de mínima es no perder por paliza en la Capital, con la idea de revertir cualquier resultado en las secciones electorales Este y Oeste, viejos bastiones peronistas.

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Frente a este escenario, muchos creen que el verdadero adversario electoral está adentro del Partido Justicialista. Le temen al efecto “Yerba Buena” (las rencillas terminaron beneficiando a un candidato de Cambiemos). Pero, tal como pintan las cosas, todos pelearán por el territorio, como animales políticos que son.

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