¿Y si discutimos lo que realmente importa?

¿Y si discutimos lo que realmente importa?

El viernes por la siesta, Laura Marcelina Balderrama estaba en su casa junto a sus hijos. Como todos los días, tenía que presentarse en el bar de San Pedro de Colalao en el que trabajaba. Pero no llegó. Esta mujer de 28 años fue –según la Policía- asesinada a puñaladas por su ex pareja (padre de uno de los chicos que, como si fuera poco con la muerte de su madre, presenció el crimen, al igual que sus hermanos, siempre según la investigación). Este hecho constituyó el primer feminicidio de 2017 en Tucumán, al menos del que se tenga registro. Mientras esto ocurría en un pueblo que sólo suele ser noticia durante la temporada de verano, en el resto de la provincia y del país se discutía sobre “topless sí / topless no”.

Durante la semana que pasó, las mesas familiares, las de café y las charlas de oficina quedaron divididas en dos bandos: el de los que creen que está bien que las mujeres muestren sus pechos en ámbitos públicos y el de los que sostienen que deben ser penalizadas si llegan a hacerlo. La polémica se desató luego de que se viralizara una serie de videos que mostraban un operativo policial en una playa de Necochea: el objetivo era lograr que mujeres que tomaban sol sin la parte superior de las mallas se cubrieran (participaron 20 policías y seis patrulleros, una cifra ridículamente desmesurada para este hecho en particular).

Pocos días después, el juez que recibió la causa determinó que no hubo delito. “Que una mujer descubra sus senos no constituye un acto lesivo para terceros”, afirmó Mario Juliano y le puso más leña al fuego (un dato: este magistrado es el mismo que el año pasado afirmó en una columna que su hija cultivaba y consumía marihuana). Ayer por la tarde, cientos de personas se reunieron en el Obelisco porteño y realizaron un “tetazo masivo” en repudio a lo que ocurrió en Necochea. Mientras tanto, en Tucumán, si una mujer llega a mostrar los pechos en un espacio público puede ser aprehendida por la Policía; lo prevé la –vetusta- ley de Contravenciones que está vigente.

Hay dos aristas –entre muchas otras- que resaltan en todo esto: es cierto que existen normas (escritas o no) de convivencia y que una persona está en todo su derecho de escandalizarse si considera que la actitud de otra quiebra esas reglas. Pero también es llamativo que algunos de los mayores picos de rating de la TV abierta sean marcados por programas en los que el cuerpo de la mujer se expone como un trofeo en el horario de prime time. Y que pocos se indignen por eso (o que al menos lo expresen públicamente).

Ahora bien, sin restarle importancia a este debate que puede derivar en el inicio de una transformación de ciertas pautas culturales, hay otras cuestiones que están vinculadas con las mujeres y que, sin dudas, merecen bastante más atención: a lo largo de 2016, al menos 11 fueron asesinadas en Tucumán a causa de hechos enmarcados por la Policía y la Justicia como casos de violencia de género (y 2017 debutó con el crimen de Laura Balderrama). A eso hay que sumarle las innumerables agresiones de todo tipo que sufren las mujeres a diario: físicas, sexuales, verbales, psicológicas. En la redacción de LA GACETA se lo percibe con claridad: en promedio, por día llegan al menos tres informes policiales que dan cuenta de hechos de violencia hacia mujeres. De hecho, el año pasado en Tucumán se alcanzó el escandaloso récord de 26 denuncias en apenas 17 días (fue en mayo). Y ojo: esos son sólo los casos que se denuncian ¿Cuántos más quedan ocultos detrás del miedo, de las amenazas, de la desconfianza hacia la Policía o de la funesta cultura machista que establece que ellas son propiedad de los hombres?

En diciembre, la Legislatura aprobó una ley que establece el estado de emergencia provincial por Violencia de Género ¿Qué implica? 1- La creación de una comisión de seguimiento de la situación (integrada por legisladoras; por representantes del Poder Ejecutivo; del Poder Judicial; de la Oficina de la Mujer, dependiente de la Corte Suprema de la Provincia; del Observatorio de la Mujer, y de la Defensoría del Pueblo); 2- Un cupo de casas para las víctimas en los barrios que construya el Instituto Provincial de la Vivienda; 3- Licencias automáticas para empleadas públicas que sufran hechos de este tipo; 4- La creación de un cuerpo de abogados para atender a las víctimas, entre otras cosas. Regirá hasta 2019 y puede ser prorrogada ¿Servirá o simplemente quedará en el recuerdo como una ineficaz reacción legislativa más? El tiempo lo dirá.

¿Pioneros?

Los argentinos solemos enorgullecernos de que somos pioneros en América Latina en cuestión de derechos. En algunos casos puede ser cierto; mucho más si lo comparamos con lo que ocurre en otros lugares del continente (en ese sentido vale la pena leer “2666”, la novela póstuma del chileno Roberto Bolaño; describe los asesinatos de mujeres en la ciudad ficticia de Santa Teresa y, de ese modo, refleja lo que sucede realmente en el norte de México: entre 2007 y 2015 mataron a unas 600 mujeres por año, es decir, casi dos por día).

Salvando las distancias, queda claro que en lo que respecta a la violencia de género, en Tucumán falta avanzar, y mucho. Si el debate sobre el topless sirve para generar más igualdad, bienvenido sea. Pero también sería bueno que concentremos la atención en otro lado: cómo prevenir las agresiones machistas en el hogar, en la calle, en la oficina, en la villa, en el country, en cualquier ámbito en el que interactúen un hombre y una mujer. Al menos si es que pretendemos que casos como el de Laura Balderrama no se empiecen a acumular a lo largo del año que recién empieza.

Tamaño texto
Comentarios
Comentarios