El Bicentenario baja de cartel
El Bicentenario baja de cartel
El año del Bicentenario de la Declaración de la Independencia baja de cartel sin ninguna obra que vaya a transformarse en un clásico. Ni siquiera la canción elegida como himno para este aniversario, “Juntarnos” de Lucho Hoyos, fue escrita para la ocasión: el folclorista había compuesto este tema años atrás, y fue reflotado oportunamente por el objetivo declarado en su poesía y sintetizado en su título.

El emblema artístico de Hoyos está por cumplir una década de ser compuesto, aunque fue estrenado en 2009. Está claro que cuando hay una idea hecha canción que sintetiza un deseo, el tiempo es lo de menos, pero de algún modo expresa la ausencia de una política cultural tendiente a crear algo nuevo para el festejo patrio. No hubo un concurso convocado al respecto, sino que se transitó por camino seguro. Abrir una competencia es un riesgo, como bien lo sabe la Universidad Nacional de Tucumán cuando hace un par de años debió declarar desierto el llamado a compositores para tener un himno propio. Pero también es importante que, desde el Estado, se asuman esa clase de desafíos y se movilice a la comunidad musical. Dos datos para reforzar la idea: la Misa del Bicentenario fue compuesta por Luis Pérez, nacido en Córdoba; y la cantata Meditación, de Alberto Balzanelli, fue encargada por la Asociación de Directores de Coros.

Este fue un período pobre en realizaciones artísticas locales a cargo del Ente Cultural. El Teatro Estable de la Provincia apenas puede mostrar dos estrenos este año, ambos de autores clásicos rioplatenses: “Barranca abajo”, de Florencio Sánchez; y “Un guapo del 900”, de Samuel Eichelbaum. En el primer caso, hubo una importante gira por el interior, impulsada principalmente por su director, Rafael Nofal, en lo que se transformó en la principal presencia de la institución fuera de la capital. El resto de las participaciones de los integrantes del elenco estable fue en reposiciones o en coproducciones, como la realizada con la Fundación Teatro Universitario, de Ricardo Salim, que se llevó el mayor peso para concretar las puestas, desde el diseño escenográfico hasta la dirección actoral. Cabe precisar que “Tina, el rumor de una Nación”, el musical que estuvo en el ex Banco Provincia, nunca pasó por la órbita del Ente Cultural, sino que fue manejado por los entes de Turismo y del Bicentenario, y actualmente es administrado por el teatro Mercedes Sosa.

El Ballet Contemporáneo que dirige Patricia Sabbag celebró sus 10 años con el estreno de “Macbeth”, del coreógrafo Alejandro Cervera e inspirada en la obra de William Shakespeare, con lo que mantiene su objetivo de un debut anual; mientras que el Ballet Estable apuesta más a darles minutos a los nuevos bailarines con clásicos conocidos que a innovar en el repertorio. En este espectro, hubo dos visitas rutilantes: el ballet del Teatro Colón con “Don Quijote, el soñador de La Mancha”, dirigido por Maximiliano Guerra; y “Los zares de la danza”, con solistas de las principales academias rusas. Como es habitual en el Septiembre Musical, la ópera estuvo presente con “La favorita”, de Gaetano Donizetti, autor que se repitió en “Rita o el marido maltratado”, con la Ópera de Cámara de Tucumán (un grupo privado). Suena a poco.

En el cine, lo más relevante fue transformar el Festival Gerardo Vallejo de competencia nacional a internacional, reservada a óperas prima de nóveles directores. En el medio se perdieron los numerosos cursos y talleres que se dictaban, y volvió a realizarse en octubre (el año pasado, con la excusa de que el Incaa pidió que se lo adelante, se lo hizo antes de las elecciones; claro está que el pedido -si existió- fue tan efímero como un cortometraje). Y en las artes plásticas sobresale la compra de 30 obras de artistas tucumanos para engalanar la Casa de Gobierno, así como en música clásica lo hace el Primer Concurso Internacional de Piano, con la Universidad San Pablo T como impulsora principal.

Quizás lo más conveniente sea hacer un ejercicio de memoria y repasar lo más recordable del Bicentenario. Si son los fuegos artificiales, los shows musicales con artistas nacionales, los domos en el parque 9 de Julio y alguna otra cosa más, el balance evidencia la pobreza de lo hecho en creaciones locales. Sólo el monumento de cemento levantado en la avenida Mate de Luna parece que soportará el paso del tiempo.

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