Los resultados no cambian si se repiten las mismas conductas

Los resultados no cambian si se repiten las mismas conductas

24 Diciembre 2016

MIGUEL ANGEL ROUCO - Agencia DYN

BUENOS AIRES.- Pasan los años y la dirigencia política parece no haber aprendido la lección. Una y otra vez repiten la misma conducta, esperando que los resultados sean distintos. ¿Por qué habrían de ser diferentes las conclusiones de una misma conducta? Nadie en su sano juicio puede esperar resultados diversos si repite los mismos procedimientos.

La seudo reforma del Impuesto a las Ganancias es un ejemplo categórico de esa conducta, repetida desde hace años. A pocos días de cumplirse el 15° aniversario del golpe de estado al expresidente, Fernando De la Rúa, la discusión sobre Ganancias une en el tiempo la causa de aquellos luctuosos acontecimientos con este presente.

¿Pero cuál es el vector que conecta episodios tan lejanos? La crisis fiscal y el uso de la presión impositiva para tapar el desorden administrativo y financiero del sector público. La tablita del Impuesto a las Ganancias aplicada en 2000, por el entonces ministro José Luís Machinea, fue la respuesta a una crisis fiscal producida por un desborde del gasto público, heredado de la gestión del ex presidente, Carlos Menem, y que no se quiso atacar.

Por no aplicar un programa de recorte de gastos, aquella dirigencia política como la actual aplicaron un aumento de la presión fiscal. Lo que no advirtieron en aquel momento era que esa tablita no los salvaba del naufragio, sino que se convertiría, a la postre, en un salvavidas de plomo que terminaría con la Convertibilidad. Esa tablita provocó una fuerte caída del consumo y precipitó un ciclo recesivo que agravó los problemas fiscales y produjo el naufragio de la Alianza y otra quiebra del país.

Por estos días, el trasfondo de la discusión sobre ganancias esconde los mismos problemas: una aguda crisis fiscal heredada del kirchnerismo que no se quiere atacar y la solución esgrimida por la casta política es aplicar una mayor presión fiscal, disfrazando con beneficios para una minoría, una solución ficticia del problema. Entre el gobierno y la oposición han engendrado una ley que sólo es un paño frío en la crisis.

Se aumentan los gravámenes a juegos de azar, se incrementan los montos e impuestos del monotributo, se deja abandonados a los autónomos, no se permite el ajuste de los balances por inflación, lo que lleva a cobrar impuestos sobre ganancias ficticias, alejando la posibilidad de generar nuevas inversiones, se cobran ganancias sobre dividendos y sobre los accionistas, en una doble imposición por el mismo hecho y se aplica un impuesto retroactivo sobre un acto económico que no estaba gravado al momento de producirse, algo que traerá recursos judiciales por su clara inconstitucionalidad.

El gobierno y la oposición están gastando más de los ingresos disponibles y sobre recursos que en algún momento habrá que devolver. Una verdadera ficción que no hace otra cosa que alejar inversiones y sin ellas, será imposible cambiar el rumbo.

El gobierno, la oposición y el gradualismo al desnudo. No saben -¿o no quieren?-, atacar la causa de la crisis fiscal, distorsionan la realidad y prefieren mantener una abultada estructura burocrática, mientras juegan a la política.

Un elevado gasto público consolidado (47% del PBI), financiado con deuda (50% del PBI) y con emisión monetaria (M2 privado casi $ 1 billón contra U$S 38.000 millones de reservas brutas), llevando el déficit fiscal consolidado a casi 11 puntos del PBI (U$S 55.000 millones), generando inflación (40% anual), suba de la presión fiscal (38% del PBI, las más alta de la historia), provocando recesión (2% para este año) y baja de los términos de intercambio comercial. Resultado: crisis monetaria y cambiaria, a la vuelta de la esquina. Crisis repetida desde el “Rodrigazo” hasta nuestros días. ¿Por qué va a cambiar el resultado si la conducta es la misma? Cambiemos se transformó en Emparchemos y no están solos.

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