“La protección de la persona importa más que el mercado”

“La protección de la persona importa más que el mercado”

El catedrático Llamas Pombo dijo que el Derecho debía poner énfasis en los débiles La disertación magistral del académico español puso fin a la cita alberdiana de los festejos del Bicentenario

EN EL AULA MAGNA. El catedrático Eugenio Llamas Pombo se dirige a los asistentes al Congreso Internacional de Derecho organizado por el Estado. la gaceta / foto de jorge olmos sgrosso EN EL AULA MAGNA. El catedrático Eugenio Llamas Pombo se dirige a los asistentes al Congreso Internacional de Derecho organizado por el Estado. la gaceta / foto de jorge olmos sgrosso
05 Noviembre 2016
Ocurrente. Ácido. Erudito. El dueño de tales atributos, Eugenio Llamas Pombo, ejecutó un cierre brillante del “Congreso Internacional de Derecho: Bases y Principios para la Justicia de Futuro en Homenaje a Juan Bautista Alberdi”. La exposición honró de principio a fin el calificativo “magistral”: el público así lo apreció al prodigarle un aplauso largo en el Aula Magna de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Tucumán. ¿Por qué? Quizá para premiar el esfuerzo de Llamas Pombo por devolver a la persona el lugar central en una época tironeada por los imperativos de la globalización.

Sobre esa cuestión esencial habló durante una hora que pasó volando el maestro de la Universidad de Salamanca, quien con creces se reivindicó del imponderable que llevó a suspender su conferencia inaugural del jueves. Algo quedó en el aire: su llamado a concebir un Derecho que defienda a los más débiles; que equilibre las asimetrías, y que se haga cargo de la sociedad lesionada y lesiva del presente.

“La protección de la persona es primordial para el Derecho Privado, mucho más que la tutela de la globalización y del mercado”, reflexionó. Y recordó que los sistemas jurídicos herederos del Código Napoleón (1804) -entre ellos el argentino- se preocupaban por asegurar la propiedad privada, la libertad contractual, el patriarcalismo familiar, la filiación discriminatoria, el matrimonio canónico indisoluble y sucesiones con patrimonios llamados a cohesionar a la familia del difunto. “Esto no podía ser el Derecho Privado del siglo XXI”, definió. Y agregó: “de relaciones muy estrechas e inmediatas hemos pasado al gran mercado mundial. Y de la mundialización hemos pasado a la globalización”, observó.

El impacto de esa transformación ha sido inmenso en el Derecho Privado: la codificación estricta dio paso a la dispersión legislativa. Llamas Pombo afirmó que esta fragmentación había ocurrido en España y más o menos en todas partes, y que por ello asignaba gran valor al Código Civil y Comercial en vigor en Argentina desde el 1 de agosto de 2015. Pero también se detuvo en las implicancias de la globalización: “tiene connotaciones culturales, políticas y sociales. Hablamos de la globalización de las drogas, plagas, enfermedades y de los daños ambientales. Parece que caminamos, como decía el llorado Atilio Alterini, hacia un ‘geoderecho’, hacia la universalización de Derecho”.

Tales circunstancias habían alumbrado la tutela jurídica especial del consumidor y de los usuarios de los servicios públicos. “Vamos hacia los llamados derechos de la solidaridad. Una porción de ellos están ligados a las tecnologías de la información y de la comunicación”, acotó. Y añadió: “las amenazas a la intimidad y a la dignidad ya no sólo provienen del Estado: la existencia de un ciberespacio implica que provienen de todas partes”. El orador principal del Congreso llamó la atención sobre el hecho de que ya casi nadie hablaba sobre el derecho a la vida privada y sobre la emergencia del derecho al olvido: “es decir, a que me borren de Google”.

También destacó la incipiente consideración de la pequeña y mediana empresa como “parte débil” de un contrato. Y pronosticó: “al final, quien va a defender los derechos de la persona frente al daño de la naturaleza será el Derecho Privado, no el Estado ni los partidos políticos”.

El consumidor atontado

Se impone hablar de la socialización del Derecho Privado, lo que implica, según Llamas Pombo, jerarquizar a las víctimas de daños y perjuicios; a los usuarios y consumidores, y a los niños, jóvenes e incapaces. “Hemos llegado al punto en el que el contrato entre Juan y Luisa nos interesa a todos”, apuntó el catedrático, que confesó que sentía a la UNT como su segunda alma mater. “Debe imperar una idea de colaboración en la medida en que la igualdad ha sustituido a la autoridad”, manifestó ante la mirada atenta de la decana Adela Seguí, que presentó efusivamente al académico como su amigo y lo acompañó en el estrado. Antonio Gandur, presidente de la Corte Suprema de Justicia de Tucumán; los legisladores Marcelo Caponio (PJ) y Fernando Valdez; la vicedecana Marta Tejerizo y la jueza María del Pilar Amenábar, entre otros, escuchaban en la primera fila. Agotadas por el vértigo del Congreso y la responsabilidad de coordinarlo, antes de que concluyera la exposición de Llamas Pombo llegaron Carolina Vargas Aignasse, secretaria de Gobierno y Justicia; Erica Brunotto, secretaria de Derechos Humanos, y la subsecretaria Fernanda Trejo.

El contrato entre Juan y Luisa interesa a la sociedad porque queda muy poco del antiguo respeto absoluto a la libertad para contratar y el pacta sunt servanda (lo pactado obliga como la ley). El jurista español destacó que raramente los contratos se cerraban “entre iguales”: “la producción masiva dio lugar a la contratación masiva donde quien parte y reparte, se queda con la mejor parte”. Luego ironizó sobre el consumidor, a quien definió como “un tonto e inepto que se mete con un listo que todo lo sabe”. La consecuencia de advertir la diferencia de posiciones había acarreado numerosos cambios jurídicos, entre ellos, la abolición de las cláusulas abusivas y el incremento de los requisitos formales que procuraban aumentar la reflexión. “La posibilidad de devolver el ‘chisme’ comprado impulsivamente, es decir, el derecho a arrepentirse de la adquisición de un bien en perfecto estado, implica un torpedo en la línea de flotación del pacta sunt servanda”, añadió.

Después de advertir sobre el peligro de la “diarrea legislativa” que habían desencadenado los cambios sociales del último siglo, Llamas Pombo procedió a terminar su exposición con unos versos del “Martín Fierro”: “yo no soy cantor letrao / mas si me pongo a cantar / no tengo cuándo acabar / y me envejezco cantando”. Y recordó en latín y en castellano: “todo el derecho se hace por causa de los hombres, para contribuir al progreso y al desarrollo. Hacer leyes que duren es creer en la magnitud del Derecho; cambiarlas continuamente, como decía Aristóteles, es debilitarlas”. Para la despedida de su disertación y del Congreso, Llamas Pombo convocó a a los jueces a proteger al débil con una reformulación de la máxima bíblica: “es la Justicia con mayúsculas y no la verdad la que nos hace libres”.

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