“Me prestó la mula para que siguiera andando”

“Me prestó la mula para que siguiera andando”

DEVOCIÓN. Marixa y su protector, el Cura Brochero.  DEVOCIÓN. Marixa y su protector, el Cura Brochero.
16 Octubre 2016
Sintió un dolor abdominal, con sangrado, y fue al médico inmediatamente. Pero ya era tarde. “Los estudios determinaron en forma muy clara un pólipo en el cuello del útero, con ramificación en la vejiga -cuenta Marixa Torno, una vecina de Bell Ville-. Brocherito llegó a mi vida hacía 15 años, cuando me dieron tres meses de vida, porque el tumor ya estaba muy avanzado. Justo ese día, un 26, me invitaron a una misa por el cura Brochero que entonces era Siervo de Dios. Yo nunca iba a misa, pero fui. Y resulta que todos rezaban por mí”. Marixa sólo pensaba en sus dos hijas, que en ese momento tenían 12 y 5 años.

“Un día antes de comenzar la quimio me llamaron de Buenos Aires para decirme que fuera a consulta, pero yo ya quería empezar con el tratamiento. Me convencieron y me fui a Buenos Aires, no sin antes poner en mi cartera una estampita del Cura Brochero, con un pedacito de su poncho. En el viaje yo iba rezando la oración. En Buenos Aires, el médico me revisó y me dijo que el tumor estaba, pero encapsulado en la vejiga, y que el útero estaba sano, así que podía operarme. Yo dije ‘Brocherito me acompaña’. Me operaron un 26 y me salvé de la quimio”, relata quien desde ese momento se convirtió en incansable difusora de la devoción.

“Yo creo que Brochero me prestó la mula para que siguiera andando. Y creo también que sigue a mi lado, en cada peregrinación con los gauchos que le rinden honor y en cada celebración. Él está presente como nos prometió: rezando por los hombres pasados, presentes y futuros”, afirma Marixa, convencida de que Brochero puso los ojos en ella porque la vio “una oveja perdida”.

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