“Uruguay es una especie de espejo”

“Uruguay es una especie de espejo”

Lucas, un escritor sin plata y con una relación de pareja en decadencia, va a Uruguay a buscar dólares que le pagaron desde el exterior por sus libros. Su intención es doble: evadir impuestos y, a su vez, encontrarse con una chica con la que quedaron cuentas pendientes. De esto se trata La uruguaya, su nueva novela, una historia que transcurre en un día

24 Julio 2016

Por Pablo Nardi - Para LA GACETA - Buenos Aires

- En otras oportunidades dijiste que cada libro te enseña cómo tenés que escribirlo. ¿Cómo sería eso en La uruguaya?

- Tiene que ver con el tono y el pulso, que no sé exactamente qué es. El pulso de este libro tiene que ver con un tipo confesando algo que sucedió en un día, pero con todas las digresiones que se puede tener a lo largo de ese día y volver al tronco principal. Él dice “voy a contar este día”, pero para contar ese día tiene que ir para atrás y también para adelante. Yo sabía que quedándome en la estructura de un día podía hacer eso, pero para hacerlo tenía que aprender a hacerlo en esta historia. Por eso digo que cada libro demanda sus propias reglas.

- ¿Tiene que ver con tu máxima de que la forma te ayuda?

- Sí, totalmente. La forma dialoga con vos. Hay una libertad, pero una libertad que está supeditada a una forma que te permite ir y volver. Los músicos de jazz hablan mucho de eso, agarran una base y van y vuelven. Eso les permite que haya una música, porque si no es un ruido. Entonces me parece que una vez que encontré la forma de La uruguaya sentí libertad de tener flashbacks, flash forwards, digresiones y hasta miniensayos.

- En una escena de tu novela El año del desierto (2005), la protagonista está en un piso alto de un edificio, mira el Río de la Plata y piensa “Uruguay, la salvación offshore…”. En La Uruguaya se repite también la idea de Uruguay como salvación…

- Para el imaginario argentino-porteño, Montevideo aparece como una especie de imagen en espejo donde te podés escapar al otro lado. Pareciera que la gente toma la idea del fin de semana en Montevideo o Colonia como vía para salirse casi de sí mismo, de su propia vida, de entrar en otra cosa. Eso pasa con lo amoroso, lo económico…

- En esos ámbitos, lo amoroso, lo económico y también lo artístico, el protagonista siempre cree que está frente a algo grande, pero después se frustra. Le pasa con la pareja cuando empiezan, con la plata en Uruguay, con escribir su gran novela…

- La diferencia entre la expectativa y la realidad. Siempre es bueno en todo sentido. ¿Viste que ahora circulan estos memes donde aparece el cuadro expectativa-realidad? Hamburguesas que se ven geniales y en la realidad están todas aplastadas… Siempre es un gran tema, porque lidiamos con eso todo el tiempo, tiene que ver con la cultura del deseo, la proyección, el desplazamiento hacia adelante. No estás acá, en un rato vas a hacer tal cosa, dentro de quince días me voy a tal lugar, y así.

- ¿Y eso se potencia con el culto que el escritor le hace al fracaso?

- Los fracasos tienen como un esplendor, una épica. Me parece que hasta en el sexo es más interesante hablar de relaciones sexuales fallidas, de cosas que salieron mal, que de unión y deseo consumado, porque al fin y al cabo es demasiado cursi hablar sobre eso. Es difícil escribir la felicidad. En cambio la frustración, la bronca, la violencia, son temas jugosos para escribir.

- ¿Conocés escritores alegres?

- Creo que hay momentos. Por ejemplo, ayer estaba releyendo un fragmento de “El sur” de Borges. Cuando el protagonista se va en el tren hacia el Sur, la felicidad está mostrada de una manera perfecta. Le dura muy poquito porque muere esa noche, pero hay un momento paradisíaco que quizá es como un sueño: tiene su libro para leer pero lo distrae la vida. Mira por la ventana, describe el campo, cómo la luz va transfigurando el vagón del tren. Ahí me parece que está mostrando la felicidad.

- Volviendo a La uruguaya, en tu cuenta de Twitter publicás cuestiones relacionadas a la novela. ¿Encontrás una relación nueva con el lector a partir de las nuevas tecnologías?

- Es una buena pregunta, la verdad que sí. Estoy disfrutando mucho la recepción del libro, antes no hubiera sido posible algo similar. Eran en todo caso lectores amigos, o alguien que en una lectura te comentaba algo, y después una recepción más profesional, de reseña. Pero esta especie de minuto a minuto de lectura en las redes sociales es muy interesante. Ver cómo lee la gente y retroalimentarlo con esto que decís: por ejemplo una canción que aparece en la novela, la foto de una cuadra. La novela tiene una periferia audiovisual que yo nunca había podido hacer. En El año del desierto yo tenía muchos recortes, mapas, pero eso quedó en una carpeta y no lo pude compartir nunca, en ese momento casi ni había blogs. Es interesante que la lectura tenga otra faceta.

(c) LA GACETA

PERFIL

Pedro Mairal nació en Buenos Aires en 1970. Su novela Una noche con Sabrina Love recibió el Premio Clarín de Novela en 1998 y fue llevada al cine en 2000. En 2007 fue incluido, por el jurado de Bogotá39, entre los mejores escritores jóvenes latinoamericanos. En 2013 publicó El gran surubí, una novela en sonetos, y El equilibrio, una recopilación de sus columnas. Es autor de nueve libros y columnista del diario Perfil. Ha sido traducido y editado en Francia, Italia, España, Portugal, Polonia y Alemania.

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