Nace un mundo botánico en Yerba Buena

Nace un mundo botánico en Yerba Buena

La reserva de Horco Molle proyecta hacer uno de los jardines botánicos más grandes del país. Estará al norte de ese predio, tendrá unas 80 hectáreas y habrá actividades culturales, de investigación y senderismo. ¿El objetivo? Salvar la selva pedemontana, entre otros.

FINALIDAD. Conservación, investigación y educación ambiental son las actividades -principales- que se harán dentro del jardín, explican Juan Pablo Juliá, Pablo Quiroga, Ana Paula López, Mirella Lauricella, Horacio Correa y María José Barazzutti. la gaceta / fotos de FLORENCIA ZURITA FINALIDAD. Conservación, investigación y educación ambiental son las actividades -principales- que se harán dentro del jardín, explican Juan Pablo Juliá, Pablo Quiroga, Ana Paula López, Mirella Lauricella, Horacio Correa y María José Barazzutti. la gaceta / fotos de FLORENCIA ZURITA

Clushh, clushh, clusgg, se oyen las pisadas en el barro. Suena como un chapoteo, porque hace días que llueve y aquí, en las entrañas de la selva piedemontana, el suelo se ha vuelto un barrial. Las botas de goma se hunden a cada paso, y luego cuesta despegar el pie del fango húmedo. Igual, nadie se queja. Si es como hipnótico. Esto de sentirse caminar, de sentirse parte del barro, tiene un efecto magnético, sedante. Sobre todo, si uno se moja las manos y la cara, cada tanto y sin querer, con las gotas de agua que la última llovizna ha dejado pendidas de la vegetación. Sobre todo, si esa vegetación revienta por todas partes, insidiosa. Sobre todo, si algún pájaro anda a los trinos por los altos aires. Si el sueño de estos caminantes se hace realidad, en este horizonte hechicero se conformará uno de los jardines botánicos más grandes del país.

Es que las personas que conducen los destinos de la Reserva Experimental de Horco Molle, situada al norte de los cerros de Yerba Buena, planean destinar unas 80 de sus 200 hectáreas para desarrollar allí dentro un centro de conservación, investigación y educación ambiental. Para que el lector se dé una idea: el Jardín Botánico de Buenos Aires, que es uno de los más importantes de nuestra Argentina, abarca siete hectáreas.

Los sueños 

Cuenta Juan Pablo Juliá -el director de la reserva- que por estos días andan en la búsqueda de inversores. “Esta idea surgió a principios de los años 90. Nosotros hicimos una adecuación. Queremos que se inaugure en octubre”, añade. En pos de ese anhelo, los proyectistas avanzaron, en los últimos meses, en la señalización de los senderos. Las pistas asignadas a los ciclistas y a los corredores han sido demarcadas, en su mayoría. Ahora, resta distribuir algunas zonas para las tareas de investigación, y otras para los caminantes, pues habrá visitas guiadas y libres.

En este punto, puede que alguien se pregunte qué tiene que ver un jardín botánico con unos bikers. Pues bien, las sendas de esa zona han sido usadas, en los últimos años y de cotidiano, por quienes practican deportes al aire libre. Por esa razón, y para evitar la erosión del terreno, se les demarcó un perímetro preciso.

Mientras entierra su calzado en esas trochas, el biólogo Pablo Quiroga dice que, también, han relevado la vegetación, y que actualmente se ocupan del armado de una colección de esas especies clasificadas, que estará abierta al público.

En el pensamiento popular, la Reserva de Horco Molle suele estar asociada a una faceta zoológica, pues ha adquirido trascendencia debido a sus actividades de rescate y liberación de animales. Con esto, los impulsores pretenden desarrollar, además, un aspecto que se vincule a la botánica.

- ¿Para qué?

- El área de la yunga pedemontana requiere protección, pues es uno de los ecosistemas más amenazados del país. Queremos recuperarla, y controlar la expansión de árboles invasores, como el ligustro. Si volviésemos el tiempo atrás, este lugar debería ser una selva, con tipas, laureles, lapachos y pacarás -contesta Quiroga.

Los desafíos

No obstante sus sueños, los biólogos creen que el proyecto no se hará de una sola vez. Más bien -dicen- irán incorporando la infraestructura imaginada de modo paulatino. La Municipalidad yerbabuenense -cuenta Juliá, por ejemplo- se ha comprometido a montar unas gradas al aire libre, para conciertos y actividades culturales.

Hace poco, la reserva fue incluida en la “Red Argentina de Jardines Botánicos” -de la cual Quiroga es secretario- y en la red global “Botanic Gardens Conservation International”. Además, se firmó un convenio entre las facultades de Agronomía, Ciencias Naturales y Arquitectura, de la Universidad Nacional de Tucumán, de la cual depende esta institución.

Así las cosas, el arquitecto y paisajista Oscar Chelela se ha propuesto el desafío, entre varios más, de lograr que este jardín sea accesible a las personas con capacidades diferentes, al menos en un tramo. De hecho, a pedido suyo va a conservarse un bosque de araucarias, puesto que él advirtió que sus hojas pinchudas proporcionan información para ciegos.

El paseo llega a su final. Lo empinado de la cuesta ha hecho que se oigan respiraciones jadeantes. Igual, ellos siguieron trepando. Ensimismados, embrujados por este paraje. Quiroga toma una hoja y la toca; la huele; la disfruta. Y en el fondo, eso es lo que ellos quieren: que la gente disfrute de este mundo.

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cADA UNO POR SU LADO 
CIRCUITO PARA CICLISTAS
Cada semana, unos 2.000 ciclistas recorren los circuitos de la Reserva Experimental de Horco Molle, según cifras proporcionadas por sus autoridades. Ese tránsito había provocado una erosión en las sendas, cuya recuperación va desde los tres hasta los 10 años. Por eso, a mediados del año pasado, los biólogos se unieron a un grupo de bikers. Y diseñaron un circuito para las bicicletas y para los corredores, que hoy se integra al proyecto de jardín botánico.
 
origen de la reserva 
un regalo para ciencias naturales
La reserva es un área protegida, que pertenece a la Universidad Nacional de Tucumán (UNT). Fue creada a fines de 1896. Luego, sus instalaciones le fueron cedidas a la Facultad de Ciencias Naturales y al Instituto “Miguel Lillo”. Se encuentran ubicadas en el Parque Sierra San Javier, propiedad de la UNT. Cuando se inaugure el jardín botánico, será el tercero de Tucumán, junto al de la Fundación Miguel Lillo y al de la Facultad de Agronomía y Zootecnia. 
 
aprestos 
Los Futuros 
guÍas botÁnicos
La Reserva Experimental Horco Molle queda al norte de Yerba Buena, en los cerros pedemontanos. Allí se protege la fauna y la flora autóctonas, y la biodiversidad. Puede visitarse todos los días, de 9 a 18. Las visitas guiadas se realizan donde se encuentran los animales, y duran una hora. Actualmente, las autoridades capacitan a los guardaparques, para que, cuando se inaugure el jardín, también ejerzan de guías en ese sector.


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CADA UNO POR SU LADO 
Circuito para ciclistas

Cada semana, unos 2.000 ciclistas recorren los circuitos de la Reserva Experimental de Horco Molle, según cifras proporcionadas por sus autoridades. Ese tránsito había provocado una erosión en las sendas, cuya recuperación va desde los tres hasta los 10 años. Por eso, a mediados del año pasado, los biólogos se unieron a un grupo de bikers. Y diseñaron un circuito para las bicicletas y para los corredores, que hoy se integra al proyecto de jardín botánico.

ORIGEN DE LA RESERVA
Un regalo para ciencias naturales

La reserva es un área protegida, que pertenece a la Universidad Nacional de Tucumán (UNT). Fue creada a fines de 1896. Luego, sus instalaciones le fueron cedidas a la Facultad de Ciencias Naturales y al Instituto “Miguel Lillo”. Se encuentran ubicadas en el Parque Sierra San Javier, propiedad de la UNT. Cuando se inaugure el jardín botánico, será el tercero de Tucumán, junto al de la Fundación Miguel Lillo y al de la Facultad de Agronomía y Zootecnia.  

APRESTOS
Los futuros guÍas botánicos

La Reserva Experimental Horco Molle queda al norte de Yerba Buena, en los cerros pedemontanos. Allí se protege la fauna y la flora autóctonas, y la biodiversidad. Puede visitarse todos los días, de 9 a 18. Las visitas guiadas se realizan donde se encuentran los animales, y duran una hora. Actualmente, las autoridades capacitan a los guardaparques, para que, cuando se inaugure el jardín, también ejerzan de guías en ese sector.

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