Según expertas, toda violencia es censurable y nos interpela como sociedad

Según expertas, toda violencia es censurable y nos interpela como sociedad

La supuesta agresión de Matías Alé a su esposa y a su suegra reabre la reflexión sobre la violencia doméstica, que sigue incrementándose.

PARADOJA. La felicidad, de hace poco más de un mes, quedó sin embargo muy lejos a la vista de lo ocurrido.  PARADOJA. La felicidad, de hace poco más de un mes, quedó sin embargo muy lejos a la vista de lo ocurrido.
04 Noviembre 2015

La situación es confusa y las dudas no desaparecerán fácilmente. Lo seguro es que la supuesta agresión de Matías Alé a su esposa y a su suegra disparó, una vez más, el debate sobre la violencia de género.

“La violencia doméstica, como modalidad de agresión contra las mujeres, es un problema social y político que nos interpela como sociedad”, advierte la abogada Soledad Deza, docente del Observatorio de Género y Diversidad de la Facultad de Derecho de la UNT.

El tema estuvo a lo largo del día en las redes sociales, en los portales de noticias, en la televisión y en la radio. Lo que se pudo reconstruir es que alguien, tal vez la suegra, tal vez algún vecino, alertó a la Policía llamando al 911 en la madrugada de ayer. Los efectivos acudieron y detuvieron a Alé en su departamento de Palermo, en la Ciudad de Buenos Aires. Según el acta policial, los patrulleros lo encontraron “tomando del cuello y agrediendo físicamente” a María del Mar Cuello, de 23 años, la mujer con la que se había casado hace poco más de un mes, y a Nancy Moler, de 54, la madre de su flamante esposa.

El parte indica que Alé gritaba incoherencias y que cuando intentaron detenerlo comenzó a arrojar patadas y golpes de puño contra los efectivos. Luego lo trasladaron a un psiquiátrico, donde quedó internado. Pero además, le habrían imputado los delitos de “lesiones, atentado y resistencia a la autoridad”. La causa habría quedado a cargo del juez en lo Correccional Alejandro Litvack y del fiscal Daniel Pablovsky.

Sin embargo, por la tarde, tanto María como su madre negaron que haya habido agresión. “Matías tuvo un brote psicótico”, justificó la esposa. Dijeron, además, que Alé no estaba detenido, aunque no explicaron por qué había actuado la Policía.
 
Más allá de la noticia

Quizás si Alé no fuera el mediático personaje que es, estaría detenido en la cárcel y no en un psiquiátrico privado. Pero más allá de detalles no aclarados y afirmaciones que no suenan convincentes, ¿cómo nos toca, como sociedad, lo sucedido? ¿Cómo influye a nivel masivo esta historia, en principio, privada?

“Estos casos que tienen actores como protagonistas de la violencia amplifican un fenómeno que viene incrementándose -responde contundente Deza-. Paulatinamente la sociedad está comprendiendo que la violencia siempre es censurable, y que cuando se ejerce contra las mujeres, además, hay mecanismos mediante los cuales los violentos deben hacerse responsables de sus actos. En este plano, es muy importante el rol del Poder Judicial y de las fuerzas policiales. El diálogo con LA GACETA siguió así:

-¿Publicitar estos hechos ¿abre los ojos de la sociedad o da a los violentos un modelo para seguir?

-Es importante el rol de los medios de comunicación en la conformación de un discurso que no justifique estos casos y que no revictimice a las mujeres. Proteger la intimidad, comunicar los hechos como violencia y no como cuestiones “pasionales” contribuye a romper esa naturalización de la violencia que se asocia, erradamente, con las relaciones de pareja.

-¿Cómo se trabaja con las víctimas y con los victimarios?

-Debe hacerse un abordaje integral para la víctima y también para el victimario. Entiendo que la educación es la gran herramienta para modificar patrones culturales que propician la violencia. Pensemos qué tipo de masculinidades validamos como sociedad y veremos que la fuerza ha estado históricamente disponible para el varón, reforzada por otros poderes, como el que otorga el rol de proveedor. Urge romper estos estereotipos sexistas desde la infancia temprana.

-¿Podemos considerar que las personas violentas son enfermas, como en el caso de quienes son adictos?

-La “enfermedad” de la que podría hablarse en estos casos se llama “patriarcado”: un conjunto de normas ideológicas, culturales, religiosas y económicas que han justificado históricamente la dominación masculina y el uso de la fuerza como herramienta de poder. Pero no es una enfermedad, es una forma de organización política. Por eso la importancia de deconstruir los postulados de desigualdad de género y de promover en nuestros niños y niñas nuevas feminidades y nuevas masculinidades.

Ya antes había sido denunciado por Silvina Escudero

No había llegado a tanto, pero lo sucedido ayer tampoco sorprende en extremo. Matías Alé había sido acusado por Silvina Escudero, una de sus múltiples ex, de haberla agredido, y no sólo de palabra. Las cosas no llegaron a la Justicia, pero Vanina Escudero -hermana un poco menos mediática que Silvina- respaldó en su momento las acusaciones, y fue bastante explícita: “hubo golpes y violencia física en la pareja”, aseguró -según publicó Clarín-, y añadió que Graciela Alfano les había advertido sobre la personalidad de Alé.

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Dónde denunciar la violencia

4248000, internos 148 y 149

Oficina de Violencia Doméstica, Tribunales (La Madrid 450)

(03865) 428600

Centro Judicial Concepción (España 1.450).

4514912

Centro de Atención y Orientación en Violencia Familiar (Don Bosco 1886).


Punto de vista

El riesgo de la mediatización
MARTA PALAZZO                                                                                                                            

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Oficina de Violencia Doméstica del Poder Judicial de Tucumán


Los hechos de violencia doméstica son tan antiguos como el hombre mismo, lo que ocurre es que actualmente la sociedad conoce lo que antes sucedía puertas adentro. Los poderes del Estado están interviniendo cada día con mayor eficiencia, adaptando leyes, procedimientos judiciales y asistencia a las víctimas de este fenómeno.

La mujer ha conquistado derechos civiles y políticos que le estuvieron vedados desde siempre. Actualmente, muchas son cabeza y sostén de hogar, y si bien son numerosas las que han ganado terreno en esta autonomía -que contribuye a empoderarlas socialmente-, en los casos de las víctimas de violencia, en general, no ocurre lo mismo. La dependencia respecto del agresor y la vulnerabilidad que esta situación genera impiden cortar la relación, aun cuando tienen la intención de hacerlo. Y este es, en la mayoría de los casos, el momento de mayor tensión y peligro para ellas. Por ello, todo acto que implique una negativa, que le digan “no”, es vivido como amenazante para el agresor, ya que provoca un desequilibrio en su relación dominante y es lo que en algunos casos dispara la reacción violenta. De todos modos, ese “no”, si bien puede provocar en el agresor reacciones violentas, no es el generador de una personalidad violenta, ya que para un agresor no importa la actitud que asuma la víctima para ser o constituirse en un ser violento.

La mayoría de las denuncias se enmarca en los vínculos de ex parejas, ex cónyuges y uniones convivenciales (concubinos), y totalizan, según nuestros registros, el 59,75% de las denuncias recibidas en la Oficina de Violencia Doméstica (OVD). El momento de mayor violencia ocurre generalmente cuando la mujer expresa verbalmente su decisión de cortar la relación o irse.

El tema de la violencia de género, y en especial la doméstica, cuando es dada por los medios en forma sensacionalista y sin el cuidado que requiere, puede generar un efecto multiplicador o ser un incentivo para generar conductas que, por efecto identificatorio, la toman como modelo para seguir. Sobre todo en aquellas personas potencialmente violentas que hasta se muestran orgullosas de haber cometido actos aberrantes para el resto de la sociedad.


"Buscar justificativos no ayuda al agresor"

Se habla de un brote psicótico. De un pico de estrés. De que había habido cambios de conducta. Y hasta se llegó a decir que Matías Alé actuó bajo los efectos de ciertas drogas sintéticas. Todas expresiones que, surgidas de su abogado (Guillermo Pelozatto) o de sus amigos, apuntan a un mismo objetivo: justificar lo que ocurrió o, al menos, encontrar un atenuante para el desborde violento del mediático actor.

Sobre este punto, la abogada y especialista en el tema de violencia de género Lucía Briones destacó: “justificar lo que hace una persona violenta, aun si estuviera alcoholizada o drogada o estresada, no le sirve ni a la víctima ni al agresor. A este último, porque no se le permite hacerse cargo de sus actos”.

“Desde el punto de vista de lo legal, creo que deberíamos replantearnos esa mirada benévola, si se quiere, de buscar justificativos para quienes infringen la ley y cometen un delito”, añadió.

A su criterio, cuando una persona ha tenido una conducta antisocial, el castigo (sanción o condena) es el modo de ayudarlo a que comprenda la criminalidad de sus actos y a que pueda enmendarlos y reparar el daño causado a la víctima.

“Comprender lo que movilizó a alguien a hacer determinadas cosas no implica ni justificar ni aceptar. Seguramente, cuando Alé pueda volver a sus cabales se va a mostrar arrepentido, va a pedir perdón, va a decir que no sabía lo que hacía -lo cual es muy posible-, pero eso, insisto, desde mi punto de vista, no le quita responsabilidad”, concluyó.

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