La manzana y el pecado original del Mercosur

La manzana y el pecado original del Mercosur

BUENOS AIRES.- Una característica de los gobiernos hiperpersonalistas en el final de su gestión es la de no prestar atención a las señales de alerta sobre los errores cometidos. Las elecciones de 2013 fueron una advertencia mayúscula en cuanto al efecto del dólar barato en las economías regionales, al punto que en las PASO de ese año el peronismo fue doblegado en Catamarca, San Juan y en La Rioja, las tres provincias más afectadas por la crisis del sector olivícola. La elección del domingo pasado en Río Negro puso de manifiesto el empecinamiento de un oficialismo que se niega a aceptar lo evidente. Dos años después, las aceitunas dieron paso a las peras y las manzanas. Como en las postrimerías de la “tablita” de Martínez de Hoz, las protestas contra una política que basa su política de precios en el ancla de la paridad cambiaria no comenzaron en las grandes ciudades sino en las economías regionales. Y más allá de las diferencias que pudiera haber entre liberalismo y populismo, orejas y patillas, el “déme dos” y el “Ahora 12”, los efectos en el comercio exterior son similares. El impacto económico y social en las regiones vinculadas a esos sectores, también. Pero no fue sólo el dólar barato el que generó el problema que domina la agenda del Comahue. En marzo, Brasil prohibió la importación de manzanas, peras y membrillos argentinos a raíz de la detección de embarques con carpocapsa, sumando una cuestión fitosanitaria a la cambiaria, agravada tras la devaluación del real.

El alivio llegó tarde, tres días después de la derrota electoral, a través de una decisión del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Alimentos del Brasil, que dejó sin efecto la restricción. En rigor, los dos asuntos terminan siendo dos caras de una misma moneda, a juzgar por lo señalado por la Unión Industrial y Comercial de Mendoza, otra de las provincias con una importante participación en la exportación de peras. “Los problemas de sanidad que desencadenaron el problema con Brasil, fueron ocasionados por la falta de los correspondientes tratamientos fitosanitarios que no se realizan” por “problemas económicos”, señalaron en la entidad. En el Comahue pueden dar fe de lo denunciado por los mendocinos: ya desde octubre del año pasado que venían reclamando al Ministerio de Agricultura de la Nación la asistencia financiera necesaria para neutralizar cualquier eventualidad sanitaria que pudiera frustrar las exportaciones. En otras palabras, si las medidas de prevención fitosanitaria se hubieran tomado a tiempo, los productores frutícolas estarían ocupados en sus tareas y no en piquetes y gestionar reuniones con funcionarios que no los reciben, las arcas de la Aduana estarían menos enflaquecidas y quizás el resultado electoral de Río Negro hubiera sido diferente o con un triunfo de Weretilneck mucho más ajustado.

La decisión de Agricultura de Brasil a pesar de ser favorable es tardía. Los tres meses perdidos no se recuperan y la tarea de reconquistar un mercado de exportación no será fácil en un contexto de cuesta arriba en la relación bilateral. Y si no alcanzaran el dólar y la carpocapsa, el Gobierno brasileño puso en evidencia una tercera causa al confirmar lo que había advertido poco antes de levantar las restricciones: daría marcha atrás con la medida si la administración de Cristina Fernández tomaba el mismo criterio con la carne vacuna del país vecino, cuya importación está bloqueada desde hace tres años. Dicho y hecho.

Ni más ni menos que restricciones comerciales recíprocas. El pecado original del Mercosur, que 24 años después de la firma del Tratado de Asunción sigue con la contradicción de ser una unión aduanera con barreras internas. Una aclaración necesaria: el chiste de “venderle naranjas al Paraguay” no se aplica en este caso, ya que hace años que los brasileños son los primeros exportadores mundiales de carne vacuna, encabezando un lote en el que la Argentina ni siquiera figura entre los diez primeros. Con un dólar que, con breves interrupciones, viene perdiendo la carrera contra la inflación hace ya 13 años y la desatención de cuestiones sanitarias que derivan en pérdidas de exportaciones, en Casa Rosada deberían tomar nota del mensaje que representó la derrota electoral en Río Negro. Este domingo, Mendoza y su sector vitivinícola serán los protagonistas del próximo test. Del resultado dependerá si en Balcarce 50 habrá brindis o se resignarán a un trago para olvidar.

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