El desafío no cambia: que el público vea cine argentino

El desafío no cambia: que el público vea cine argentino

A Fernando Molnar, director de “Mundo Alas” y “Showroom”, la complejidad del mercado no lo desanima. Del documental a la ficción.

DOCENTE Y CINEASTA. Encantado con la portada de Tucumanos. LA GACETA / FOTO DE HÉCTOR PERALTA DOCENTE Y CINEASTA. Encantado con la portada de Tucumanos. LA GACETA / FOTO DE HÉCTOR PERALTA
10 Junio 2015
“Es un placer seguir acompañando esta película. La disfruto porque me lleva a lugares y a personas que quiero mucho, y a una experiencia profesional imborrable. Además, esta proyección será muy especial porque estarán dos de los artistas”. Fernando Molnar habla con afecto sobre “Mundo Alas”, documental basado en la gira que León Gieco armó junto a artistas con capacidades diferentes por varias provincias y que él estrenó en 2009.

Molnar dirige series documentales para la TDA, es productor, guionista y también docente en el Enerc (Escuela Nacional de Experimentación y Realización Cinematográfica). Participa en el Festival Gerardo Vallejo desde su doble faceta de documentalista, su expertise, con “Mundo Alas”; y con su ópera prima en la ficción, “Showroom”.

- ¿Cómo fue el proceso de gestación de “Showroom”?

- Está basado en una idea mía; trabajé con Sergio Bizzio y Lucía Puenzo las primeras versiones del guión. El universo de las ventas inmobiliarias y la ilusión, y la relación con las personas, me fascinó. Hace tiempo que lo observo y lo investigo, a partir de experiencias que tienen que ver con los descensos de clase social y la necesidad de mantener un estatus cueste lo que cueste.

- ¿Cómo diste con el actor protagónico?

- El punto de vista está en un ciento por ciento en el cuerpo del protagonista. Necesitaba un actor sólido, que pudiera cargar el personaje y transformarse a lo largo de 80 minutos. Diego Peretti leyó el guión y luego resultó una muy buena experiencia trabajar con él.

- Viene bien la contraposición que se plantea en la historia, ciudad vs. naturaleza viva.

- La idea era plantear qué significa calidad de vida. Para muchos esto es vivir en un monoambiente de 30 metros cuadrados en pleno centro de Capital Federal rodeado del confort y de lugares lindos para ir a comer; mientras para otros significa estar más cerca de la familia, de la naturaleza, con alegría, despojado de lo material, cerca de lo espiritual.

- ¿Cómo fueron los comentarios?

- Muy buenos, y la película tiene tantas lecturas como espectadores. Ese es un logro porque en el cine uno plantea universos que el espectador reconstruye y da su veredicto.

- ¿Es una comedia, como rezan los afiches?

- La puedo definir como drama existencial con tonos de comedia negra; como una comedia con mucho drama, pero tampoco es una película para todo público y no es fácil de definir en términos de género.

- ¿Qué sigue en tu carrera? ¿Documental o ficción?

- Estoy en fase de gestación de otros proyectos. El documental me fascina, me acerca otras realidades, a otras personas: es algo que la ficción no te da. Es lo que voy a seguir haciendo mientras me dé el físico.

- Desde la mirada generacional, ¿qué detectás en los aspirantes a realizadores?

- Estudié cuando no existía la facilidad de ver tantas películas con internet, pero creo que el crecimiento de la narrativa audiovisual y la multiplicidad de lenguajes visuales y audiovisuales está exacerbado y llega como información muy fragmentada. Por un lado está la evolución de los medios digitales y de la información audiovisual y por otro la dispersión, que dificulta el análisis en profundidad. Pero celebro la posibilidad de nutrirse de otras miradas y lenguajes.

- ¿Circulan buenas historias o prevalece el aspecto técnico?

- Desde ya están más preocupados por la forma que por el contenido, pero eso es algo histórico que hay que trabajarlo en las escuelas de cine. En guiones hay de todo. Hay historias muy buenas, con motivaciones personales, y también hay inventos.

- Con el cambio de Gobierno finaliza una gestión de política audiovisual. ¿Cuál es tu balance?

- Celebro la existencia de la Ley del Cine, lo cual no sucede en otros países, ni siquiera en los desarrollados, y la cantidad de proyectos de los últimos años es enorme. La federalización de la producción también es importante y el Incaa tiene que ver con esto. Se están haciendo esfuerzos muy grandes para ampliar la mirada, se siguen produciendo películas. El desafío desde hace 50 años es hacer que el espectador vaya a ver cine argentino, lo que conlleva un análisis muy complejo acerca de cómo hacerlo. Luchamos en un mercado que fija leyes, si bien rige una politica de cuota de pantalla. Uno sale a competir con películas de lanzamientos millonarios que copan las salas y los medios. La preocupación está. En el Incaa son conscientes de toda esta realidad y ojalá que se vaya ganando una porción cada vez más grande de mercado. Tengo fe en que esto puede suceder.

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