El shopping, los túneles y las fotos

El shopping, los túneles y las fotos

Las carreras contra el almanaque siempre se disputan en desventaja. En el caso del “shopping a cielo abierto” y los túneles hay una fecha límite representada por las elecciones de agosto. ¿Llegarán a tiempo? Parece improbable, atendiendo a lo complejo de los proyectos y a lo apretado del calendario. Capitalizar una obra pública es la obsesión de cualquier candidato en campaña. Esa foto cortando la cinta vale tanto como una camionada de bolsones. Por supuesto, ni José Alperovich ni Domingo Amaya quieren perderse el flashazo.

El intendente montó en cólera cuando Alperovich amagó con apropiarse de la remodelación de las peatonales. Siente como propia la victoria que implicó liberar el presupuesto. Claro que es dinero del Ministerio de Planificación Federal, área donde corta el queso José López. Quienes vienen impulsando la iniciativa desde hace una punta de años son los empresarios, principales perjudicados cuando las peatonales eran tierra exclusiva de los vendedores ambulantes. Vendedores que se movían -recordemos- con la venia del gobernador. En fin, el día que se inaugure el “shopping” de marras habrá una multitud de padres de la criatura. Y en política, el que se mueve no sale en la foto.

La semana pasada quedaron liberadas al tránsito vehicular dos de las primeras cuadras de Maipú. En la intersección con Mendoza se construyó un generoso desagüe, imprescindible teniendo en cuenta que apenas caen dos gotas esa esquina devenía en lago. La zona está complicada porque el subsuelo del Mercado del Norte es una finisterre que asustaría al propio Indiana Jones. En la otra esquina vegeta el edificio de Rentas, de donde cada noche emergen simpáticas bandas de roedores. Se supone que la Caja Popular estaba decidida a hacerse cargo de la recuperación de Rentas. No ocurrirá durante el alperovichismo.

Da la sensación de que se perdió una buena oportunidad para jerarquizar Maipú, de San Martín a Córdoba. El pavimento estaba levantado, el tránsito interrumpido, los transeúntes y frentistas, resignados. Pero se dejó todo como estaba. Podrá decirse que la plata del “shopping” no contemplaba esa zona y que al municipio sería pedirle demasiado. La cuestión es que en un futuro -seguramente cercano- será necesario integrar estética y funcionalmente todo el microcentro. Volverá la piqueta entonces, un clásico tucumano.

Los túneles, en cambio, constituyen una obra que Alperovich pretende inaugurar sí o sí. Es tan pobre la herencia que deja al cabo de 16 años (12 de gobernador, más su decisiva influencia en el dictado de las políticas mirandistas), que el complejo sobre las vías se le antoja histórico y fundacional. Tampoco vaya a creerse que el proyecto se financió con los miles de millones de pesos que el kirchnerismo le liberó a Alperovich desde 2003 a la fecha. También juegan allí los fondos nacionales, con el agregado de una inyección de efectivo votada por la Legislatura cuando la obra empezaba a languidecer. Se había prometido que en diciembre pasado los túneles estarían listos, pero ya estamos abrigándonos para recibir junio y a los túneles sólo entran las excavadoras.

Una cuadras hacia el sur avanza la puesta en valor de 24 de Septiembre entre Suipacha y Marco Avellaneda. Además de construirse nuevas calzadas, que tanta falta hacían, se rediseñan paredones y columnas. Al puente se lo está pintando de violeta y también proliferarán los colores en los muros. Para preservar el esfuerzo estético habrá que esperar que grafiteros y, en especial, pegacarteles, respeten el lugar. Difícil si nos atenemos al día a día en la ciudad. Pero mucho más importante aún es que la ampliación y limpieza de los desagües permitan que el agua fluya cuando la primera tormenta se descargue en ese embudo.

El embellecimiento de los espacios públicos es uno de los activos que Amaya y Germán Alfaro pueden adosarles a sus candidaturas. Se notó un esfuerzo de la Municipalidad capitalina en ese sentido, con aciertos, errores y un par de batallas contra los guardianes del patrimonio. Los trabajos en el parque Avellaneda avanzan a paso de hormiga, lo que provoca un llamativo contraste con la impecable Plaza de la Fundación y con la entrada al parque Guillermina. Esos dos casos son emblemáticos y demuestran que el éxito o el fracaso de una obra está representado por la respuesta de los tucumanos. Se puede apostar al esplendor, a lo caro, a lo faraónico, pero no servirá en la medida que no seduzca al ciudadano de a pie. La Plaza de la Fundación y el Guillermina rebosan de familias.

A propósito de lo útil y lo bonito, ¿quién diseñó las paradas de colectivos repartidas a lo largo de la avenida Mate de Luna? El techito de acrílico es incapaz de atajar el sol, y ni hablemos de la lluvia. Son muy lindas, pero de refugio las estructuras metálicas no tienen nada.

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