Devaluación salarial
BUENOS AIRES.- La firme negativa del ministro de Economía, Axel Kicillof, a convalidar incrementos salariales por encima del 30%, oculta la intención de hacerle pagar el costo del ajuste al sector de ingresos fijos. En realidad, se trata del resultado de una serie de decisiones erróneas aplicadas por el Palacio de Hacienda y que terminaron de generar un efecto no deseado aunque previsible: inflación más recesión.

Desde que Kicillof se hizo cargo del Ministerio de Economía, sus decisiones sobre la economía han significado una pérdida neta del poder de compra de los trabajadores y pasivos. Desde la devaluación de enero de 2014, pasando por la presión del impuesto a las ganancias a la cuarta categoría y hasta llegar ahora al supuesto techo salarial del 27%, todas son medidas destinadas a ajustar los salarios.

¿Por qué razón se busca ajustar el salario? Porque el ministro ya probó sin éxito que no sabe como terminar con la inflación y mucho menos con la recesión. Probó devaluando el peso y potenció la inflación. Probó ajustando tarifas y disparó la inflación. Probó aumentando la presión fiscal y daño la actividad económica. Pero el ministro en lugar de optar por ajustar el gasto público y la emisión monetaria para atacar las causas de la inflación y no dañar más la economía ajustando el consumo, la emprende contra el salario. Es decir deja intacto el combustible inflacionario y pero fundió el motor de la economía, devaluando el salario.

La administración Kirchner continúa acumulando problemas. Con las puertas del financiamiento externo cerradas, el gobierno apela a emitir deuda con legislación local derrumbando el mito del desendeudamiento. El gobierno está aumentando pasivos ocultos que terminarán obstaculizando el accionar del futuro gobierno a partir de diciembre.

Los depósitos

La ampliación del stock de Lebac es emisión de deuda en cabeza del Banco Central y que además deberá pagar una tasa que orilla el 30%.

El dato no es menor ya que detrás de las Lebac están los depósitos de miles de ahorristas. Algunos analistas privados estiman que el BCRA aumentará su pasivo en unos 80.000 millones de pesos.

Según el economista Agustín Monteverde, “el Banco Central estaría quebrado si se autoevaluara con el mismo criterio que utiliza para monitorear la solvencia del sistema financiero”.

La situación se torna más gravosa si se considera que la máxima autoridad monetaria argentina contabiliza como “deuda a cobrar” unos 600.000 millones de dólares que le prestó al Tesoro, por los cuales sólo tiene una promesa de pago. Obviamente, el Tesoro nunca cancelará esas obligaciones tomadas durante el kirchnerismo, con lo cual la situación patrimonial del BCRA es desesperante.

Pero el gobierno no para de emitir deuda. En lo que va de 2015, ya hizo colocaciones por más de 32.000 millones de pesos, con bonos y letras del Tesoro, a tasas siderales.

En la Casa Rosada sostienen que con la colocación de deuda, de esta manera, se evita la expansión monetaria. Este razonamiento es inválido, toda vez que la emisión monetaria sin respaldo, es emisión de deuda que se paga con devaluación. Al mismo tiempo, la emisión de títulos genera el pago de intereses potenciando la deuda nominal hasta hacerla impagable y todo ello se paga con devaluación.

Con lo cual, por un camino u otro, la emisión como mecanismo de financiamiento del déficit fiscal, termina en devaluación.

El gobierno no quiere convalidar una devaluación antes de las elecciones porque eso sería el holocausto. Kicillof lo sabe muy bien. Por eso es que opta por devaluar los salarios para que la fiesta del gasto público para una minoría, continúe hasta diciembre.

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