Un día de una tucumana en el taller de Zac Posen

Un día de una tucumana en el taller de Zac Posen

Cómo es trabajar en el mundo del modisto favorito de Naomi Campbell y Michelle Obama.

De Piazza a Zac Posen. La tucumana Luciana Rozenberg, en el taller del diseñador neoyorquino. Sueña con tener su propia firma.
De Piazza a Zac Posen. La tucumana Luciana Rozenberg, en el taller del diseñador neoyorquino. Sueña con tener su propia firma.
09 Mayo 2015
Para llegar a la 3 East 54th Street, Luciana se sube a la línea de subtes “E”. Media hora después, da unos cuantos pasos ​y​ atraviesa las puertas de la oficina. En la entrada aún está colgado el vestido de 25.000 dólares que usó Naomi Campbell para cerrar el último desfile de otoño. Las colas de sirena rozan el piso y las piezas más volátiles aún flotan en el aire. Las luces se prenden. Un nuevo día acaba de comenzar en el taller de Zac Posen.

En el segundo piso, las costureras ya están cosiendo y los cortadores con los moldes en las manos. Simon De Beaupre agarra un lápiz y lanza algunas líneas sobre la hoja. Hay un diseño (un “style”, dirán ellos) en puerta, aguardando la aprobación del hombre que, en última instancia, decide el destino de esa inspiración​. Si eso sucede, el boceto se convertirá en molde y el molde en un prototipo en talle cero. La lógica diaria continúa su rumbo: el diseño está listo para ser reproducido en toda la curva de talles. En el atelier ya saben con qué telas se harán los primeros samples. Luciana Rozenberg (tucumana, 26 años) alza el teléfono y encarga 700 cierres que tardarán tres semanas en llegar. Al cortar, se da cuenta de lo que tiene en mano:​una agenda invaluable de contactos que va de la A de Anna a la Z de Zegna. Hace una pausa de cinco segundos. Mira por la ventana y en el reflejo ve a Zac llegando a la oficina. Saluda ​atodos con una gran sonrisa. De pronto sus recuerdos se mezclan: el Instituto Piazza, el curso de confección, la Universidad de Palermo y ahora su propia oficina en la Quinta Avenida de Nueva York. No puede creer a dónde ha llegado.

Una vez que se hace la primera camada de samples (modelos) de cada prenda, el departamento de venta recibirá a los compradores en el showroom para que elijan las tipologías que querrán para vender en sus cadenas multimarcas. Si un estilo no goza de popularidad entre los buyers, será tachado del calendario de diseños y no saldrá al mercado. Tener esta información es valiosa para planificar la cantidad de producción en cada temporada. “Todavía no sé cómo conseguí esta pasantía sin fecha de caducidad al mes y medio de haber llegado Estados Unidos. Estar en Zac es increíble. Trabajo muy duro, sí. Pero desembarqué aquí para cumplir determinadas metas y sueños y en eso estoy”, confiesa Luciana.

11 am en Nueva York. Luciana y Kate (su jefa directa) deciden a qué fábrica y creador de moldes (pattern makers) enviarán cada diseño. Aunque todavía falten cinco meses para la pasarela pre-fall, urge entregar la primera parte de la colección. Las distintas áreas se manejan con un sistema de tablas de tiempo y fechas de entrega que tienen un poco de holgura. Si no cumplen esos plazos - deadlines-, los department stores que venden Zac Posen​ no volverán a comprar.

1 pm. La gente de PR (relaciones públicas) visitará el showroom para organizar las próximas producciones de moda. “Lulú” (así le siguen diciendo aquellos que dejó en el norte de Argentina) va a buscar los samples que acaban de terminar en una de las fábricas: son cinco vestidos, todos con colas, metros y metros de tela, enormes y pesadísimos. Mientras trata de parar un taxi para volver a la oficina le suena el celular -escena de película pochoclera-. Se comunican de Proenza Schouler para ofrecerle una pasantia en el equipo. Aunque le cueste, Lulú debe rechazar la oferta.

La tarde en que salía de la entrevista con la noticia de que había conseguido el trabajo tuvo su parte anecdótica: “mis amigas de Tucumán se pusieron felices, pero no sabían de quién les estaba hablando, ¡ Z-A-C P-O-S-E-N- googleen! les decía entre risas. Cuando hablé con mi familia, en medio de ese estado de emoción tremendo, tenía lágrimas en los ojos y temblaba de los nervios y la alegría. Por un lado estaba feliz y por otro, sentía el precio que pagaba por vivir el sueño: el downside, el pesar de tener tus afectos lejos y de no haber podido abrazar a nadie ese día. De todas formas, el día a día incluye el apoyo de toda la gente que dejé en Argentina, por skype, por mensajes de voz o por donde sea. Eso me de coraje y me ayuda un montón”, admite.

Media hora después, el Departamento de Producción se encuentra llenando planillas de costo para planificar el precio al que venderán cada diseño a Saks, Bergdorf Goodman y Neiman Marcus (multimarcas con los que trabaja actualmente Zac, ya que no tiene una tienda propia). El precio en estas lujosas tiendas oscilará entre 300 y 2.000 dólares para un cárdigan y de 2.000 a 10.000 dólares para un vestido.

Faltan dos horas para que termine la jornada laboral. “De pronto recuerdo cuántas y cuántos matarían por ese trabajo. Revivo una escena de la película más odiada por Vogue y vuelvo a la materialidad, pensando en que tal vez ya era hora de que algunos sueños se hicieran realidad”, suspira Luciana cuando se mira a sí misma para dar esta entrevista vía Skype. Y vuelve a la rutina. Las alertas de palabras usadas en internet suenan en algunos celulares: la noche anterior vistieron a Michelle Obama y se esperan las críticas de la prensa. “La Primera Dama se veía sencillamente perfecta en ese diseño para la Cena de Corresponsales en la Casa Blanca”, titula el Huffington Post. Zac Posen viene de una buena racha: “El vestido que usó Michelle Obama para los premios ‘Black Girls Rock’ es un delirio”, “Dakota Fanning super sexy en un Zac Posen para el Festival de Films Tribeca” . Desde el New York Times hasta Vogue, los aciertos continuos meten a la prensa en el bolsillo de este joven diseñador. Con la democratización de la palabra en el mundo de la moda, ahora no sólo se recogen las críticas de los medios especializados más tradicionales sino también las de los nuevos front rows (primera fila) de los desfiles y niños mimados de la industria: los bloggers.

Son las 5 pm en NYC: it’s time to go home! “Lulú” sale del edificio de puertas doradas y hace unos metros para oler las flores del puesto de la esquina. Elige el camino más largo para cruzarse con los hombres de zapatos perfectamente lustrados y las mujeres de taco alto. Camina por la Quinta Avenida esuchando Spotify en modo aleatorio. Toma el mismo subte en el que llegó, en Madison & 53 St, 25 minutos después ya está en su casa, cansada y con una sonrisa gigantesca. Sí, ya era hora de que los sueños dejen de ser sólo fábulas. (Colaboración de Gonzalo Beceda)

Textuales

- ¿Cómo entraste a Zac Posen?
- Ni yo entiendo cómo quedé. Mandé CV a Phillip Lim, Proenza Schouller, Thorsun, Zac Posen y Tia Cibani. Al otro día me llamaron de Zac para ir a una entrevista. Como nunca había ido a una en Estados Unidos, me puse a ver videos para ver de qué se trataba específicamente, preparé el CV, mi portfolio y después de un par de preguntas, mi actual jefa me dijo: “if you’re interested, you have the job” (si estás interesada, tenés el trabajo). Imaginate qué le contesté.

- ¿Cuánto hay de verdad en la película “Devil Wears Prada” (El diablo se vise a la moda)?
- Es casi 100% cierto real. Hay una cabeza con tremendo poder que de un chasquido puede hacer visible a un diseñador: Ana Wintour. Si el diseñador es emergente, ella es la persona indicada, tiene tremenda influencia. Los bloggers, por otro lado, condicionan muchísimo al consumidor. Y la triada se completa con los encargados de comprar las colecciones para los department stores (buyers), que son los que deciden qué sale al mercado y cuantas prendas se hacen.

- ¿Se desesperan los diseñadores por vestir celebridades?
- Sí. Cada vez que hay que vestir a una celebridad es toda una revolución, especialmente cuando van a la oficina: cuando estuvo Kate Hudson la semana pasada, Reese Whitherspoon, Christina Hendricks o cuando vestimos Michelle Obama. Vestir a celebridades da muchísima prensa, reconocimiento mundial, prestigio. Cuando hay un evento como los Oscars o alguna red carpet importante, todos los sitios, todos los blogs y la prensa, especializada o no, tienen puestos ahí los ojos, por lo que estar en el más mínimo detalle, suma.

- ¿Sentís que en argentina hay posibilidades para chicas como vos?
- Sí, aunque asusta volver. Los vaivenes económicos te obligan un poco a tener cierto respaldo o un grupo inversor a la par, más aún para alguien que quiere lanzar su propia marca; ese es mi plan.

- Si tuvieras que obsequiarle algo a Tucumán qué sientas que le haga falta ¿qué le regalarías?
- Creo que a Tucumán le falta pensar en un consumidor real. En recordar que el diseño es para alguien y ese alguien no está por fuera de las macrotendencias mundiales. No todo tiene que pasar antes por los ojos de Buenos Aires, ni tiene que parecerse a... pero tampoco puede descuidar que diseña para alguien que existe y vive en un contexto determinado. Le regalaría autonomía.

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