Un oasis en el desierto

Un oasis en el desierto

Con el deporte en declive, el duelo Mayweather-Pacquiao vuelve a darle cartel en el mundo

A LOS GOLPES. Mayweather siguió los pasos de su padre sobre el cuadrilátero. reuters A LOS GOLPES. Mayweather siguió los pasos de su padre sobre el cuadrilátero. reuters
30 Abril 2015
Es la pelea del siglo, la que batirá todos los récords, la que hará aún más millonarios a Manny Pacquiao y sobre todo a Floyd Mayweather, pero la potencia del combate no esconde el declive del boxeo, un deporte que sólo ahora y por unos pocos días regresa a las portadas del mundo.

El sábado, la que fue gran meca del boxeo, el Madison Square Garden de Nueva York, no se llenó para ver al ucraniano Vladimir Klitschko defender por décimo octava vez su título de campeón del mundo de los pesos pesados. El MGM Grand de Las Vegas, en cambio, estará abarrotado el sábado con casi 17.000 aficionados que pagaron miles de dólares por ver el esperado Mayweather-Pacquiao, que trata de recuperar para el boxeo un empuje que no se ve desde los tiempos de Mike Tyson y Lennox Lewis hace más de una década. “Nada crea una conversación más allá del deporte como un combate de boxeo”, dijo recientemente el ex campeón de los pesados George Foreman a “USA Today”.

Es complicado igualar los tiempos de Foreman, a pesar de que Mayweather, como los grandes del siglo pasado, ha sabido crear un personaje más allá del ring. Como prueba del cambio entre 1960 y 2015, no lo ha hecho recurriendo a un perfil político, activista y reivindicativo como Mohamed Alí, por ejemplo, sino con una vida de “reality show”, un hombre entregado al dios dinero. “No es que sea todo, es que es lo único”, afirma.

Las prioridades cambian con el paso de las décadas y así se explica también el declive del deporte que alcanzó su cota máxima en Estados Unidos por el talento de los jóvenes negros que solo en el ring podían ascender en la escala social de un país segregado. “El boxeo es para gente pobre que no puede encontrar otra forma de vida”, afirmó a “The New York Times” Bob Arum, promotor de Pacquiao y ex de Mayweather y de Alí. “No podemos hacer que chicos blancos de clase media lleguen al boxeo. Ningún padre en su sano juicio los dejará ir a un gimnasio. Yo no dejaría que mi hijo lo hiciera”, afirma Arum.

La pobreza es lo que acercó a Pacquiao al boxeo en Filipinas, al igual que Mayweather, que creció con unos guantes en la mano: su padre y su tío fueron púgiles. El número de licencias no deja de descender en Estados Unidos, que fue y es el principal país creador de boxeadores y de historias míticas en torno a ellos.

Incluso cuando existen las carencias económicas, hoy hay caminos más sencillos para llegar al deporte profesional, ascender socialmente y ganar mucho dinero sin necesidad siquiera de ser un astro. El deporte universitario y las becas lo han hecho posible, por lo que baloncesto y fútbol americano están acaparando el talento que antes iba al ring. “Cuando la gente me pregunta dónde están todos los pesos pesado de Estados Unidos, yo respondo que están jugando de ‘linebackers’ en el fútbol americano”, afirmó a ESPN Larry Merchant. Deportes menos sacrificados y con mayor posibilidad de éxito -cada equipo de fútbol americano, por ejemplo, lo componen hasta 40 jugadores- han tumbado al boxeo, la disciplina más brutal y la que más dudas éticas despierta.

Mayweather, de 38 años, y Pacquiao, de 36, encaran el ocaso de sus carreras. Pase lo que pase en Las Vegas quizás haya una revancha, pero no habrá ya años de rivalidad como Alí-Frazier o Alí- Foreman. “Siempre hemos dependido de un campeón para ser el deporte más grande”, sostuvo Foreman a “USA Today”. “Cuando ese campeón muere, lleva años recuperarse. Mayweather-Pacquiao puede volver a poner al boxeo en el lugar adecuado de nuevo”, agregó. Cuando los ecos del combate se apaguen y comience quizás a hablarse de una revancha, muchos contarán sus billetes, mientras miles de gimnasios en el mundo seguirán con su rutina a la espera de que el gran combate del siglo haya servido al menos para la promoción del deporte. Con la esperanza de que la pelea no se convierta en lo que es Las Vegas cada noche: un brillante punto de luz en medio del desierto.

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