La imagen de un viejo auto puede tocar las cuerdas sensibles del espíritu

La imagen de un viejo auto puede tocar las cuerdas sensibles del espíritu

“Cazarrecompensas” se titula la muestra de pinturas que Pablo Iván Ríos presenta hoy en el Rougés, con obras de su nueva etapa

La imagen de un viejo auto puede tocar las cuerdas sensibles del espíritu
En la muestra de Iván Ríos que se inaugurará hoy a las 20.30 en el Centro Cultural Rougés (Laprida 31) predomina la última producción pictórica del artista: los autos viejos que circulaban hace 40 o 50 años. El artista tituló a la exposición “Cazarrecompensas” porque a los vehículos retratados los salió a “cazar” en las calles con su máquina fotográfica.

“En un principio salí a buscar autos que tuvieran que ver con nuestra industria, porque había sensaciones dentro de mí que estaban ahí en esos autos de producción nacional. Con ellos me pasa lo mismo que con las series de ficción de los años 70 y 80. Esos personajes de historieta que tanto me gustan. Hay una identificación”, señaló Ríos.

La serie de los autos es fruto de un proceso que le llevó tres años y comenzó con una serie anterior donde el auto se insertaba en un paisaje con rosquetes en el cielo, una metáfora que alude a la condición humana. “En el camino me fui desprendiendo de cosas. De ese gran símbolo que es el rosquete, después me desprendí del paisaje y finalmente me sorprendí en estos últimos meses trabajando sólo con la figura del auto –relató-. Creo que en el proceso no estuvo tanto lo racional sino que se fue dando así por el trabajo mismo. La gente que veía mis obras empezó a encontrar una afectividad con ese tipo de auto”. 

El cine y las historietas

El artista reconoció que su formación tuvo grandes influencias del cine y las historietas. Le gustan los ilustradores americanos del siglo XX como Frank Frazeta, Norman Rockwell o Richard Corben, la pintura de Wayne Thiebaud y Eric Fischl, entre otros. “Hay quiebre importante en mi obra donde el énfasis está puesto sobre la condición humana y esto ocurre desde hace unos tres años –agregó-. Nunca aparece un ser humano. Sí hay paisajes urbanos, letanías, autos en marcha y un rosquete en el cielo como si de una luna se tratara. Hay en esa imagen repetida en toda la serie (Ultimo mensaje de texto) referencias a ese ausente de quien se habla. La comida, la palabra, el alimento del espíritu, son algunas de tantos pilares en los que se basa mi obra en ese instante. Después se desarrolló el tema de los autos con escala monumental rodeado de un paisaje hostil, imágenes apropiadas de películas como Blade Runner, Mad Max o Espartaco”.

“Finalmente, en la última parte ya hacen su aparición los autos solitarios –dijo-. Y es que la misma marcha me fue llevando primero a liberarme del paisaje, luego del relato y ahora solo está presente un signo que en nada refiere solamente a la máquina que se ve. Cada uno encuentra su propio relato. No son sólo autos porque sí. Están ‘cazados’ en nuestras calles. Llevan su historia a cuestas y cada uno de nosotros enlaza con ellos su propia historia”.

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