Rafael Bielsa: “hay un discurso hipócrita sobre la corrupción de parte de muchísima gente”

Rafael Bielsa: “hay un discurso hipócrita sobre la corrupción de parte de muchísima gente”

El ex canciller kirchnerista y actual presidente de Aeropuertos Argentina 2000 criticó el tenor moral de los que reclaman transparencia. El abogado dijo que el conflicto con los tenedores de bonos que no entraron al canje es “inevitable” y negó que el país esté tomado por el narcotráfico.

EN CONCEPCIÓN. El ex canciller kirchnerista disertó en la noche del viernes en la “Perla del Sur”, invitado por el Colegio de Abogados del Sur. LA GACETA / FOTOS DE OSVALDO RIPOLL EN CONCEPCIÓN. El ex canciller kirchnerista disertó en la noche del viernes en la “Perla del Sur”, invitado por el Colegio de Abogados del Sur. LA GACETA / FOTOS DE OSVALDO RIPOLL
14 Diciembre 2014
Cero exposición pública. Rafael Bielsa (1953, Rosario, Santa Fe) anuncia en Concepción que el año próximo se dedicará a leer, a pensar, a escribir y a su trabajo en la presidencia de Aeropuertos Argentina 2000. Lo dice con entusiasmo y con el entendimiento de que por delante tiene solamente diez años de labor intelectual. “Los quiero aprovechar”, confiesa al término de la presentación de “Tucho. La ‘Operación México’ o lo irrevocable de la pasión” (Edhasa, 2014), la primera de las muchas novelas que pretende concebir.

Después de cautivar al auditorio con la oratoria dinámica que lo caracteriza; de explicar la “tragedia griega” del guerrillero montonero Edgar Tulio “Tucho” Valenzuela y por qué decidió novelar una historia real; de firmar ejemplares en el Teatro de la Estación, Bielsa todavía tiene tiempo y espíritu para una entrevista. Y para exponer por ¿penúltima vez? su perspectiva sobre la política y el kirchnerismo al que adhirió como canciller (2003-2005), diputado nacional (2005-2007), Secretario de Programación para la Prevención de la Drogadicción y la Lucha Contra el Narcotráfico (Sedronar, 2011-2013) y actual titular de la compañía a cargo de los aeropuertos del país.

“Hay un discurso hipócrita sobre la corrupción”, dispara Bielsa después de preguntarse sobre quién tiene autoridad moral suficiente para exigir transparencia en Argentina. La conversación a solas con LA GACETA transcurre en el escenario que ha quedado vacío tras la disertación organizada por la Comisión de Integración del Mercosur del Colegio de Abogados del Sur, los directivos de dicha entidad profesional y los miembros del Consejo Asesor de la Magistratura.

- ¿Se aleja de la trinchera política para ensayar el equilibrio?

- Nada importante es sencillo. Las cosas importantes siempre son complejas. Uno de los rasgos de nuestro carácter es la simplificación excesiva de las cuestiones, y la búsqueda de posiciones determinantes y tajantes. Trato de comprender más que de condenar. Si uno comprende, puede dejar atrás las cosas, soltarlas o que ellas lo suelten a uno. De lo contrario, uno arrastra fragmentos de cadáveres. Y eso no es sano ni conduce a ningún lugar. Prefiero pensar en un camino diferente, quizá más escarpado. Una cosa es olvidar y otra es no odiar: no me olvido de nada, pero tampoco me parece que una sociedad pueda estar todo el tiempo restregándose el odio.

- El Gobierno actual ha recibido el reproche de alentar el maniqueísmo o la lógica del amigo-enemigo. ¿Usted considera justo ese reclamo?

- El conde de Buffon decía que el estilo es el hombre mismo. Entonces, la política es mucho el estilo y este puede ser confrontativo. Ser minoría sólo sirve si uno está dispuesto a jugarse entero. Si no, hay que buscar la mayoría que se consigue por consenso. No hay que confundir el estilo, cómo se expresan las cosas, con la disputa que se está dirimiendo. Advierto que en muchos temas se ha llegado a una fórmula transaccional. Dijeron “van por la Justicia”, pero las iniciativas originales terminaron siendo reformadas. Nosotros somos los campeones mundiales del “apúrate y declara”.

- ¿Cuál es su análisis sobre la denuncia de corrupción que aqueja al oficialismo?

- Las causas de corrupción, que imputan delitos de enriquecimiento ilícito, evasión fiscal, etcétera, tienen juez y están siendo instruidas. ¿Cómo voy a opinar sobre casos sujetos a investigación judicial? Aparentemente los jueces están instruyendo bien y rápido, y hay avances enormes, según la prensa que conforma el arco opositor. Si algo ha sucedido en Argentina en la última década es que no quedó nada sin ser discutido. Si usted me dijera que nuestros magistrados son formales como el juez de Egipto que acaba de decir a (Hosni) Mubarak que los delitos que se le imputan pasaron hace mucho tiempo, yo aceptaría las dudas. Esperemos a que los magistrados resuelvan.

- ¿Llegó la hora de la transparencia?

- La Argentina no se caracteriza porque sobren ejemplos de conducta. ¿Cuál es el promedio moral de nuestra patria? ¿Cuándo reclama transparencia? Trabajé durante años como abogado de bancos y me cansé de escuchar a ejecutivos llenarse la boca hablando de las hipotéticas corrupciones del Gobierno, y de ver cómo luego ellos mismos participaban y diseñaban maniobras para lavar dinero, eludir al fisco y sacar fondos al extranjero. Para decir ciertas cosas hay que tener un cierto tenor moral. Yo nunca me llevé un centavo ni como víctima de la dictadura ni como funcionario público. No le pedí dinero al Estado porque fui secuestrado y torturado; porque perdí mi trabajo y me exilié. Yo no curré con los derechos humanos. Le agradezco a Dios porque nunca tuve que ir a un juzgado a prestar una declaración indagatoria. No tendré dinero, pero estoy muy conforme con cómo he vivido. ¿Quién tiene derecho a pedir la lucha contra la corrupción? ¿Quién tiene derecho a exigir que se forme una comisión para investigar? ¿Quién vive de acuerdo con las riquezas que declara con la pobreza que hay en la República Argentina? Hay un discurso hipócrita sobre la corrupción de parte de muchísima gente que se encarama en un reclamo que no es nuevo porque ya lo escuchamos a los finales de 1990, y todo terminó en dos o tres chivos expiatorios o en condenas diez años más tarde que no sirven a nadie.

- Entonces, ¿no es posible pedir que acabe la corrupción?

- Creo en las instituciones, y en la denuncia con nombre y apellido. Basta de estribillos genéricos como el que dice que la gente de los derechos humanos se ha enriquecido. ¿Quién? Hacé la denuncia, presentá pruebas, poné tu firma… Es muy fácil descalificar en general. ¡He visto cada individuo esperpéntico demandar por una conducta que predica pero no practica! Hay que ser decorosos.

- Usted estuvo en la Sedronar. ¿El cierto que el narcotráfico está desbocado, como advierte, por ejemplo, el camarista federal Ricardo Sanjuán?

- Para poder trazar política hay que medir: me parece irresponsable opinar sin mediciones que sirvan de sustento. La Argentina tiene problemas de consumo, sobre todo, de sustancias lícitas: psicofármacos y alcohol. Me parece que hay un problema de los laboratorios; de los expendedores que venden a menores o a quienes no tienen receta, y del Estado, que no controla como debería. De Argentina sale droga para otros mercados porque el mercado interno es muy poco atractivo y la prueba es que no tenemos muchos casos de muerte por sobredosis. La prevalencia de consumo de marihuana y de clorhidrato de cocaína es similar a la de Chile y de Uruguay, y está muy lejos de la de Estados Unidos. La Argentina no gasta poco en materia de estupefacientes, pero gasta mal: en el orden federal hay cerca de 40 programas que no están suficientemente coordinados. Una droga tremenda es la pasta base que consumen los sectores más vulnerados, que tienen menos acceso a un servicio de prevención o de recuperación de adicciones. Hay que poner el asunto “narcotráfico” en términos menos catastrofistas. Quizá haya lavado de dinero, pero eso es muy distinto a decir que aquí están trabajando los cárteles colombianos. No somos Medellín ni nos estamos transformando en eso, aunque somos capaces de hacerlo.

- ¿Y qué dice de los que hablan del aislamiento mundial de Argentina?

- Sería un pésimo ejecutor de políticas exteriores si emitiera un juicio sobre quienes me sucedieron en la Cancillería. Hay conflictos inevitables y hay conflictos inexplicables. El arte de un buen canciller es evitar los inexplicables para hacerse cargo con solvencia de los inevitables. Uno de ello es el de los “holdouts” (bonistas que no ingresaron al canje). Lo que hace esa gente es escandaloso, pero no sólo con nosotros, sino con Congo, con Perú, con Panamá… La actividad financiera no es lo mismo que la productiva, al menos yo no respeto tanto a la primera. Desde el punto de vista económico, lo que están haciendo los fondos MNL y Paul Singer es denigratorio y hostil para con la Argentina. Se trata de un conflicto inevitable y hay que afrontarlo con coraje a sabiendas de las consecuencias que tendrá.

- ¿Qué opina del Papa Francisco?

- Tener un jugador global de la propia nacionalidad es lo mejor que le puede pasar a un país. En ese sentido, todos los pasos que Argentina dio fueron acertados, desde la asistencia (de la presidenta Cristina Fernández) al acto de inicio del papado hasta la designación del embajador (Eduardo) Valdés, que tuvo mucho responsabilidad en la pavimentación de un camino de ida y vuelta entre El Vaticano y Buenos Aires.

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