El ministro y un joven

El ministro y un joven

Paul Groussac conoce a Nicolás Avellaneda

PAUL GROUSSAC. Cuatro décadas después de su encuentro con Avellaneda, el maestro francés aparece al centro, entre Manuel Mayol y Francisco Álvarez, en la imprenta de “Caras y Caretas” la gaceta / archivo PAUL GROUSSAC. Cuatro décadas después de su encuentro con Avellaneda, el maestro francés aparece al centro, entre Manuel Mayol y Francisco Álvarez, en la imprenta de “Caras y Caretas” la gaceta / archivo
Paul Groussac conoció a Nicolás Avellaneda en febrero de 1871. El tucumano era entonces ministro de Justicia, Culto e Instrucción Pública, y Groussac alguien absolutamente desconocido. Pero Avellaneda había leído el primer artículo que el joven francés publicaba en la “Revista Argentina”, y le llamó tanto la atención, que invitó a su autor a la Casa Rosada.

Acudió acompañado por su compatriota Alfredo Cosson, rector del Colegio Nacional porteño. Ingresaron al despacho para aguardar, de pie, que Avellaneda terminara de hablar con “una docena de solicitantes, conocidamente provincianos los más, por el pelaje y la tonada”, recordaría Groussac mucho después, en “Los que pasaban”. Cuenta que cuando veía actuar al ministro, “se desprendía para mí una impresión extraña, mezcla de respeto y simpatía flotante que, decididamente, ‘cuajó’ para siempre al oírle cerrar la audiencia del último solicitante que me precedía”.

Este era, narra, “un politicastro santafesino o cordobés, por lo que colegí, y cuya instancia final rechazó netamente el ministro” con pocas palabras: “Eso no, dígale al Payo que no debe pedirme una injusticia, ¿Huh?” (este cloqueo nasal en fin de frase era otro de sus tics)”.

Despachado así el pedigüeño, Avellaneda empezó a hablar cordialmente con Groussac. Sabido es que le ofrecería una cátedra en el Nacional de Tucumán, lo que lo llevó a residir entre nosotros hasta 1883. Comentaba Groussac: “¡Dichoso país y años dichosos aquellos, en que todo un ministro nacional y candidato a la presidencia, se desprendía del teje maneje político para atender a un pobre muchacho extranjero, recién salido del literario cascarón!”.

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