Kitesurf al extremo en la Laguna Verde

Kitesurf al extremo en la Laguna Verde

Un tucumano navegó en un espejo de agua chileno a más de 4.300 metros sobre el nivel del mar

SECUENCIA.Abajo, Páez Iglesias es asistido para ingresar y en el agua, logra la foto que tanto deseó. fotos de césar campopiano SECUENCIA.Abajo, Páez Iglesias es asistido para ingresar y en el agua, logra la foto que tanto deseó. fotos de césar campopiano
22 Noviembre 2014
El relato de Martín Páez Iglesias debería empezar con esa advertencia que suele verse en documentales en los que alguien trata de establecer alguna marca inédita. “Las acciones están hechas por expertos. Se recomienda no intentarlo en casa”, se aconseja. “No, no, que lo intenten. Está buenísimo que en estas épocas, gente común y corriente pueda acceder a algo que enriquece tanto”, arengó Páez Iglesias.

Lo que está tan bueno para él, puede considerarse una acción desquiciada para otros. Páez Iglesias practica uno de los deportes alternativos, considerado extremo, más jóvenes que tiene el mundo: el kitesurf. Lo practica en la provincia en los dos puntos más aptos: los diques Celestino Gelsi, en El Cadillal, y La Angostura, en Tafí del Valle. Con esa condición deportiva de kiter es que empezó junto a su amigo Leo Casadey a idear un objetivo extremo, en sintonía con el principal rasgo de la actividad. Así se propusieron navegar a miles de metros sobre el nivel del mar.

Para un deporte que depende de los vientos, de la temperatura del agua y un clima templado, casi cálido, elevarse varios metros sobre el nivel del mar no es lo ideal, pero sí, por demás desafiante. “Trabajo como cualquiera, entreno, navego, lo hago con pasión y me di el gusto de hacer algo que nadie hizo. Eso es lo que hay que intentar; sería buenísimo que lo hagan todos”, enuncia su conclusión. Más que de una experiencia deportiva, parece hablar de una máxima de la vida. Por eso él propone que la advertencia no se ponga antes de su discurso: hay que intentarlo, hay que concretar las metas y deseos a bordo de un kite o manejando un auto todos los días.

Él lo logró mediante el kitesurf. “A mí, y en casa, nos gusta todo lo extremo”, estableció. “Pero lo extremo en sensaciones, no en cuanto al peligro”, aclaró. No es que el plan se hizo de la noche a la mañana. Hubo estudio e investigación de por medio, además de un amplio bagaje de conocimientos técnicos adquiridos luego de navegar en distintos spots (puntos aptos para el kitesurf) de Argentina, Chile Uruguay y Brasil. Por cuestiones laborales, su amigo no lo pudo acompañar en el desafío, por lo que Páez Iglesias se unió a la travesía “+6000” encabezada por Andrés Pariz, un montañista experto que hizo cumbre en el Aconcagua, el Pissis y en el Ojos del Salado y que con 24 tucumanos más se propusieron conquistar el cerro Vicuñas.

La investigación llevó a Páez Iglesias hasta la Laguna Verde en la región de Atacama, en plena cordillera de Los Andes. El espejo de agua en territorio chileno fue el punto ideal para la experiencia: establecer un récord de navegación en kitesurf a gran altura. Las condiciones a las que se iba a enfrentar, hostiles como mínimo, fueron las que sedujeron y motivaron al kiter. “La Cordillera es uno de los lugares más salvajes del mundo, y esa zona en especial rodeada de montañas que tienen sus cimas en los seis mil metros del altura”, detalló Páez Iglesias. “No son condiciones placenteras para navegar”, reconoció. “Pero uno nunca se olvidará del entorno: solo en el agua, el viento y el sol. Es para decir: ‘navegué donde me propuse y listo, lo logré”, simplifica antes de contar lo extremo de las condiciones. “Las manos las tenía moradas, tenía traje de neopreno, guantes, botas. Muchos elementos que usualmente no uso, pero los tenía que tener”, describió sobre los 15 minutos que soportó estar en el agua color verde esmeralda.

Precisamente, esa tonalidad debería haber funcionado como una advertencia para tomar otra precaución. “Sabía que la altura y el viento eran factores exigentes. Sin embargo, el chasco más fuerte fue cuando entré al agua y me mojé la boca; fue lo menos pensado”, reveló. Sucede que la laguna es receptora de todos los minerales de las montañas. El deshielo y las partículas que transporta el viento hacen que los minerales se depositen en el agua. Ni hablar del fondo de la Laguna Verde: es de roca sólida compuesta por cientos de sustancias.

El agua es hipersalada y en la zona hay alta concentración de arsénico, mineral que provoca ese color. El malestar que sintió Páez Iglesias no fue tanto por la baja temperatura, ni por el viento intenso, casi 30 nudos más que en condiciones normales, sino por la extrema salinidad del agua. “Si hubiese estado entre las cosas que deberíamos haber previsto, de seguro llevaba un camelback (mochila para transportar agua) para lavarme la boca”, reflexionó un poco tarde Páez Iglesias.

“Uno trata de combinar todo lo que le gusta. La montaña, el kite y cuando empezamos a investigar con Leo, nos dimos cuenta que podíamos hacer algo importante. Algo que nadie haya hecho”, explicó satisfecho sobre los minutos más emocionantes que le regaló el deporte.

Tamaño texto
Comentarios
Comentarios