Mirando hacia 2016
BUENOS AIRES.- “¿Reclamaron también el ajuste por inflación en los balances?”, inquirió el periodista a un importante ejecutivo, luego de escuchar varias quejas de su sector ante el enorme peso que ejerce la presión fiscal sobre las empresas. “Para eso hace falta que primero el gobierno reconozca la inflación. Mientras siga desconociéndola, es imposible ponerse de acuerdo”, concluyó el empresario.

El diálogo es sólo una muestra del pensamiento que tienen los hombres de negocios sobre la actual política económica. No se trata del día a día o el precio del dólar. Tampoco si habrá arreglo con los acreedores. Para el mundo empresario, las cosas no dependen sólo de un arreglo con los holdouts. Eso puede servir sólo para no pasar 2015 plagado de sobresaltos. El objetivo de las principales empresas del país está puesto en el día después, una visión compartida también en Manhattan.

“Vemos a la Argentina con muchas posibilidades en el mediano plazo. Estamos esperando como se resuelve el proceso electoral porque hay mucha plata en el mundo esperando por entrar en el país. Hay precios muy tentadores e infinidad de negocios por desarrollar. La Argentina se asemeja a esos países que estuvieron durante años detrás de la Cortina de Hierro y que cuando cayó el Muro de Berlín se transformaron en un imán para las inversiones. Pero eso sí, todo dependerá de como hacen las cosas, plata es lo que sobra en el mundo”, comentó un analista de Wall Street de paso por Buenos Aires. Consultado sobre los operativos que montó el gobierno sobre la City para controlar el mercado cambiario, el analista comentó: “eso no sirve, eso dura poco, mientras no haya una política económica clara, la desconfianza va a seguir. Son claros signos de impotencia del Banco Central, remató.

Pero el manejo de la política monetaria tiene una limitante de mayor peso específico: la política fiscal. El descontrol del Tesoro es absoluto y sin límites, y con el gasto dependiendo sólo de la voluntad de la Casa Rosada. Este despilfarro de recursos se traduce luego en un fenomenal ajuste sobre los sectores de ingresos fijos.

La negativa a subir el mínimo no imponible de Ganancias y a otorgar un bono de fin de año a los jubilados y pensionados es una clara muestra del dispendio fiscal. El mantenimiento de subsidios y prebendas implica que otros sectores sufran los efectos de la inflación generada por el excesivo gasto público. Si el Tesoro no tuviera déficit, la Anses podría pagar al sector pasivo el bono de fin de año y podría cumplir con los fallos judiciales. Lo que Diego Bossio no dice es que la Anses destinó al Tesoro $ 55.000 millones durante 2014, para que el gobierno pueda seguir con su festival de subsidios y prebendas a sectores improductivos en detrimento de los haberes del sector pasivo. Queda claro que, para la administración Kirchner, es más importante atender los gastos de millones de personas que dicen trabajar para el Estado, o el Fútbol para Todos, o una aerolínea deficitaria, que pagar a millones de pasivos su justo beneficio. El modelo kirchnerista está terminado y aunque todavía falta un largo trecho hasta su final, los agentes económicos comienzan a mirar hacia 2016 porque saben que en estas condiciones la Argentina es inviable.

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