La inflación leva sus anclas

La inflación leva sus anclas

Por Marcelo Bátiz - Agencia DyN.

26 Octubre 2014
Los siete años de manipulación estadística que el Indec mostró hasta diciembre de 2013 parecieron encontrar su final al mes siguiente, cuando el ministro de Economía, Axel Kicillof, anunció el 3,7% del por entonces flamante Índice de Precios al Consumidor Nacional Urbano (IPCNu). Sólo hubo que esperar algunos meses para que todo volviera a la anormal normalidad de los siete años anteriores, con una brecha cada vez mayor entre la inflación oficial y la de las consultoras. Y con esa brecha vino incorporada la batalla discursiva entre oficialismo y oposición acerca de cuál es la medición valedera. Pero al margen de los cruces de declaraciones, conviene repasar la evolución de las principales variables como para tener presente que, parafraseando a la presidenta, a la inflación no la puso el Espíritu Santo.

Desde 2003 a 2013, el gasto del Estado aumentó un 1.083% y podría llegar al 1.650% cuando finalice el año. En el mismo lapso, se pasó de un superávit financiero de $ 434,7 millones, a un déficit de $ 64.477,2 millones, que subirían a más de $ 124.000 millones si se excluyen las asistencias financieras de la Anses y del Banco Central. Para fin de 2014, las estimaciones son de más de $ 200.000 millones.

Al asumir Néstor Kirchner la presidencia, el dólar de cobertura, surgido del cociente entre base monetaria y reservas, era de $ 3,05. Hoy es de $ 14,75, pero llegaría a $ 22,50 si no fuera por la desmedida emisión de letras del Banco Central. El stock de las Lebacs creció en ese período un 4.040%, de representar el equivalente al 15% de las reservas, llegan hoy a equivaler más del 90%. Por si no alcanzaran las presiones inflacionarias, la pésima política energética transformó una balanza superavitaria que acumuló un saldo de U$S 33.000 millones hasta 2010, y que desde entonces hasta el final del mandato de la presidenta, Cristina Fernández, se empardará con un déficit, en el mejor de los casos, similar.

Con ese estado de cosas es absurdo preguntarse si la inflación anual será inferior o superior al 40%. La pregunta que hay que hacerse es por qué la inflación es tan baja. Y lo es, básicamente, por las dos “anclas” de las que se valió el kirchnerismo: Las exportaciones de soja y la estabilidad monetaria en Brasil. De las dos anclas, la del complejo oleaginoso es la más poderosa. Sin ella, el superávit comercial acumulado de más de U$S 160.000 millones sería un déficit de más de U$S 60.000 millones. Pero no debe minimizarse el poder de la otra ancla. Las devaluaciones de las sucesivas monedas brasileñas siempre dieron de lleno en nuestra economía y su impacto creció a medida que se ampliaban las diferencias entre los dos países.

Como no hay mal que por bien no venga, todas las buenas noticias tienen su contracara: alguna vez se terminan. Después de una apreciación prolongada, por lo general viene una devaluación, y los precios de las materias primas no suben indefinidamente. En otras palabras, las anclas inflacionarias se levantan. Hace más de dos siglos, Napoleón Bonaparte recomendaba que con las bayonetas se podía hacer cualquier cosa menos sentarse sobre ellas. No hace falta ser un estratega para darse cuenta de los riesgos de tener durante once años dos anclas sobre la cabeza.

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