Muchos héroes, pocos mártires

Muchos héroes, pocos mártires

Aunque faltan pocos meses para definir las candidaturas, para el puesto de intendente capitalino ninguno se anota en el peronismo, nadie quiere poner su nombre en una boleta que, hoy por hoy, no garantiza el triunfo.

Muchos héroes, pocos mártires
“Mi conclusión es obvia: sigue gobernando el Príncipe de las Tinieblas. Y ese gobierno se hace mediante la Secta Sagrada de los Ciegos. Es tan claro todo que casi me pondría a reír si no me poseyera el pavor”. Sobre Héroes y Tumbas, Ernesto Sabato.

Octubre no se guardó nada. Empezó arrasando políticamente, tanto en sucesos como en palabras. Pasó del temor y la denuncia de un golpe al relato -que provocó cambios en el Gabinete nacional- a nuevos adioses al poder en Tucumán; de los mártires que se quieren construir en la Casa Rosada a los héroes de la década ganada que se quieren inventar en la provincia. Cristina reflejó en su espejo a Chávez, no dio tregua atacando a los enemigos del Norte. Alperovich, por estos lares, volvió a insistir en su inevitable alejamiento del poder con tono a desafío: “estamos dejando una provincia limpita, para que el que asuma pueda gobernar con tranquilidad”. Ergo: el que venga no lo puede hacer peor, o empeorarlo. La Presidenta decidió seguir encerrándose en su núcleo de camporistas para culminar el mandato entre leales; el gobernador decidió jugarse por una fórmula de supuestos fieles para 2015, sin pensar en que puede estar cometiendo el mismo error que Julio Miranda en 2003 cuando armó a la fuerza el binomio Alperovich-Juri. Cuatro años después los dos dirigentes se terminaron enfrentando. El país y Tucumán se aprestan a vivir meses movidos, de sacudidas políticas y anuncios sorpresivos, tanto en lo institucional como en lo electoral. Se avecina un tiempo de héroes y de mártires, al decir de sus propios protagonistas.

Porque héroes y mártires los hay en toda guerra, pero también en todo proceso electoral. Entre los primeros están los que ganan y entre los segundos, obvio, los que pierden. Para todos los comicios se necesitan de ambos, de gente que ponga la cara según las circunstancias, unos para las sonrisas y los abrazos en el triunfo y otros para que sepan disimular el abandono y el dolor de la derrota. Y en política, nadie quiere ser mártir, por más causa justa que implique encabezar una boleta electoral que de antemano se sabe que no va a llegar a la victoria. En ese marco, en el peronismo -por lo menos entre los oficialistas-, cuesta encontrar a alguien que hoy saque pecho y diga explícitamente que quiere ser el candidato a intendente por la capital. Para el alperovichismo, a la Sección I hay que anotarla -por ahora- entre las pérdidas de 2015, en función de lo que dicen las encuestas que manejan y los resultados que se dieron en 2013.

Entonces, ¿quién da su nombre para ocupar el puesto de aspirante a jefe municipal capitalino? ¿Quién está pensando en ese momento del futuro en el que se deberá dar la cara y explicar por qué se perdió? Ese puesto causa escozor entre los alperovichistas, especialmente a aquellos que sienten -o temen- ser los posibles señalados por el gobernador para dar una batalla que se considera perdida. Máxime cuando todos saben que al mandatario lo único que le interesa es ganar la gobernación a como dé lugar, por un voto si es necesario; la intendencia y la Legislatura no le preocupan para nada. Por lo tanto, nadie se pone en esa fila ni asoma la cabeza, menos con el peronismo dividido; si por dividido se entiende la coexistencia en espacios diferentes de Alperovich, Amaya, los massistas, sciolistas y La Cámpora. Fracturado, difícilmente el PJ pueda mantener bajo su custodia política el principal municipio tucumano. Ninguno de los “jóvenes” de la política quiere ser esa cara visible, menos los del Grupo Terraza. Como la mayoría de la dirigencia justicialista, en esa pelea no quieren inscribirse, por lo menos hasta que aclare. Huir aconseja la hora. Hablar, menos.

Claro, que así que como en esta batalla ninguno en el justicialismo quiere sufrir ese martirio, desde la otra vereda, muchos se inscriben en la nómina de los eventuales futuros héroes. Entre los radicales, los potenciales beneficiarios de un posible triunfo; hacen cola para liderar la lista municipal la senadora Silvia Elías de Pérez, el diputado nacional Luis Sacca, el legislador Federico Romano Norri; aunque algunos “correligionarios” no descartan sumar en esta disputa a Eudoro Aráoz y a Jorge Chehín. Es una lista reducida si se tiene en cuenta lo mucho que hay en juego, nada menos que San Miguel de Tucumán, un municipio que los radicales supieron gobernar en los comienzos de la renovada democracia, allá por los ochenta. Sin embargo, como bien lo describe un ingenioso “boina blanca”: los radicales empiezan a acercarse a la mesa cuando el asado está servido.

Pero no todo queda allí; en el medio juega un acuerdo que abrían abrochado el tigrense Sergio Massa (Frente Renovador) y el diputado nacional José Cano (UCR): si no surgía un candidato que arrasara en las encuestas internas, cuya diferencia con los segundos sea tan contundente como para imponerlo sin más ni más, se llamaría a elecciones internas para definir al postulante a intendente de un eventual frente entre UNEN y el FR. En esa instancia se prendería el legislador massista Gerónimo Vargas Aignasse, el mismo que perdiera los comicios municipales en 2003 a manos de Antonio Bussi por un puñado de votos. El massismo sostiene que esta situación no implica ningún condicionamiento, sino sumar; y hasta deslizan con cierta satisfacción que sus propias mediciones ubican al legislador peronista por encima de la senadora radical.

De cualquier forma falta bastante para cualquier alternativa electoral, incluso todavía hay que analizar de qué manera influirán las PASO nacionales del 9 de agosto -para elegir candidatos a presidente, diputados y senadores- en los comicios provinciales que se harán el mismo mes, el 23 o 30. Como bien advierte un avezado en esto de acuerdos electorales, no se puede ser socio para una elección y contrincante para la próxima. Los pactos políticos deben incluir a ambos procesos comiciales, sino sería una prueba de amor incompleta. Sin embargo, el armado de la sociedad puede tener sus complicaciones y contratiempos. Como bien lo sintetizó un referente radical del oeste: no puedo enfrentar al mellizo (Orellana) por la diputación nacional -en las PASO- y luego ser socio en los comicios provinciales. No es coherente.

En Fuerza Republicana, por primera vez, el apellido Bussi no aparecería en la boleta luchando por la gobernación, sino por la intendencia. El legislador Ricardo Bussi pelearía por el puesto que ganó su padre hace 11 años -que no pudo asumir por causas judiciales-, y hasta apelaría a ese recuerdo para hacer campaña. El concejal Claudio Viña, sacaría la cara por los bussistas aspirando a gobernador y a legislador por la capital. Bussi iría también por la banca de concejal, ya que las dobles candidaturas aún no han sido vetadas.

En fin, en la disputa por la intendencia capitalina hay mucho por decir. Por el lado de la lucha para la gobernación varios se anotan para el bando de los héroes, unos porque estiman que los ayudarán las estructuras político-clientelares, otros porque calculan que hay cierto hastío en la gente y que se buscarán nuevas alternativas, otros porque creen que en la diferencia pueden sacar alguna ventaja.

La aparente dupla elegida por Alperovich para sucederlo (Manzur-Jaldo) se ha tomado en serio el papel de binomio bendecido. Por lo menos, por el tono de sus declaraciones de campaña se desprende que están convencidos sobre lo que tienen que hacer en adelante, además de haber aceptado el reto del titular del Poder Ejecutivo respecto de gobernar con tranquilidad por la situación en la que deja la provincia.

Hace poco, ante la presencia de 93 delegados comunales, Manzur se animó a deslizar: “vemos la manera de cómo seguir mejorando y cambiando Tucumán”. El hombre ya se siente ganador y traza sus propios desafíos para después de 2015. Por eso dijo más todavía, según el propio informe que hizo circular la Secretaría de Prensa de la Provincia: “tiene que ver a futuro cómo seguimos; este proyecto le viene cambiando la calidad de vida a los tucumanos, hay que cuidarlo y conservarlo”. Otros dirían defender el modelo.

¿Manzur mantendrá el sistema de caja única? Es la forma en que Alperovich armó una estructura de poder clientelista, obligando a que nadie sacara los pies del plato y a que respondiera disciplinadamente a cada cita electoral. Escasa calidad institucional por donde se lo mire, ya que no libera del sometimiento de los recursos a los jefes territoriales. Mantener este régimen es toda una seducción, pues degenera en una significativa acumulación de poder. Claro que después de 12 años de mandato, algunas pequeñas venganzas pueden ocurrir porque este mecanismo de manejo institucional-clientelar deja heridos y desengañados. Especialmente en el peronismo. Por eso el rol más duro en esta misión de aglutinar voluntades para los comicios de octubre del año próximo le tocó a Jaldo: el tranqueño tiene que evitar las fugas en el justicialismo. O sea, bailar con la más fea. “El gobernador encomendó salir a unir al peronismo”, reconoció en ese mismo encuentro con los comisionados rurales. Hoy, más desunidos no pueden estar el PJ. Hay varios referentes que disputan espacios de poder, y esa división pone en peligro no sólo la continuidad de la gestión en la intendencia, sino también en la gobernación.

Definir una dupla y sacar del tablero a su propia esposa, Beatriz Rojkés, fueron las primeras decisiones políticas de fuste de Alperovich para intentar que el modelo se mantenga. Creó sus propios héroes y mártires.

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