Los casos de tortura en el ámbito policial

Los casos de tortura en el ámbito policial

Es tan antigua como el hombre. Es un reflejo de la violencia que anida en él. Su historia de siglos arrastra vergüenza, prepotencia, cobardía, insensibilidad, odio, un enorme desprecio por el prójimo. El diccionario de la Real Academia Española la define como “grave dolor físico o psicológico infligido a alguien, con métodos y utensilios diversos, con el fin de obtener de él una confesión, o como medio de castigo”. La tortura ha sido una marca registrada, en particular de los regímenes dictatoriales, y de la policía.

La divulgación de un video en LA GACETA online, ocurrida el martes pasado, en el que se observa a un policía que levanta de los pelos a un joven esposado, boca abajo, y lo lanza de cara contra el suelo en reiteradas ocasiones, mientras le pide que imite sonidos de distintos animales, ha despertado un escándalo que ha trascendido las fronteras provinciales. Durante el tormento, tanto el victimario como su espectador se divierten con la golpiza.

Se detuvieron inicialmente a dos agentes, que pertenecen al sistema de emergencias 911, quienes negaron la imputación. El jueves, arrestaron a tres agentes más. La cruel agresión habría sucedido el 20 de septiembre, por la mañana, cuando el dueño de un galpón ubicado en la zona norte de la ciudad llamó al 911, porque había sorprendido a un joven en el interior de su propiedad. Los policías que llegaron al lugar, lo detuvieron, le colocaron las esposas y mientras esperaban que llegara un patrullero de la seccional 5ª para trasladar al supuesto delincuente, lo torturaron, según se informó.

En otras oportunidades han salido a la luz hechos de apremios ilegales. Por ejemplo en 2004, dos agentes la seccional 11ª mataron a golpes a un puestero, detenido por una infracción de tránsito o casos mas recientes como el de como el de un vendedor ambulante de 20 años, que denunció el 28 de septiembre pasado que tres agentes lo molieron a palos y le fracturaron la nariz en un boliche de Junín al 100.

Lo insólito es que Tucumán cuenta con una herramienta importante para evitar estos abusos de las fuerzas de seguridad, tal como la ley N° 8.523, promulgada en septiembre de 2012, que prescribe la creación la Comisión Provincial de Prevención de la Tortura y otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes, organismo actuará en la defensa y protección de los derechos y garantías consagrados en los Tratados Internacionales, la Constitución Nacional, Provincial y demás leyes, de toda persona que se encuentre o pueda encontrarse privada de su libertad de cualquier modo, en cualquier tipo de establecimiento bajo jurisdicción y control del Estado Provincial. Sin embargo, la norma no está en vigencia porque el Poder Ejecutivo no la ha reglamentado.

No es la primera vez que Tucumán es noticia por estos denigrantes episodios, que se han reactualizado a través de los cientos de testimonios que se escucharon en los juicios contra los represores de la última dictadura militar. Si la institución policial sigue conservando esta metodología, significa que poco se ha hecho para humanizar a la fuerza en 31 años de democracia. Sigue prevaleciendo el espíritu represor. Lo más grave aún, es que la misma autoridad quiere hacer justicia por mano propia al torturar a un delincuente, en este caso, para divertirse.

Lejos de inspirar confianza, hechos como estos profundizan el sentimiento de temor de una buena parte de la ciudadanía hacia la Policía.

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