Un nocaut que debe repetirse

Un nocaut que debe repetirse

“El Hachero” Santana peleó por primera vez en su barrio y el boxeador quiere mucho más: “Ojalá los chicos se sumen al boxeo y dejen las drogas”.

TAMBIÉN LOCAL. Aunque no peleó, Mayra Álvarez, integrante de la selección tucumana de boxeo, recibió el calor de sus vecinos cuando subió al cuadrilátero. LA GACETA / FOTO DE HÉCTOR PERALTA TAMBIÉN LOCAL. Aunque no peleó, Mayra Álvarez, integrante de la selección tucumana de boxeo, recibió el calor de sus vecinos cuando subió al cuadrilátero. LA GACETA / FOTO DE HÉCTOR PERALTA
21 Septiembre 2014
Hoy el predio de “El Porteño”, en la calle Haití 1500 (barrio La Costanera), está vacío. Su aspecto, sin embargo, es diferente al que tenía hace un par de años. En las últimas horas, sacaron más de tres contenedores con basura, malezas y escombros. Aunque todavía se caen algunos pedazos de las paredes y pisar el suelo mixto de zócalo y tierra demanda la agilidad de un acróbata, la limpieza general fue suficiente para engalanar el lugar en el que se hacían bailes.

La velada boxística tuvo el marco adecuado para el nocaut técnico que el hijo de La Costanera, Héctor Santana, le propinó al salteño Darío Matorras en el tercer round. El cielo, la lluvia y unas 300 personas fueron testigos del triunfo número 22 del púgil que se fue más feliz que nunca por el público que le tocó.

Claro que la idea tenía prácticamente asegurado el éxito. Santana, que además de vivir en el barrio y ser conocido por su condición de boxeador, tiene contacto con sus vecinos todos los días porque vende pan en su moto. También hay que remarcar que Santana no peleaba desde hace cinco meses por lo que necesitaba tomar ritmo y nada mejor que con un triunfo.

Con esos dos detalles, su promotor Enzo Romero, empezó a diagramar la mejor opción para lograr ánimo y roce competitivo. Se encendió la lamparita y el ánimo de “El Hachero” explotó cuando la propuesta no fue Villa Luján, sino su barrio. “Fue muy lindo ver cómo me alentaban mis vecinos”, reconoció.

La popularidad de Santana venció a la lluvia. La gente la toleró hasta pasada la medianoche para ver cómo en los primeros minutos del nuevo día, Santana noqueaba a Matorras. Pocos, evidentemente, cuando salieron de casa le daban vida a la lluvia. Sólo dos paraguas se abrieron y fueron las sillas sobre las cabezas las que se transformaron en un improvisado artefacto para no mojarse. Pero la mayoría consideró que la ocasión justificaba mojarse. “ fría el agua chango”, le decía un muchacho a otro. El joven hizo con todo su cuerpo una especie de latigueo intentando, quizás, subirse la temperatura en la noche lluviosa.

Si él sentía frío, el que estaba arriba del ring no. También estaba empapado, pero de transpiración quizás por su actividad en la velada. La lluvia obligó a un trueque necesario: en vez de una coqueta promotora que exhibiera los números de los rounds, pasaba él, descalzo, con una remera sin mangas portando el haragán, primero, despejando el agua y, después, con el trapo de piso para secar la superficie de goma.

El ring fue otra estrella que, por poco, le ganó a la iluminación. La luz no fue potente, pero el único foco bajo consumo de 200 vatios iluminó tanto como los de Villa Luján. Pero no pudo ganarle en méritos al cuadrilátero artesanal montado por Romero y Santana que se bancó la invasión de chicos que se avalanzaron sobre “El Hachero” cuando se anunció el fallo de la pelea.

La velada inédita al aire libre en la zona considerada de alto riesgo fue exitosa y trajo gratos recuerdos. “Festivales como éstos se hacían en Villa 9 de Julio, San Cayetano, en Famaillá también. Es de donde salen las figuras”, detalló Pedro Plaza, el juez de la pelea principal de la velada.

El árbitro y juez de la Federación Argentina de Boxeo, es además director de la escuela “René ‘Torito’ Plaza” y también suele organizar festivales amateurs en la “Ciudad de la empanada”. “Hice 12 festivales a pulmón. Armarlos cuesta entre 6.000 y 7.000 pesos”, reveló. “Es la única manera de buscar nuevos valores”, remarcó. Antes de “El Hachero” los combates estuvieron protagonizados por boxeadores de La Costanera a los que Santana les quiso regalar, como al público también, algo de lo que él tuvo. “Mi infancia fue sana aquí. Me gustaría que ellos se sumen al boxeo y dejen las drogas. Ojalá podamos hacer otro festival a pulmón, como lo hicimos. Y si alguien quiere sumar su granito de arena para que se haga, bienvenido sea”, agradeció de antemano “El Hachero”.

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