La guerra de los Nervios
La guerra de los Nervios
La Guerra de los Nervios ha estallado. El bombardeo de incertidumbres es incesante sobre el escenario del poder tucumano. Las esquirlas de angustias políticas impactan indiscriminadamente sobre dirigentes y agrupaciones. Los que sobrevivan serán los que sepan identificar en el fragor de la campaña electoral (tan tempranamente lanzada) cuál es el momento adecuado para arremeter, con qué aliados y contra cuáles adversarios. No es un juego de tensiones: a menos de un año de la renovación total de los cargos electivos provinciales, de este enfrentamiento saldrán, de antemano, los ganadores y los perdedores de 2015. Aquí se define quiénes y cómo llegarán a las urnas.

El gobernador detonó la conflagración de ansiedades cuando manifestó que no le gustaría que su esposa sea candidata a sucederlo. Porque cuando él vetó a su mujer, ¿estaba haciendo pública una decisión consensuada con ella o le estaba comunicando por el diario su decisión unilateral?

Mientras el servicio meteorológico alperovichista no pronostica para este fin de semana buen clima en el parque Guillermina y casonas aledañas, hay que esperar que corran los días, con todos los nervios que ello implica. Si Beatriz Rojkés (que tanto gustaba de repetir “vamos por todo”) suspende su gira por el interior provincial y hasta declara nunca haber estado interesada ser gobernadora (de ser así, qué bien disimulaba...), quedará claro que se hizo pública una realidad ya acordada: la santiagueña Claudia Ledesma Abdala, electa gobernadora mientras su esposo partía al Senado de la Nación, será un modelo inalcanzable para la presidenta del PJ tucumano.

Pero si la primera dama tucumana continúa en campaña, los tucumanos estarán asistiendo al choque de dos trenes: el de Alperovich, que se va en sentido contrario al de Rojkés, que viene a todo vapor para ocupar el sitio de su esposo. Porque los dos usan los mismos rieles. Es obvio que la parlamentaria despeñada de la presidencia provisional del Senado demanda de su esposo para intentar ser gobernadora. Pero él también la necesita para retener el poder. Así lo probó este año.

Cuando Daniel Scioli arribó en julio y bajó del avión con Juan Manzur, el alperovichismo se sintió como un souvenir. Entonces el gobernador puso a su mujer en campaña y volvió al centro del ring por pura lógica: para el peronismo, ella y él son una y la misma cosa. Léase, el mandatario no recuperó poder porque será el “gran elector del PJ”, cosa que sigue siendo, sino porque para los “compañeros” él tenía la posibilidad de continuar como jefe de Estado, por intermedio de su cónyuge. En virtud de ello, había que trabajar igual en la eventual campaña gubernamental de ella y en la segura campaña senatorial de él, porque no hay diferencias entre uno y otro.

Sin embargo, si Rojkés no corre, la carrera es otra. Alperovich sólo será el ex gobernador que se va a Buenos Aires... La hemorragia ya se reanudó: al otro día de que “José” le dijo “no” a “Betty”, el manzurismo hizo trascender que el gobernante le había dado el visto bueno a Sisto Terán para avanzar en un planteo de inconstitucionalidad contra el tope a las reelecciones de legisladores, impuesto por la Constitución alperovichista. Aquí, el absurdo es fuente del derecho. Por primera vez, el bloque que conduce Roque Álvarez le tuerce el brazo al Ejecutivo. Qué casualidad...

Los bastoneros

Ahora que “José” dice que no quiere dejar a “Betty” como sucesora, el peronismo buscará otros cauces. Por eso, los aliados de Manzur (no sólo son parlamentarios sino también ministros, como el de Gobierno, Justicia y otras fantasías) celebran por adelantado la consagración como candidato “oficial” del vicegobernador en abuso de licencia. No pocos le dedicaron el “no” gubernamental a Osvaldo Jaldo. Pero los letristas del Ministerio del Interior ya no pintarán “Betty - Jaldo 2015”, sino “Alperovich - Jaldo 2015”, porque lo único que es indiscutible hoy en el PJ local es el apellido que comparten el gobernador y la senadora: si ellos “se guardan”, todos los “compañeros” sacarán de la mochila el bastón de mariscal. Por caso, Domingo Amaya se congratula de haber fijado que sólo será candidato a la gobernación: si no estaba dispuesto a ser el segundo de la esposa de Alperovich, mucho menos va a serlo de un funcionario con una causa abierta por presunto enriquecimiento ilícito en la Justicia Federal. A esto, en esos términos (más bien, en otros peores), se lo dijo el intendente a los dirigentes del empresariado local que le preguntaron, hace unas semanas, por otro rumor que echó a correr el manzurismo: “en diciembre acordamos con el Colorado”.

En rigor, lo de que “en diciembre acordamos con el Colorado” es una pretensión que también sostenían muchos “rojkesistas” y, como si no bastase, numerosos operadores del radical José Cano. Y esa es “la madre” de los enfrentamientos en la Guerra de los Nervios. Porque lo que todos están diciendo es que, en un escenario que no se ha polarizado, una alianza con Amaya es el arma secreta.

El alperovichismo sabe eso ahora más que nunca: al gobernador “no” le gustaría que su esposa sea candidata a sucederlo por razones de encuestas. En los últimos meses, el gobernador la llevó a cuanto acto oficial hubiera y pidió personalmente a sus “desayunadores” que “la sacaran a Betty” y “le dieran prensa”. El objetivo: medirla. Parece que los números no fueron halagüeños. En ese contexto, Amaya tiene los votos que el oficialismo necesita para seguir siendo oficialismo.

En el radicalismo la lectura es similar. El Frente para la Victoria, unido, le sacó 100.000 votos de ventaja al Acuerdo Cívico y Social en octubre. Sumar al amayismo desmembrándolo de las fuerzas alperovichistas es la llave para llegar a la gobernación.

Ahí se libra la batalla más histérica: los operadores de Cano le ofrecen la vicegobernación a Amaya; los alperovichistas le dicen que, para el caso, sea el vice del peronismo; Amaya dice que como es la clave para un triunfo seguro, quiere la gobernación; y todos se amenazan con derrotas históricas en caso de no llegar a un acuerdo. En ese campo minado no hay margen para pisar en falso.

Las disyuntivas

En el camino a ese enfrentamiento capital hay una reyerta intermedia. Las PASO prometen ser una picadora de nervios para todos y todas. En el oficialismo, Alperovich tendrá que decidir a qué precandidato presidencial acompañar. Hoy, en Tucumán, el mejor parado es el que menos afecto “K” despierta: Scioli. Los que sí están en gracia con la Casa Rosada son los electoralmente intrascendentes Florencio Randazzo, Julián Domínguez y Agustín Rossi.

Pero esa disyuntiva es menor comparada con la del radicalismo, que debe enfrentar dos elecciones en 15 días pero tiene sólo un candidato: Cano. Ya se sabe, él es el natural candidato a gobernador de ese espacio para el 23 de agosto. Pero 15 días antes son las PASO. Es verdad: son nacionales y lo que importan son los candidatos presidenciales. Pero el PJ postulará en Tucumán a Alperovich y si el oficialismo amasa muchos más votos en esas internas abiertas que sus adversarios, puede ser un golpe de efecto en el electorado indeciso, al que tratará de instalarle la sensación de que el resultado se repetirá en los comicios provinciales. Por ello, cada vez son más los dirigentes del centenario partido que se animan a proponer que Cano también sea precandidato a senador.

Pero el segundo nombre de la “doble candidatura” es “testimonial”. Y su apodo es “asegurarse una banca si no se está seguro de ganar la gobernación”. Más allá del prejuicio político (que no es poca cosa en términos electorales), ¿qué pasaría si Cano, que no enfrenta a Alperovich en las provinciales, sacara menos votos que Alperovich en las PASO? ¿Cómo lo afectaría 15 días después?

Si no son demasiados nervios ya, aparece el frente interno. Si el diputado radical también se postula en las PASO, alineado en principio con Ernesto Sanz, se enfrentará con quienes, en principio, son sus socios. “Cano gobernador” es el único asunto indiscutible en la UCR. Todo lo demás “está por verse”. El legislador y vicepresidente del radicalismo, Ariel García, será precandidato a senador en respaldo a Julio Cobos, tanto para ayudar al mendocino como para promocionarse a 15 días de las provinciales. Y sobran los presidenciales: Elisa Carrió, “Pino” Solanas, Hermes Binner... Así que no hay que descartar que La Pisarello haga lo propio: tiene dos diputados y un legislador que podrían buscar en las primarias un envión para instalarse. Y si de internas se trata, Luis Sacca hace rato que prepara el terreno para pelear la candidatura a intendente capitalino.

¿Los presidenciales de UNEN vendrán a hacer campaña por Cano si él sólo apoya a uno de ellos? ¿Y Sergio Massa, a quien Fernando Orellana le avisó en la Fiesta de la Empanada que quiere ser su precandidato a senador, también vendrá a levantarle la mano al radical?

Si en el PJ hay muchas figuras y en la oposición sólo hay una, sería oportuno que los adversarios del peronismo asumieran que hay muchas cosas que hicieron muy mal.

Las ironías

Precisamente, que Alperovich no quiera a su mujer como sucesora es una buena noticia para el desvencijado sistema constitucional de gobierno. Que esposas y esposos se sucedan al frente de los poderes ejecutivos equivale a una institucionalidad de dormitorio. A una legitimidad de piyama y camisón. No sólo es atentatorio contra la periodicidad de mandatos que reclama la república (¿cuál alternancia hay en el poder si la mandataria duerme bajo el mismo techo con el mandatario saliente, porque tienen en común hasta los bienes patrimoniales?). También es corrosiva de la democracia. Las sucesiones dinásticas pervierten las democracias y las convierten en autocracias electorales.

Por ello, no deja de ser sarcástica la historia tucumana: nada más típico del régimen pavimentador que el hecho de que lo que más le conviene a la democracia republicana sea, irónicamente, lo que menos beneficia al gobernador.

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