Sostener un modelo de crecimiento basado en consumo es muy difícil

Sostener un modelo de crecimiento basado en consumo es muy difícil

13 Septiembre 2014

Matías Carugati - Economista de Management & Fit

BUENOS AIRES.- La expansión de la economía durante los últimos años estuvo montada sobre el crecimiento del consumo privado. Una de las claves ha sido la sostenida suba real de los ingresos familiares, principal determinante del consumo (siendo las tasas de interés y las expectativas los otros). En lo que era un círculo virtuoso, la expansión económica generaba puestos de trabajos y permitía pagar mayores salarios, lo que a su vez sostenía el crecimiento del consumo. Todo ello favorecido, además, por las políticas públicas.

Sin embargo, este año está demostrando que sostener un modelo de crecimiento basado en el consumo es muy difícil. Con ingresos en caída, debido al ajuste del empleo, el motor económico perdió mucha potencia. En materia de ingresos, este año la mayoría de la población perderá la carrera contra la inflación. Todo esto teniendo en cuenta los incrementos de las prestaciones sociales -jubilaciones y Asignación Universal por Hijo (AUH)-, del Salario Mínimo Vital y Móvil (SMVM), y considerando que las remuneraciones de los trabajadores evolucionarán en sintonía con la inflación.

La situación de quienes dependen del Estado es dispar. Frente a una inflación del 38%, los perceptores de AUH cobrarán una prestación más alta en términos reales. En cambio, quienes sí se verán perjudicados son los 7.400.000 millones de jubilados y pensionados, ya que el incremento automático otorgado por ley apenas supera el 30% anual. No obstante, lo que la Anses pagará “de menos” en cada prestación será compensado con nuevos beneficiarios, sobre todo a partir de la entrada en vigencia de la Ley de Moratoria Previsional.

Los trabajadores en actividad verán caer sus ingresos por segundo año consecutivo. Suponiendo (en el mejor escenario) que los salarios evolucionan al compás de la inflación en los próximos meses, el poder adquisitivo de los trabajadores del sector privado registrado cederá más del 3%, lo que se suma a la baja del 2% del año pasado. La dinámica de las remuneraciones de los empleados públicos no es mucho mejor: la caída real esperada para este año es de -1,2% (-1,4% en 2013). Lógicamente, la situación de los trabajadores informales es más precaria, con un retroceso real esperado del SMVM de 3,6% para este año (-3,4% en 2013). Ello a pesar de la reciente actualización del 22%, que se suma a la otorgada el pasado enero del 9,1%.

De todas formas, la dinámica de las remuneraciones no es homogénea a nivel sectorial. Las negociaciones colectivas entre sindicatos y empresas arrojaron resultados diversos, según la capacidad de negociación de cada gremio y la situación económica particular de cada actividad. De acuerdo al ministerio de Trabajo, todas las negociaciones cerradas a la fecha (aún restan homologar algunos sectores) acordaron aumentos superiores a la inflación de 2013, pero por debajo de la suba de precios esperada para 2014.

Lo que ocurre con los ingresos tiene correlato directo sobre el consumo y el nivel de actividad. En efecto, la economía está sintiendo el enfriamiento del consumo privado, con disminuciones de ventas reales en todos los segmentos: -3% anual en supermercados (julio, +0,3% acumulado), -16% en shoppings (julio, -4,6% acumulado), -9% en comercios minoristas (agosto, -7,6% acumulado), -24% en automóviles (julio, -16% acumulado). Es por ello que, de no agravarse aún más esta situación, la economía se encamina hacia una recesión de 2% del Producto Bruto Interno.

El Gobierno nacional no es ajeno a esta situación, pero tampoco tiene suficiente margen de maniobra para modificarla. Por un lado, porque la expansión fiscal actúa con rezagos. Por caso, la extensión de la cobertura previsional depende del ritmo al cual se anoten los beneficiarios.

Pero también porque el financiamiento monetario del creciente déficit fiscal deriva en una mayor inflación y en fuertes presiones cambiarias. Esto provoca una reducción del poder adquisitivo de toda la sociedad, golpea el nivel de actividad y complica la estabilidad macroeconómica. Es decir que el impulso fiscal inicial se ve amortiguado por estos efectos secundarios. Al menos para 2014, el balance de esta ecuación será negativo.

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