"Bad Boy" Ruiz quiere la revolución arriba y abajo del ring

"Bad Boy" Ruiz quiere la revolución arriba y abajo del ring

La familia del boxeador tucumano sueña con triunfar en el cuadrilátero, pero también quiere hacerlo en la música.

LA GACETA / FOTOMONTAJE DE FRANCO GUEVARA SOBRE FOTOS DE INES QUINTEROS ORIO LA GACETA / FOTOMONTAJE DE FRANCO GUEVARA SOBRE FOTOS DE INES QUINTEROS ORIO
A los Ruiz, además de la sangre, los unen otras cosas. Ellos se encargan de darle la misma relevancia que ese lazo sanguíneo tiene naturalmente para cualquier ser humano. “Primero está Dios, después el boxeo y luego la música”, priorizó Ana. 

Ella es la mamá de Darío Ruiz, el que hizo que el apellido sea sinónimo de boxeo tucumano, sobre todo en la última década. Ese es el orden de vida de la señora de cabello negro, aunque, en el caso de Darío, a veces el orden se alteró o directamente desapareció. Motivos hubo para que se gane el apodo de “Bad Boy”, chico malo en inglés.

La música se convirtió en parte de la selectísima lista de la familia desde hace poco tiempo. Ahora están unidos por una trinidad que, en todos los casos, busca el éxito. Para ellos, Dios los acompaña hacia un destino que en la casa de Villa Mariano Moreno se da por sentado. Tarde o temprano habrá un título mundial en el hogar; quién lo obtendrá es lo que no se sabe. Cinturones ya hay, son los que consiguió Darío, que por trayectoria, nivel y chances debería ser el que traiga el cinto que les quita el sueño. Mientras esperan que ese titánico objetivo se cumpla en base al entrenamiento y la suficiente agilidad para moverse en el estratégico negocio del boxeo, hacen música. 

Con “La Revolución”, el grupo que conforma Darío con sus hermanos, cuñados y un primo busca darle gracias a Dios por todo lo que tienen hasta el momento. Y aunque lo más importante para ellos todavía no llegó, siguen cantando y no se cansan porque con fe le hacen un guiño de aliento a su propia meta: que un Ruiz obtenga un título mundial de boxeo.

“Amo el boxeo, pero me gustaría ser un profesional en la música cuando me retire”, reconoció Darío. Aclara, después de entonar uno de los temas que su hermano Diego, que en el canto resta mucho por mejorar. 

“Primero lo primero: hay que seguir ensayando y tiempo al tiempo. Quién dice que podamos llegar lejos en la música y en familia”, anheló. 

Aunque todos aportan para las letras de las canciones, es Diego el que se sienta y compone. El guitarrista considera que tiene una ayuda divina que lo inspira. “Creo los temas gracias a Dios; es quien puso la música en mi corazón. Quizás para que mucha gente escuche la música cristiana y, si tiene problemas, cambie su corazón escuchando nuestros temas; esa es mi meta”, aseguró. 

“Mucha gente le escribe al amor. Yo le escribo a la gente que necesita una palabra, como yo necesité en algún momento la palabra de Dios. Me llegaron los temas cristianos y ahora los puedo escribir”, dijo .

El baterista autodidacta
El penúltimo de los hermanos tiene 13 años. Rodrigo tiene una presencia firme detrás de la batería que antes era patrimonio de Darío. Sujeta con seguridad los palillos y golpea con la intensidad precisa los platillos para que suenen armónicamente. Parece que hace bastante domina la batería. “Hace dos meses que toco”, tiró el sorprendente dato. 

Pero hay más para impactar. “Aprendí viendo videos en internet”, reveló. Arriba del ring es “El Zurdo de Oro”, detrás de la batería simplemente es “Rodriguito” y también es de oro.

El primer CD
Fabiana es la primera voz en varias interpretaciones. Puede describir con facilidad qué tipo de canciones tienen en su repertorio. Por ello es la indicada para que en un juego de ensueño, imagine qué tipo de temas pondría en el primer CD. 

“El nombre del disco sería ‘Historias de vida’ porque eso hace cada uno: contar lo que ha pasado. Quizás mucha gente se sentirá identificada”, anticipó Fabiana. 

Como Diego, espera llegarle al corazón a la gente. “Dios ha cambiado nuestra vida y queremos que cambie la de otras personas”, deseó.

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