La desprotección del peatón en Yerba Buena

La desprotección del peatón en Yerba Buena

07 Agosto 2014
Con alguna frecuencia se suele decir que vivimos en un mundo cada vez más cosificado. Las cosas cobrando mayor protagonismo que los seres humanos. La gente construye ciudades y establece las normas de convivencia cívica. Cuando estas no se respetan suelen producirse desbordes que en algún momento pueden resultar difíciles de controlar. Hay urbes en que, por ejemplo, los vehículos han comenzado a desplazar a los peatones y a adueñarse de las calles y avenidas. Los funcionarios hablan a menudo de reordenar el tránsito, pensando en los conductores, no en los transeúntes. Ello sucede, por ejemplo, en San Miguel de Tucumán y en Yerba Buena.

La avenida Aconquija es la columna vertebral de la Ciudad Jardín. Sus aproximadamente seis kilómetros, especialmente durante las horas pico, son difíciles cruzar como consecuencia del intenso tránsito, las altas velocidades y de la ausencia de semáforos. Se estima que el parque automotor está conformado por 100.000 vehículos particulares, 670 taxis, a los que se agregan las 90 unidades de tres líneas de colectivos que recorren a diario la ciudad. Los reductores de velocidad instalados por las autoridades municipales no son una solución, según opinan los vecinos. Pese a estos, ya se han registrados accidentes, algunos trágicos.

Tampoco tienen demasiada suerte quienes viven a la vera de las avenidas Perón y Solano Vera. En la primera que tiene una extensión de 6,5 km, desde el Camino del Perú hasta el derivador de La Olla, los vehículos suelen alcanzar velocidades superiores a 100 km/h. Allí funcionan el campus de la Unsta y un colegio, cuentan con escasos lomos de burro, no suele haber controles municipales, y carece de semáforos.

En la Solano Vera reinan los reductores, sin embargo, los vecinos sienten miedo cada vez que deben cruzarla. “Es imposible cruzar. Siempre hay accidentes, principalmente con motociclistas y con animales. Hace poco, dos perritos murieron atropellados”, dijo una señora. Otra dama señaló que por semana se registran cinco seis accidentes. “A veces espero 20 minutos hasta que algún conductor me da prioridad”, dijo una vecina. El director de Obras Públicas asegura que los lomos de burro dan resultado y afirmó: “si pusiéramos complejos semaforizados, ocasionaríamos congestiones de tránsito. Hemos decidido no usarlos hasta que no se conforme una trama de pavimento para que la gente pueda optar por otras calles”.

En octubre de 2007 se habían instalado 18 complejos de semáforos en la Aconquija, que nunca llegaron a funcionar. Un estudio de la Universidad Tecnológica de La Plata determinó que los semáforos no podían solucionar los principales problemas del tránsito de Yerba Buena: la concentración de la mayoría de los vehículos sobre una sola avenida (genera grandes embotellamientos), la alta velocidad a la que estos circulan, la falta de calles alternativas, la concentración comercial y el gran incremento poblacional y del parque automotor en los últimos años.

Han transcurrido siete años, y los problemas siguen siendo los mismos, pero más peligrosos; ¿por qué no instalar entonces los semáforos sin uso en la Perón o en la Solano Vera? En una ciudad con escasas veredas, en la que la fluidez del tránsito parece ser preocupar más que la comodidad y la seguridad del peatón, se corre el riesgo de que los vehículos terminen siendo más importantes que el ciudadano de a pie.

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