Recuerdos de una final increíble
LA FOTO DE UNA FINAL ARGENTINA. Guillermo Coria, el perdedor de la final de 2004, junto con Guillermo Vilas (campeón en 1977) y Gastón Gaudio, el ganador del choque decisivo frente a “El Mago”. LA FOTO DE UNA FINAL ARGENTINA. Guillermo Coria, el perdedor de la final de 2004, junto con Guillermo Vilas (campeón en 1977) y Gastón Gaudio, el ganador del choque decisivo frente a “El Mago”.
Hace 10 años, el 6 de junio fue un domingo histórico para el deporte argentino. En París se jugaba la final de Roland Garros entre Gastón Gaudio y Guillermo Coria. Todos sabemos que Gastón fue el ganador. Y sabemos también que, si la historia la escriben los que ganan, eso quiere decir que hay otra historia. Aquí está Guillermo, dispuesto a compartir su perspectiva de aquel día y sus inevitables consecuencias.

“Me acuerdo que dormí muy profundo, los nervios no llegaban a mi almohada. Estaba seguro de mi tenis. El sábado previo a la final nos tocó cumplir con varias actividades de la organización que hubo que acomodar a nuestra agenda de trabajo. Compartimos situaciones y tiempo con Gastón. Y lo noté tenso. Como que yo estaba más comodo y acostumbrado a esas instancias. Esa noche previa me llamó Gil Reyes, que no trabajaba conmigo pero que era alguien en quien confiaba a pleno. Me acuerdo que le dije que tenía miedo de ir ganando cómodo y que me traicionaran los nervios cerca del final, cuando inevitablemente uno deja de pensar en el punto que llega y se imagina todo lo que puede desatar el triunfo. Me dijo que tomara un vaso de leche tibia, que me iba a ayudar a relajarme.

- Fue exactamente lo que pasó…

- Los que jugaron al tenis saben que hay una fase intuitiva, casi automática. Uno toma las primeras decisiones y después el juego fluye. Obvio que estás concentrado en un plan de juego y la consecuente estrategia, pero hay una parte que no dominás, para bien o para mal. Es esa parte intuitiva la que te pone en la cabeza las cosas que andan dando vueltas. Aunque no quieras, eso pasa. Y yo tenía los nervios ahí cerquita.

c- ¿Sos consciente de un momento específico cuando empiezan los calambres?

- Es difícil precisarlo. Un descanso, creo que Gastón estacccba 4-3 en el tercero. Pensé que podía ser uno de los últimos cambios de lado. Yo miraba mucho a mis rivales, los estudiaba, para mí era importante saber qué estaban sintiendo. Lo vi nervioso a Gastón. Pensé que estaba cerca y me jugó en contra.

- ¿Hay otro ejemplo de algo así en tu carrera, alguno que haya pasado inadvertido para público y prensa?

- En la final 2005 de Roma con Nadal. Estaba 3-0 en el quinto set. Vamos al descanso, lo miro desde mi silla y veo que le hace señas a su equipo. No podía más. A los 10 segundos salta y sale corriendo para su lado como si recién empezara el partido. Me descolocó, me corrió de la concentración. Y perdí el partido.

- La salida del hotel hacia el estadio esa mañana la imagino con mucha gente deseándote éxito…

- Creo que pocos saben que cambié de lugar de estadía durante el torneo. Al principio estaba en un departamento, me gustaba pasar tiempo como si estuviera en casa. Mamá y Carla cocinaban, estaba más tranquilo así. Creo que fue antes de cuartos de final que decidimos mudarnos a un hotel para enfocarnos aún más. Estábamos el equipo de trabajo y yo en un hotel chiquito. Desde allí fui al club. El traslado no tuvo nada de especial. De alguna forma, si bien era mi primera final de Grand Slam, ya estaba acostumbrado a esa rutina, lo llevé bien, sin inconvenientes.

- ¿En toda la carga anímica que se desató en tu contra durante la final influyó haber llegado como el gran candidato al título?

- Al llegar a París me sorprendió la cantidad de perdiodistas que había en mi primera conferencia de prensa. La sala estaba a full. Yo veíia de caer con Federer en Hamburgo y aun así me hablaban como si no pudiera perder en París. Creo que conviví bien con esa condición. Y también creo que lo guardé demasiado para mí, como que no lo compartí con mi gente para que resultara menos pesado.

- ¿Sabías que Vilas iba a entregar el trofeo esa tarde de la final?

- No tenía ni idea. Como ya dije, a mí no me hacía bien mirar hacia adelante, debía concentrarme en ir punto por punto. De Vilas no sabía nada. Sí sabía, no sólo yo sino todo el mundo del tenis, que Nadal se acercaba. A esa altura la gente no tenía registro pero los jugadores estábamos seguros de que iba a marcar una época. Obvio, era imposible pensar que iba a lograr tanto, pero sí sabíamos que era alguien que iba a dominar. Por eso también era una gran oportunidad para mí, quizás la última de ganar en Roland Garros.

- Hoy que pasaron 10 años, ¿dejó de dolerte? Para quienes no saben o no recuerdan, ganabas 6-0 y 6-3, y perdiste 8-6 en el quinto, tras tener dos match point a favor…

- Es algo que queda para siempre. Tenía 22 años, creía que me podía llevar el mundo por delante. A nadie le gusta perder un partido de esa forma, mucho menos uno tan importante. Ahora que pasó el tiempo, elijo enfocarme en que cuando empecé a acalambrarme luché con todo lo que tenía. En los dos match point decidí arriesgar y fallé por pocos centímetros. Vaya paradoja, son los mismos pocos centímetros por los que mi hijo salvó su vida cuando se cayó de la terraza del club unos meses atrás. De haber caído unos centímetros al costado pegaba contra el cordón de adoquines y se mataba.

- Suena como que quisieras decir que la verdad de la vida pasa por otro lado.

- Cambié mucho desde aquel día, desde que dejé de ser uno de los mejores. Reconocí errores y los corregí. Enseguida de ese Roland Garros fui a Queens. Estaba enojado, frustrado, traté mal a algunas personas, tuve que pedir disculpas. A la semana siguiente, más tranquilo, hice final en césped en Holanda y sentí que había olvidado el mal momento. No era así. No lo olvido, pero ya no duele. No me molesta que me hablen del tema, es una parte más de mi vida. Sólo eso.

- Imagino que te llevó un largo tiempo poder ver el video de la final…

- Vi la repetición la misma noche del partido. Me dolía todo el cuerpo, no podía dormir, hice zapping y la estaban dando en televisión. Estaba enojado pero no me arrepentí de haber arriesgado en los match point.

- ¿Cómo es tu vida hoy, a 10 años de la final?

- Soy un padre feliz, Thiago y Delfina me vuelven loco, tienen una intensidad impresionante. Trabajo en mi provincia, Santa Fe, dirijo un centro de tenis a través del cual intento devolver algo de lo que recibí. Sueño con que algún día, como ocurre hoy con Tandil, los chicos de esta zona tengan una carrera exitosa. La Asociación Argentina de Tenis me abrió las puertas para volcar mi experiencia con los menores. Aunque es difícil, trabajar con chicos me gusta muchísimo. Y también me las rebusco con algún otro negocio.

- ¿Te gustaría decirme algo de Gastón?

- Estuvo muy bien ese día en la cancha. Más allá del juego, no bajó los brazos. No sé si seguía confiando en que podía ganar pero siguió luchando. Y eso tiene mucho mérito en cualquier ámbito de la vida.

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