Con hachas de guerra, listos para el combate

Con hachas de guerra, listos para el combate

Marcharon juntos mucho tiempo tomados de la mano, entre arrumacos como dos adolescentes, jurándose eterna fidelidad. Hasta que comenzaron las fricciones y los desencuentros, y el sendero común que transitaban se bifurcó en el Jardín de la República. Hoy, los separa una profunda grieta, difícil de sellar. La tirantez entre José Alperovich y Domingo Amaya con el paso del tiempo fue escalando. Están en posiciones abiertamente contrapuestas con las hachas de guerra en mano, prestos a bajar a la arena. Ninguno cede un ápice y cada cual impulsa su propio proyecto hechizado por la poltrona del poder. El peronismo somos nosotros, disparó el alcalde, dando a entender que en el palacio habita una copia falsificada al que se montó Alperovich al huir de la UCR en nocturnidad como un tránsfuga.

Con su visión unipersonal de patrón de estancia, Alperovich concentró en sí el mando absoluto, sin dejar nada fuera de su alcance, cualquiera fuera el territorio. Para él, la división de poderes que establece el sistema republicano de gobierno no existe ni respetó jamás. Arrasó con todo, la municipalidad incluida. Nunca permitió el crecimiento político de nadie en su entorno y miró siempre al intendente con recelo. A la hora de la despedida a plazo fijo no tiene heredero en quien confiar. Es su dilema. Los candidatos que ofrece en el escaparate electoral no despiertan adhesión en la sociedad. La clase media le dio la espalda en las últimas elecciones. Para imponer a su favorito -ni él sabe quién será- echará mano a los recursos del Estado impúdicamente y usará el aparato oficial. Como lo hizo siempre.

El César no perdona que el alcalde haya armado rancho aparte con pretensiones de sentarse en la silla de Lucas Córdoba. Él la considera un bien personal para disponerla a su antojo. Amaya, a su vez, piensa que ha llegado su hora y no la rifará. Con su gestión juntó voluntades en las orillas -diría Borges- y creció pese a la permanente intromisión del mandamás. La pelea es inconciliable. A matar o morir. Se equivoca si alguien supone que ante el espanto de la derrota en 2015, el desencuentro concluirá en casamiento político por conveniencia, definido como braguetazo por los españoles. El gobernador sin los votos de Amaya corre el riesgo de hocicar. También el intendente se encuentra en una situación parecida, aunque le queda la posibilidad de aliarse con otras fuerzas por fuera del PJ. Por ahora, se tapa los oídos ante los cantos de sirena. Ambos se necesitan, si quieren sobrevivir. Más pierde Alperovich, desde luego, porque se le evapora el timoneo de la gobernación.

El zar es un devoto de las encuestas. Mandó a medir la inserción de su esposa, aspirante obsesa al trono vacante. Ni ella ni sus posibles partenaires mueven el amperímetro. La senadora tiene una imagen negativa entre la gente, por su incontinencia verbal. Pero no declina el anhelo de sustituir a su marido, alentada por el clan Rojkés. Ha cambiado últimamente de acompañante. Intensificó sus recorridas por el interior con José “Pepe” López Egea, secretario nacional de Obras Públicas. Es un desconocido para el electorado vernáculo. Camina ofreciendo obras en todas partes. Necesita el blindaje de fueros cuando vuelva al llano por las denuncias penales que carga a sus espaldas. Aspira a una banca en el Congreso Nacional, o en la provincia.

Para desazón del zar y la zarina, el alcalde dentro del peronismo es el mejor posicionado actualmente. Contra él, Alperovich desató la furia de los vientos para socavar sus posibilidades electorales. Hasta creó pocos días atrás un ente para limpiar los accesos a la ciudad, tarea de competencia exclusiva de la Municipalidad. Su favorito, Juan Manzur no levanta fervor de multitudes. Mientras, no quita sus ojos de la Justicia Federal donde se cuece un proceso penal por enriquecimiento ilícito, que tarda en resolverse, y lo tiene sin dormir. El ministro Jaldo también se siente el sucesor y camina noche y día en el afán de juntar votos. En esa tarea de seducción, cava pozos en sitios de agua salada. Su nombre no prende en los centros urbanos y de ahí que Alperovich haya invadido el territorio municipal. Si no hay acuerdo con el jefe del ayuntamiento (altamente improbable) la yunta sería Rojkés-Jaldo. Aún queda mucho camino por andar.

Como Alfred Hitchcock, la viuda de Kirchner estira el suspenso del final, sin resolver quién será su delfín, lo que desconcierta y desasosiega al César. No sabe qué hacer con sus cada vez más escasas fichas. Sus huestes, que las cree leales no saltan el cerco por la billetera de la que pastorean. A su vez, el intendente contragolpea. Ya apareció, de sopetón, en Tafí del Valle desplegando acciones sociales y devolviendo la misma pócima al mandatario. Dialoga con peronistas del interior.

Los amanuenses de Alperovich le arrimaron la idea de unir los comicios de las PASO con los provinciales, para mejor posicionarse ante el diputado José Cano, candidato cantado del Acuerdo Cívico y Social. Si el peronismo desembarca dividido en 2015, es el beneficiario excluyente. El gajo que plantó aquí Sergio Massa anda buscando acuerdos sigilosamente. Del armado se ocupan el ex senador José “Yayo” Carbonell y Gerónimo Vargas Aignasse, junto con los mellizos Orellana que coquetean públicamente con Amaya. El massismo espera que Alperovich se debilite más para recoger en su regazo a los desencantados.

En los últimos tiempos el horizonte comenzó a ennegrecerse para el zar. El crimen impune de Paulina Lebbos, por sus derivaciones insospechadas, figura entre sus desvelos. En tanto, maniobra desde las sombras para obtener el retiro jubilatorio con el 82% móvil para el fiscal Carlos Albaca, salvándolo de la horca política en la Legislatura. El arco opositor aprieta las marcas, en vano, con Alberto Colombres Garmendia a la cabeza. Empujó sin éxito la derogación de la jubilación de privilegio para magistrados y fiscales bajo juicio político al momento de presentar su renuncia condicionada.

Antes, no; ¿ahora, sí?

El 24 de abril último, la Anses comunicó a la Corte Suprema -y ésta a Alperovich- que la jubilación del fiscal es de imposible cumplimiento porque no reúne los aportes previsionales imprescindibles. Si el ente forzara el beneficio a su favor, por esa hendija se filtrarán jueces y funcionarios en las mismas condiciones de Albaca. El precedente puede resultar nefasto para la Anses. ¿Cómo podría conceder ahora la jubilación, si días atrás la negó? En tanto, corren los plazos del juicio político. ¿Qué llegará primero? se pregunta la gente: la destitución o la jubilación. Casi nadie cree que Albaca termine bajo la guillotina. El oficialismo juega sus fichas por él. ¿Por qué tanta protección? La mayoría automática de la Corte Suprema también hizo su aporte al desechar el enjuiciamiento político al que se hizo acreedor con creces Albaca por lo que no hizo en el caso Lebbos. El informe sobre su actuación elaborado por la camarista Marta Ignacia Jerez fue fulminante. Sin embargo, la Corte lo encajonó. Por mucho menos accionó contra Gustavo Pereyra, defensor de Menores del Centro Judicial Concepción. Derivó la causa al fuero penal “por incumplimiento de los deberes de funcionario público”. ¿Ese es el castigo por siete años de encubrimiento de un crimen atroz?

La tozudez de Alperovich de mantener a Armando Cortalezzi al frente de la Caja Popular tiene alto costo político para él y para la Casa Rosada. Ya hubo dos paros nacionales sin servicio bancario a la población, el último por 24 horas. Y van por más. Nada de gracia le hizo a la Presidente. A través de sus voceros comunicó su malestar al gobernador. Se comenta que Alperovich djo que sólo acatará órdenes directas de la viuda. En su ceguera, no advierte que cuando Capitanich toma el teléfono habla en nombre de ella. Mal fin se presagia por la permanencia de Cortalezzi en el cargo. ¿Hasta cuándo bancará Cristina su insubordinación, que refiere a un viejo entripado con Carlos Cisneros, pope de La Bancaria?

Antes fue su hija Sarita quien le dio dolores de cabeza por un control policial de alcoholemia. Ahora, el foco está en su hermana Mariana, casada con Pablo Zeitune, director de Comercio Interior. El arquitecto Julio César Villafañe, ex contratista del Estado, anunció que ratificará ante la Justicia la denuncia pública de que hizo trabajos de refacción en la casa particular del matrimonio. Prestaba servicios para la Dirección de Arquitectura y Urbanismo. Dijo que aportará en Tribunales pruebas, documentos y testimonios que apuntalan sus aseveraciones. Como no se le pagó lo prometido, dijo sentirse estafado.

No obstante todos los contratiempos y sinsabores, y con el poder devaluado, Alperovich pretende digitar las candidaturas desde la del gobernador para abajo. En esa grilla en ningún lugar figura el intendente Amaya.

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