El (aburrido) show de Angelina Jolie

El (aburrido) show de Angelina Jolie

Maléfica es un hada traicionada por el taimado Stefan, quien es capaz de todo con tal de convertirse en rey. Enceguecida por el dolor y la humillación Maléfica hechiza a la princesa Aurora: cuando cumpla 16 años la joven se pinchará con una aguja y dormirá para siempre.

“Maléfica” es un interminable primer plano de Angelina Jolie. El debutante Robert Stromberg clavó la cámara y la fotografió sin cansarse. De frente, de perfil, con toda clase de colores de ojos y de efectos digitales para perfeccionar el maquillaje de los pómulos, las orejas a lo Sr. Spock y los cuernos de poliuretano. Y Angelina, que no es ningún prodigio de actriz, se pinta los labios de rojo furioso, cambia contadas veces de expresión y recita sus líneas como si estuviera interpretando a Lady Macbeth. Pura seriedad, cero pasión. ¡Lo que hubiera hecho Helena Bonham-Carter con este personaje!

Así transcurre “Maléfica”, como el unipersonal carísimo de Angelina al que apenas le roza la historia de la bella durmiente. Porque recordemos que esta es la reescritura de un clásico infantil, texto que pasó por la manos de Perrault y de los hermanos Grimm antes de que Disney hiciera de él una extraordinaria película animada en 1959. A aquella Maléfica -que era mala en serio y al final se convertía en un dragón- intenta rendirle tributo Angelina. El problema es que el villano ahora es el padre de la princesa y Angelina es un hada ambigua, más propensa a desarrollar el instinto maternal que a ejecutar los hechizos como una bruja con todas las letras.

La solemnidad es un pecado capital de esta “Maléfica”, tan insulsa como carente de vida. Elle Fanning se mueve como una muñequita y las hadas “buenas” (Imelda Staunton, Lesley Manville y Juno Temple) no arrancan risas ni con fórceps. Mucho menos mueve la aguja el príncipe (Brenton Thwaites). El único que la pelea es Sam Riley, haciendo del cuervo Diaval -devenido en una suerte de cambiapieles al estilo de “Juego de tronos”-. En fin.

Se temía que el carácter “oscuro” de la caracterización de Angelina podía inquietar a los chicos. Más que asustados, lo más probable es que salgan del cine aburridos.


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