“Sapo” recargado

“Sapo” recargado

Roselli se sube al tren de un Atlético que busca la gloria y hoy va por todo contra Unión

CRECIÓ. Roselli demostró en los entrenamientos que puede ser opción cuando Romat no esté en condiciones de jugar. la gaceta / foto de inés quinteros orio (archivo) CRECIÓ. Roselli demostró en los entrenamientos que puede ser opción cuando Romat no esté en condiciones de jugar. la gaceta / foto de inés quinteros orio (archivo)
18 Mayo 2014
Sus ojos saltones color café le dieron vida al apodo que hoy lleva como nombre de pila, podría decirse. A Nahuel Roselli poco se lo conoce por Nahuel; “Sapo” es su insignia, su bandera de presentación. Figura la temporada pasada en el “tiburón” llamado Aldosivi, el lateral derecho llegó a Atlético predestinado a ser uno de los cuatro defensores titulares de aquel equipo de Ricardo Rodríguez, a inicios de la temporada 2013/14.

Sin embargo, la desgracia fue una de las pertenencias que el marplatense supo doblar en su valija. Una fractura en un brazo en el primer entrenamiento del equipo en cancha de Natación fue el prólogo de un libro negro de lesiones. Entonces, el candidato a estrella del plantel terminó estrellado y perdiendo terreno ante el buen momento de quien iba a ser su suplente: Nicolás Romat.

Pero así como los golpes castigaron a Roselli hoy desaparecieron y ante la ausencia del “Samurai” (lesionado) el carril derecho de la retaguardia “decana” volvió a ser suyo. Créase o no, Nahuel jugará su segundo partido seguido de titular, un récord personal para él vistiendo la celeste y blanca. “Desde Aldosivi que no me pasa esto, el año pasado. En Atlético no pude estar dos veces seguidas de titular”, reconoce masticando bronca Roselli. Su enojo es para con el destino. Aunque la bronca le dure, igual tiene motivos para sonreír. Forma parte de un plantel que supo escaparle a la incertidumbre de los empates y las derrotas y comenzó a saborear las mieles del éxito, desde la asunción de Héctor Rivoira.

Atlético y sus hombres se acostumbraron a ganar. Roselli también. Contra Unión, a las 17, el objetivo es claro, entonces: ir por el cuarto festejo consecutivo. “Sí, estamos obligados a eso. Queremos ganar sí o sí”, acompaña la ola de sensaciones positivas Roselli mientras barrena su tabla con la típica frase extraída del manual del futbolista. “Jugamos una final. Si la ganamos vamos a tener muchas chances de pelear el ascenso. Estamos obligados”, insiste como quien no quiere soltar a la presa vencida.

Crece la fe
La explicación a tanta fe la dio Rivoira en la semana. Roselli acompaña. “Pasa por los partidos. Por ahí ganás uno, después otro y ahí empezás a entender de que se puede. Las cosas te salen mejor, jugás un poco más tranquilo porque no tenés ese peso de que venías perdiendo en esa rachita mala en la que no pegábamos una. Por suerte la pudimos cambiar y ahora estamos, la verdad, en un momento en el que quisieran estar todos, peleando un ascenso”.

Al formar parte de la cocina, “Sapo” difícilmente pueda gritar goles todas las semanas. Pero si la suerte toca su puerta, Camila, su hija, recibirá una dedicatoria especial. La de su papá, el “Sapo” Roselli.

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