De Cupidos y cuentos de misterio

De Cupidos y cuentos de misterio

Para muchos, el 14 de febrero figura en el calendario con un corazón rojo atravesado por la flecha de San Valentín. Es una fecha que no se debe olvidar: es el día ideal para reparar todos los errores cometidos durante los otros 364 días. Sin embargo, esta celebración importada desde los países anglosajones no hace más que dejar al descubierto toneladas de cinismo, que se recubrirán de platos gourmet, montañas de flores y de miles de calorías en chocolates.

Hay tantos descuidos y faltas que remontar en el Día de San Valentín que poco importarán las largas esperas en los bares repletos, con reservas que casi nunca se cumplen y con menús para “enamorados” que resultan escasos y costosos.

Si hasta habrá algún que otro osado que intentará terminar la noche de la mano, bajo las estrellas y prometiendo amor eterno, dejando de lado su posible fecha de vencimiento.

Pero no importa, mañana será el día de los enamorados y durante esas 24 mágicas horas el amor nos volverá amables, risueños y nos hará olvidar la flacura de nuestras billeteras, para que los comerciantes se froten las manos e intenten salvar el mes.

Desapegado a estos rancios festejos, hace casi dos años que el Día de San Valentín casi se las agarra conmigo y se toma su revancha. Con más de 700 minutos de retraso, Cupido me pegó ese flechazo que todavía me tiene malherido. Ya nada volvió a ser igual.

Sin regalos pomposos, ni cursilerías, mañana vamos a aguantarnos hasta las “doce” para celebrarte, llenarte de besos y brindar a tu salud. Y aunque esperé nueve meses para estrujarte, algo que sufrís a diario, no voy a aflojar en mi propósito de conquistar tu amor. Por eso, prometo “contarte cuentos de misterio, para que al temblar te abraces a mí”.

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