Con el mismo ADN neoliberal
Sergio Massa, como buen pragmático neoliberal, envía mensajes hacia todos lados. Subido en el atril de figura presidenciable, el líder del Frente Renovador le guiña un ojo al radicalismo y a su vez le habla al oído al peronismo ortodoxo que encabeza Daniel Scioli. Pero aún no define acuerdos con nadie. Y tampoco lo hará en el corto plazo. Todavía resta una eternidad para las elecciones generales del próximo año.

La sucesión será larga y la espera se hará mucho más tediosa mientras la presidenta Cristina Fernández de Kirchner siga sin dar señales de gobernabilidad. Al parecer, el plan “amansadora para todos” llegó para quedarse. En Tucumán, el panorama no es diferente. Massa nombró como sus representantes locales a los legisladores Gerónimo Vargas Aignasse, José “Mellizo” Orellana y José Teri. Distanciado del trío de parlamentarios díscolos, el experto en patear tableros políticos, Víctor “Vitín” Árias, también aparece entre los bendecidos por el “Menem chiquito” del Delta del Tigre.

Sin embargo, el diputado nacional bonaerense juega a tres puntas, como esos amantes empedernidos. Al mismo tiempo que besa a los felinos tucumanos, acaricia las expectativas del radical José Manuel Cano y le manda piropos al gobernador José Alperovich, a través del diputado y ex titular de la Unión Industrial, José Ignacio de Mendiguren. Porque aunque ahora la coyuntura nacional los tenga en veredas políticas opuestas, a “Massita” y a Alperovich los hermana algo más que el ADN neoliberal que corre por sus venas.

Cuestión de favores

El ex intendente de Tigre le debe mucho al titular el PE tucumano. No sólo por el lobby que el mandatario provincial -en ese momento era ministro de Economía de Julio Miranda- hizo en favor de Massa para que este ingresara al Anses, luego de la renuncia de Fernando de la Rúa. “Massita” le debe también a Alperovich el apoyo político y económico con que contribuyó para que llegara por primera vez a la intendencia de Tigre, en 2007.

El nexo que existe entre Massa y el gobernador tucumano se produjo gracias a las operaciones políticas que realizó el “monje negro” de la política comarcana: el ex ucedeísta Sisto Terán, quien conoce a Massa desde cuando era un adolescente. Durante el gobierno de Ramón Ortega, Terán se desempeñó como secretario de Turismo. Y el secretario privado que el legislador alperovichista tenía en Capital Federal era, nada más y nada menos, que “Massita”. He aquí el origen de esta historia de vínculos liberales.

Relaciones peligrosas

El dato de la semana fue el acercamiento que tuvieron Alperovich y el intendente Domingo Amaya.

La última vez que estuvieron juntos fue el 10 de diciembre, cuando el gabinete del mandatario se reunió para analizar la crisis policial, en plena ola de saqueos en la provincia. Ese día, los dos referentes del peronismo tucumano casi ni cruzaron palabras. El lunes, el lord mayor capitalino le pidió la refinanciación de la deuda que mantiene con el Poder Ejecutivo y el martes Alperovich le respondió con una caricia, que en el amayismo fue interpretada como una ironía. El gobernador dijo que Amaya contaba con todas las posibilidades de ser su sucesor. Sus palabras generaron revuelo e incertidumbre en el oficialismo.

En la tarde noche del lunes, el mandatario recibió a algunos legisladores oficialistas. Allí se excusó sobre sus dichos y loas al jefe municipal. Cuando le consultaron, Alperovich aseguró que no podía hablar mal en público de ninguno de los potenciales candidatos a sucederlo. Es decir, admitió que aún resta mucho tiempo para definir quién será el bendecido.

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