El día de la libertad

El día de la libertad

El fútbol argentino quedó paralizado el 1 de noviembre de 1948, 65 años atrás. Eran tiempos de conquistas sindicales. Pero los futbolistas dijeron basta. Exigían el pase libre. Que los clubes no fueran dueños eternos de sus fichas. Ya ganaban buen dinero respecto del trabajador medio. Pero, de algún modo, seguían sintiéndose esclavos. Y tenían razón. Los clubes podían prorrogar sus contratos por cinco años, con igual sueldo, prima y premio. El caso pionero fue José Soriano, el arquero peruano de "La Máquina", aquel glorioso equipo de River que aún hoy sigue en los rankings de los mejores en la historia del fútbol mundial.

Soriano, culto y combativo, quiso irse a Atlanta en 1946. River no lo dejaba partir. Un caballero, el peruano era vivado en casi todas las canchas. "¡Soriano, Soriano"!, gritaban inclusive los hinchas de los demás equipos. Un peruano lucía en River, un paraguayo hacía goles como nadie en Independiente y unos vascos exiliados tras la Guerra Civil en España eran pilares en San Lorenzo. Pero Soriano hizo algo más que jugar al fútbol.

En su casa se celebraban las reuniones iniciales de lo que terminó siendo Futbolistas Argentinos Agremiados (FAA). Soriano era capitán en River. Consejero de los más jóvenes y custodio también de viejos ídolos, como fue el caso de Bernabé Ferreira. Vio al "Mortero" de Rufino en situación algo ruinosa como empleado del club y logró que River atendiera mejor al viejo ídolo. Soriano tenía también gran respeto por el abogado Nereo Pegadizábal, asesor letrado de Futbolistas Agremiados, a quien primero allegados a los clubes quisieron sobornar y luego marcar bajo la acusación de "comunista". Llegaron a advertirle que si cruzaba el puente Avellaneda sería "boleta".

El reclamo de los jugadores se inició con un minuto de paro simbólico en los partidos del último fin de fin de semana de octubre. Exigían no sólo la libertad de contratación. Querían también la fijación de un sueldo mínimo, pero no de uno máximo, y tener representación en los lugares donde se ponían en juego sus intereses. El 1 de noviembre la AFA suspendió el torneo.

Las últimas cinco jornadas se disputaron con futbolistas juveniles. Al prolongarse el conflicto (la primera fecha del torneo de 1949 también se jugó con amateurs), los rencores y las represalias hacia los líderes huelguistas desembocaron en un éxodo de 57 destacados jugadores a Colombia, cuya liga no estaba afiliada a la FIFA y contaba con un gran poder económico. El éxodo fue uno de los capítulos más desgraciados en la lucha de los futbolistas por sus derechos sindicales. Se fueron, entre tantos otros, Alfredo Di Stéfano y Adolfo Pedernera, que lucieron en Millonarios, en el llamado "Ballet Azul". La "Saeta Rubia" fue de allí a la coronación en Real Madrid. Era un fútbol argentino rico en figuras. Que vivía su época dorada, con estadios llenos y grandes equipos, y que acaso por eso dejó partir como si nada a medio centenar de cracks.

Muchos jugadores, en rigor, sentían simpatía por el gobierno de Juan Domingo Perón. Pero no dudaron a la hora de realizar una medida de fuerza que, por su repercusión pública, ponía bajo cuestionamiento a un gobierno que se jactaba, y con razón, de defender los derechos de los trabajadores.

Los jugadores tampoco habían dudado en plantarse en 1931 ante el gobierno golpista del general José Félix Uriburu. Marcharon encolumnados hacia la Casa de Gobierno, donde fueron recibidos por Uriburu, cantaron el himno y se fueron. El país estaba entonces bajo estado de sitio, con ley marcial, provincias y universidades intervenidas, Congreso disuelto y con Hipólito Irigoyen, presidente constitucional, confinado en la isla Martín García. Las cárceles, además, estaban llenas de presos políticos y el anarquista italiano Severino Di Giovanni había sido fusilado el 1 de febrero en la penitenciaría de la calle Las Heras, hoy Barrio Norte de Buenos Aires. Aquellos eran tiempos más duros. En marzo de 1931 el capitán de Gimnasia y Esgrima La Plata, campeón dos años atrás, Héctor Arispe, había muerto insolado en pleno partido contra Sportivo Barracas. Las huelgas de futbolistas en el mundo hoy son más aisladas.

La TV nunca suele dejar que se arruine su negocio. Y, si hay huelga, como se anuncia en estos días en Francia, los jugadores parecen actuar ya no más enfrentados con los dirigentes, sino aliados con ellos. Quieren leyes especiales para que los impuestos no afecten sus salarios millonarios. Y en Argentina, por supuesto, ya no se mueren jugadores insolados en las canchas. Pero sí pueden morir por los barras. Y los clubes tampoco pueden seguir apoderándose hasta la eternidad de la ficha de un jugador. Pero eso no quiere decir que entonces los jugadores hayan pasado a ser los dueños de sus pases. En medio de representantes, fondos de inversión y testaferros, hay algunos jugadores que ni siquiera saben quién es hoy su patrón.

Comentarios