Comienza noviembre, el mes de Pascualito

Comienza noviembre, el mes de Pascualito

¿FUE EL MÁS GRANDE? Pascual Pérez, el primer campeón mundial argentino. ¿FUE EL MÁS GRANDE? Pascual Pérez, el primer campeón mundial argentino.
Noviembre es un mes muy especial para el boxeo nacional. Fue, por ejemplo, el tiempo de Pascual Pérez, nuestro primer campeón mundial. Tal vez el mejor boxeador que ha dado la Argentina. Se puede hablar, con absoluta justicia, de Carlos Monzón, del inigualable Nicolino y de Eduardo Lausse en la comparación. No son los únicos, aquí juegan los gustos tanto como los laureles conquistados. La discusión es apasionante y contribuye a valorar la riqueza del pugilismo argentino.

Pascual se coronó el 24 de noviembre de 1954 en Tokio. Allí le ganó por puntos (fallo unánime y de visitante, equivalente a neta superioridad/paliza) al japonés Yoshio Shirai para alzarse con el título de los moscas. Lo de "el" título no es figurativo: en esa época había un solo campeón por categoría, indiscutible y universal. Y Pascual fue el mejor mosca del orbe durante casi seis años.

Le dio la revancha a Shirai en el mismo escenario -el estadio Korakuen- y lo puso nocaut en cinco asaltos. Defendió la corona en otras ocho ocasiones, tres de ellas en la Argentina (en el Luna Park, en el viejo Gasómetro de San Lorenzo y en la cancha de Boca, así eran las multitudes que convocaba). No tuvo reparos en salir a pelear -y a ganar- en Caracas, en Manila, en Montevideo, en Osaka, nuevamente en Tokio... Le tocó resignar el cetro a manos del tailandés Pone Kingpetch, el 16 de abril de 1960. Fue en Bangkok, en fallo dividido.

Pascual fue un gladiador extraordinario desde el amateurismo -más de 100 peleas, medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Londres 1948-. Ganó 84 peleas como profesional (con más de 50 nocauts). El 21 de abril de 1962 se presentó en Tucumán y puso fuera de combate al paraguayo Ursino Bernal en el sexto round. Una pegada tremenda y un corazón de hierro lo convirtieron en el favorito del público. Fue admirado y muy querido.

Pero no resultó feliz la vida de Pascualito. Lo de mujeres rápidas y caballos lentos es un lugar común en la historia de los boxeadores; en su caso resultó real. Murió muy joven, a los 51 años, en la pobreza y lejos de su Mendoza natal.

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