Cartas de lectores
28 Octubre 2013

Farmacias de turno

Es una tomada de pelo para el vecino que necesite ubicar una farmacia de turno pedirle que confíe en la información presentada en las cartillas del turnero, ya que está comprobado que tanto el cumplimiento del turno por parte de las farmacias como esa información quedan a total criterio de cada farmacia , sin ningún control. El departamento de Fiscalización Farmacéutica, dependiente del Siprosa, ni siquiera verifica que las planillas estén actualizadas, ya que estas presentan farmacias que no existen, como es el caso del turno 11, donde se pueden encontrar tres farmacias que están cerradas desde hace no menos de tres años. No hablo de que actúen de oficio: ya radiqué una denuncia por tal situación, expediente N° 2129-614-V-12, el 11 de octubre de 2012; otra el 11 de enero de este año y el domingo 11 pasado consulté una farmacia de turno en el turnero de calle Corrientes esquina Virgen de la Merced (ex Rivadavia) y encontré la planilla con el turno 11, con las mismas farmacias inexistentes, denunciadas hace exactamente un año. Pregunto: ¿A nadie le interesa que una persona pueda necesitar un medicamento en forma urgente y se confíe en este servicio? ¿O da lo mismo que se muera?

Pablo Humberto Vecchi

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Bolívar 1.751

San Miguel de Tucumán 

Carta a Gelman

Estimado señor Juan Gelman, soy un ciudadano común, graduado como Licenciado de la Vida luego de haber cursado 52 años sin honores y con Postgrados por cursar. Ignorante en Filosofía, Letras y Literatura. Quiero agradecerle por su participación, del 20 al 23 de octubre, en el VI Congreso de la Lengua Española en Panamá. Desde donde, además, ante la propuesta del diario español "El País", los argentinos quedaremos como unos "boludos" en el "Atlas sonoro de las palabras más autóctonas del español"; mientras los uruguayos se identifican como "celestes"; los chilenos, con "patiperros"; y los bolivarianos venezolanos con "bochinche". Usted con toda su sapiencia y agudeza ha elegido la palabra "boludo". Es liberador y revolucionario saber que tal palabra, que padres y maestros nos prohibieron pronunciarla hasta la auto-castración -y la transmití a mi hija con igual sentido-, a partir de su lúcida percepción ahora nos identifique. Aunque el juvenil lenguaje del chat lo haya mutilado hasta su apócope "bolú". Me sorprende que no hubiese elegido el "che" de nuestro común "checheo", que normalmente precede al adjetivo para llamar la atención de quien queremos ser oídos, por ejemplo "Che, boludo". Habría honrado a aquel médico argentino que sacrificó su juramento hipocrático en pos de sus revolucionarios ideales comunistas y que seguramente usted aún comparte. El "Che" Guevara. Tal vez lo descartó por su incierto origen, ya que "che" en guaraní (tchê) significa "tú" o "mí"; como dicen los usuarios de esa lengua "che, señor". O del araucano (mapuche, hulliche, tehuelche, etcétera), que significa "gente"; o de la interjección quechua que sirve para llamar la atención como "¡Oye!" No hablo de "huevón" cuyano, del "chango" norteño o de cualquier término del lunfardo que Discépolo o Gardel pudieron haber inmortalizado, pero que pareciera circunscribirse al patrimonio porteño. Tampoco del "fierro"; que mi Martín con palabras de José Hernández, supo reafirmar valores y consejos que releo como quien busca respuestas en La Torá, El Corán o La Biblia. Quizás es demasiado "gauchesco" para su formación citadina e internacional. "¡Trucho!" tal vez podría haber sido la palabra referente, que empleamos para identificar lo "falso, apócrifo, farsante". Pero bueno. Será una realidad consagrada el chiste del argentino que preguntando en España a un lugareño sobre cómo los llaman a los "boludos", éste le contesta: "no los llamamos, vienen solos por Aerolíneas Argentinas". Entonces puedo decir, sin que me malinterpreten: ¿Quién fue el "boludo" que lo designó para representarnos?... o "boluda", para ser más "pluralisto" y menos "machisto"? Agradecido desde ya por su amable atención, lo saluda muy cordialmente "un pobre bolú"..

Gustavo Loto

Calle 13 N°4.708

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Berisso-Buenos Aires 

Persecución a estudiantes

En relación a la carta de la docente Virginia Abdala (24/10) sobre "Persecución a estudiantes", lamento los conceptos vertidos desconociendo los pormenores del hecho, sobre un legítimo procedimiento realizado por la Policía en la plaza San Martín, cuando estudiantes universitarios estaban consumiendo bebidas alcohólicas en un paseo público al que concurre la familia. Fueron advertidos por dos empleadas de la fuerza de que debían retirarse del lugar y, molestos, fueron a buscar compañeros y regresaron con varios estudiantes y agredieron a estas servidoras que habían actuado con criterio preventivo sobre la infracción, que dice "consumir bebidas alcohólicas en la vía pública". Pregunto a esta docente, que habla de una memoria que fue historia: con su criterio, ¿en un estado democrático debemos comprender y aceptar que con violencia y resentimiento hacia las fuerzas de seguridad actúen como vándalos, faltándole el respeto a la sociedad con manifestaciones y pintadas en la dependencia policial? Por favor, señora, no equivoque a la gente y haga una encuesta con los vecinos de la zona y le dirán la verdad. No castigue a la Policía, porque está insertada en la democracia; cuidémosla, porque si no, será la ley del más fuerte y destruiremos el presente.

Comisario inspector (r) Luis Adolfo Andrada

Pasaje O'Higgins 1.278

San Miguel de Tucumánn

Todo mal

Las tragedias suelen golpear y hacer que afloren cuestionamientos ante lo que parece inexplicable. Las organizaciones también pueden permitirse cuestionar, debatir y aprender de hechos dramáticos. Podemos preguntarnos sólo ¿qué pasó? ¿Por qué un funcionario judicial estaba mezclado en tareas operativas propias de la policía? ¿Por qué el oficial a cargo del operativo optó por negociar con el destinatario de la medida en lugar de aplicar el factor sorpresa? ¿Por qué decidieron entrar a la casa? ¿Por qué estaban sin suficiente protección? ¿Por qué se dejó intervenir activamente a una abogada?, etcétera. Con seguridad encontraremos diferentes explicaciones. También podemos hacer un análisis macro, que nos lleva a inquirir por las responsabilidades de conducción política. Profesionalizar la policía implica poner en marcha un largo proceso para incrementar la calidad de sus intervenciones y alcanzar niveles apreciables de estandarización y sometimiento a reglas de actuación. Una policía profesional debe contar con una unidad especializada para llevar a cabo allanamientos (el grupo CERO no lo es), bajo una dirección que planifique la estrategia, coordine logística, servicios de apoyo y recursos humanos bajo estrictas normas operativas (protocolo). El oficial a cargo debe analizar la situación para decidir cursos de acción ante contextos de crisis, minimizando los riesgos para el personal. Diez años son suficientes para entender que la improvisación se cobra vidas a diario, y que un ministro de Seguridad debe ser capaz de conducir y gestionar la policía. En el Ministerio Público Fiscal pasa lo mismo: nadie se preocupó por establecer reglas de procedimiento y verificar que se cumplan (principio básico de la gestión institucional). Las tradicionales funciones que tiene asignadas su máxima autoridad son sólo burocráticas y hoy apenas se advierte la necesidad de un viraje drástico. La reforma procesal penal que la Corte intentó poner en marcha exige la reconfiguración de esta organización bajo un liderazgo capaz de afrontar las nuevas complejidades del delito. El jefe de los fiscales se perfila hoy como un funcionario proactivo, que no rehuye sus responsabilidades, se pone al mando pero trabaja en equipo, define las políticas de persecución penal, desarrolla las capacidades de la institución, integra experiencias y rinde cuentas a los ciudadanos de su trabajo y de cómo gasta nuestro dinero. La incuria, la desidia, la comodidad y la falta de capacidad son las verdaderas armas asesinas. Sería conveniente que ambos funcionarios aceptaran ser reemplazados. También, que quienes se proponen ser sucesores acrediten anticipadamente su capacidad.

Carlos Díaz Lannes

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Multas por dejar correr agua

He leído con agrado en el diario del miércoles 23 que la Municipalidad de Yerba Buena multará a los vecinos que dejen correr agua por las calles como por ejemplo la que provenga del desagote de las piletas, medida que me parece muy loable. Pero me surgió una pregunta: ¿a quién multará dicha Municipalidad por el agua limpia y fresca que corre por calle Santo Domingo en buena parte de su extensión? Vivo allí desde hace tres años y ni un solo día dejó de correr agua en abundancia por allí. Demás está decir que hice reclamos en la SAT y en Atención al Vecino de la Municipalidad, con resultados nulos.

María Carolina Nieto Peñalver

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Erradicar ambulantes

El diccionario es muy claro: "Ambulante: se traslada de un lado a otro sin establecerse en un punto fijo". Es por ello que el intendente Domingo Amaya debe hacer cumplir a rajatabla tal normativa. Es vergonzoso observar la invasión céntrica de estos personajes, avasallando al ciudadano. Los ambulantes se apoderaron de la ciudad. Tienen que erradicarlos.

Amelia Sansone

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pedido sin respuestas

Soy albañil, tengo 64 años y ya no puedo trabajar por problemas de columna y la pérdida de la visión de mi ojo derecho. Nunca tuve suerte para tener un trabajo a sueldo fijo ni para tener mi jubilación. Ya no sé qué hacer para recibir una ayuda, una pensión para dejar de trabajar, ya que me cuesta demasiado con mis incapacidades. He golpeado muchas puertas pero aún no tengo respuesta. Tengo la columna desviada, escoliosis, artrosis, acuñamientos vertebrales dorsales y lumbares, osteoporosis. Varias veces fui al hospital a pedir turno con el médico laboral. Hace dos años en la oficina laboral del Hospital Padilla me dieron un turno para agosto de 2013; fui ese día y me dijeron que se había suspendido; nuevamente me dieron un turno para noviembre de este año. Yo veo que hay tantas personas que tienen todo tipo de pensiones, pudiendo trabajar, y yo que soy una persona incapacitada tengo que seguir trabajando arriba de techos para poder tener algo de dinero.

Francisco Roberto González

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