Las denuncias contra Sirnio fueron archivadas

Las denuncias contra Sirnio fueron archivadas

Había tenido causas por amenazas de muerte

27 Octubre 2013
Hugo Daniel Sirnio Romanazzi vivía solo en la casa de Crisóstomo Alvarez 2.487. Sus vecinos no quieren hablar de él, pero por lo bajo reconocen que era una persona violenta. Tenía armas de fuego y dos perros rotwaillers. "Presenció el crimen de su padre y desde ese momento se volvió medio loco", contó ayer uno de los habitantes de Floresta, el barrio en el que ocurrió el trágico allanamiento que terminó con el crimen del comisario Víctor Barraza y del prosecretario judicial Manuel Uro.

Era ingeniero, y se recibió en la Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino. Ingresó a trabajar en la Dirección Provincial de Vialidad, de donde era empleado hasta su muerte. Sin embargo, desde hace un tiempo que no se presentaba a trabajar, según confiaron algunos compañeros que se comunicaron con LA GACETA.

Fanático de las armas, Sirnio Romanazzi tenía una decena de pistolas y revólveres en su domicilio (al menos cuatro estaban registradas en el Registro Nacional de Armas, dijeron fuentes tribunalicias).

Las denuncias
El hombre había sido denunciado en agosto por abuso sexual con acceso carnal, causa por la que se había ordenado el allanamiento del viernes. Sin embargo, no era la primera vez que su nombre figuraba en un expediente judicial.

"Tuvo al menos siete y ocho denuncias por amenazas de muerte. La particularidad es que todas fueron archivadas en poco tiempo", afirmó una fuente de los tribunales penales. La denuncia por abuso sexual tuvo otra característica: a los tres días de que SNO lo denunciara por abuso sexual, el hombre se presentó voluntariamente en la Fiscalía de Instrucción de la VI° Nominación para dar una declaración "a su sólo fin". A pesar de no haber estado formalmente imputado (y por lo tanto no haberle llegado ninguna notificación de que existía la denuncia en su contra) Sirnio Romanazzi ya tenía conocimiento de que SNO había iniciado una causa.

Los vecinos afirmaron que el homicida tenía una hija que vivía con la madre, y que los hermanos prácticamente no lo visitaban. El viernes a la noche, cuando los peritos trabajaban en el lugar, un hombre se presentó ante el fiscal Carlos Albaca y le dijo que era el hermano de Sirnio Romanazzi, y que trabajaba en el Poder Judicial. "Igual tiene que esperar detrás de la cinta", le respondió el fiscal, según contó el jefe de Policía, Jorge Racedo.

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