Boliche, juegos on line y acrobacias en las plazas históricas

Boliche, juegos on line y acrobacias en las plazas históricas

Los espacios verdes son cada vez menos verdes, pero eso se debe a las nuevas necesidades. Hoy la gente no busca en las plazas sentarse a contemplar la vegetación; quiere encontrar en estos lugares actividades atractivas y poner su cuerpo en forma.

PLAZA URQUIZA.

La plaza en la que se puede hacer de todo.  LA GACETA / FOTOS DE ANTONIO FERRONI - INéS QUINTEROS ORIO PLAZA URQUIZA. La plaza en la que se puede hacer de todo. LA GACETA / FOTOS DE ANTONIO FERRONI - INéS QUINTEROS ORIO
06 Octubre 2013

Parece que se pusieran todos de acuerdo. Así como los patios de los colegios se llenan en un minuto después de que suena el timbre, cuando el sol comienza a esconderse en el cerro, las plazas amanecen y sus pequeñas calles comienzan a llenarse de gente. Corren, caminan, hacen abdominales, andan en rollers y en skate, cuelgan telas de los árboles para hacer acrobacia aérea... Todas las actividades valen al momento de apropiarse de esos "patios" de la ciudad, y el trajín de los paseos públicos se extiende casi hasta la medianoche. 

Las plazas han dejado de ser ese espacio de encuentro, destinado a matar el tiempo el aire libre y se han convertido en complejos abiertos dispuestos a ser usados de las maneras más conocidas pero también de las más impensadas. Al mismo tiempo, vemos que en la renovación de estos paseos perdemos parcelas verdes que se reemplazan por cemento. Suena a paradoja: cuando las ciudades más necesitan de espacios verdes, las plazas se vuelven cada vez más grises. Pero es sólo una paradoja aparente. 

En una entrevista con LA GACETA, el ingeniero agrónomo Carlos Thays (bisnieto de Charles, el afamado paisajista francés que diseñó el parque 9 de Julio), no ve tal contradicción, sino que explica cómo las plazas se adaptaron al uso de los ciudadanos. "En el siglo pasado, o hace 50 años, cuando se hacían los parques y plazas se hacían con un criterio higienista y paisajista romántico. Era una forma de sanear las condiciones de vida, de contrarrestar los efectos negativos de vivir y trabajar en las ciudades, condiciones que llevaban a perder contacto con la naturaleza. Los espacios verdes, entonces, eran pensados como una forma de recuperar ese contacto con la naturaleza, pero a través de una escenografia estética. En esos tiempos, las plazas y parques se usaban para pasear, para el encuentro", explica el especialista. 

Pero con el pasar del tiempo, del pensamiento, de los valores y de las necesidades, abandonamos esa actitud meramente contemplativa. Ahora esperamos que los espacios verdes sean funcionales, cómodos, que nos permitan expresarnos y hacer lo que en el fondo de la casa no podríamos. Y eso, en el hipotético caso de que tengamos fondo... 

"Con el transcurrir de los años las ciudades se volvieron más densas y, al mismo tiempo, cambiaron ciertos hábitos. Comenzaron a tener más importancia el tiempo libre y la cultura del físico, pero no como una aspiración únicamente estética, sino el ejercicio físico como fuente de salud del cuerpo y de la mente. Los espacios verdes, entonces, se convirtieron en los espacios ideales para cubrir estas necesidades", continúa Thays desde su estudio en Buenos Aires. Él es parte de la cuarta generación de paisajistas en su renombrada familia. 

Los nuevos usos y la mayor densidad de las ciudades, trajeron también un uso más intensivo de las plazas y parques. Las grandes extensiones de césped, entonces, se volvieron poco adecuadas para soportar esa carga. "Antes se reunía menor cantidad de gente, que pasaba menos tiempo que ahora en las plazas. El cambio trajo la necesidad de preparar los espacios para un uso mucho más intensivo, por lo que las superficies verdes comenzaron a perder terreno en favor de las superficies secas. Esto no significa que la solución sea llenar de cemento, todo debe responder a un programa y a un diseño", advierte el ingeniero. 

Un paseo por las principales plazas de Tucumán comprueban el análisis de Thays. ¿Vamos a dar una vuelta?

PLAZA BELGRANO

Llegan atraídos por el wifi y las caminerías
Cada vez que tiene un rato libre, Luis Pereyra se sube a su moto y recorre la distancia que separa su casa en el barrio 11 de Marzo hasta la remozada plaza Belgrano. El objetivo: "robar" internet, ya que es una de las plazas tucumanas que cuenta con el servicio de Wi-Fi gratuito. Mientras sus amigas Brenda y Daniela queman unas cuantas calorías corriendo, él juega al truco online. Unos cuantos metros más lejos, unas bandas elásticas se estiran y se contraen atadas de un árbol. Los que transpiran son Gonzalo Paz y Pilar Noguera. Y quien los rigorea es Tomás Ríos, el personal trainer que los está ejercitando en un nuevo tipo de entrenamiento funcional. Las bandas elásticas se amarran a los árboles y con movimientos muy específicos y estrictos se ejercitan distintos grupos musculares. También hay un grupo de barmans que aprovechan el césped para practicar flair, un tipo de coctelería acrobática, entre ellos Mirna Menghi. Los chicos y los rolleros también la pasan bien en la plaza Belgrano.

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PLAZA SAN MARTÍN

La plaza de la bohemia... y del fútbol
En pocas plazas de la capital tucumana todavía se puede jugar un "picadito" de fútbol, y una de ella es la San Martín. Testigos de ello son José Pombo, Nicolás Torres y Federico Sisti, quienes de vez en cuando van a hacer tiempo a la plaza y comparten un pequeño partido. Francisco Sirena e Iván Fernández, por su parte, la eligen para practicar slackline, una disciplina de equilibrio que simula una cuerda floja. La San Martín es una de las plazas que más espacios verdes conserva, al tiempo que ofrece menos servicios y comodidades. Pero eso no impide que todas las noches parezca una maratón. Además, todos los días, desde la siesta hasta la tarde, se pueden ver chicas y chicos tocando la guitarra y practicando acrobacias en tela.

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PLAZA URQUIZA

La plaza en la que se puede hacer de todo
Menos jugar al fútbol, en la plaza Urquiza se puede hacer de todo: desde las actividades más conocidas hasta algunas que no dejan de sorprender. Además de los skaters, los primeros colonizadores de la plaza de Barrio Norte, los más chicos encontraron un nuevo atractivo: las "pinturitas". Son pequeños atriles donde los chicos pueden pintar figuras impresas y pasar un lindo rato. Claro que la Calesita sigue girando como siempre. En la Urquiza se patina, se baila tango y break dance, se canta hip hop, se corre y se camina en iguales proporciones. Y lo último: domingo de por medio, se convierte en un boliche a cielo abierto que atrae como imán a los paseadores nuevos y habituales. El club de DJs Mynth, con el DJ Yorsh García a la cabeza, monta paralantes y cabinas para hacer explotar la música electrónica desde la tarde hasta la noche dominguera. También se levantan paneles donde se proyectan estridentes visuales para sumerjirse en una experiencia completa. Buena noticia: hoy toca boliche en la UQZ.

PLAZA INDEPENDENCIA

El amor y los skaters principiantes
Es la plaza principal, el corazón de la ciudad y, sin embargo, no está entre las más utilizadas. Además de ver todas las protestas y a los turistas con cámaras colgadas al cuello, la Independencia se parece más a las plazas "de paseo" de otros tiempos que a los lugares de esparcimiento actuales. Junto con la plaza Alberdi, es una de las más propicias para el amor, tal vez porque todavía conserva un juego de luces y sombras en su interior. Sin embargo, hace algún tiempo se ha convertido en un nuevo punto de encuentro de los skaters. "Acá vienen los chicos que recién están arrancando en el skate. Los de la Urquiza dicen que en la 'Inde' se va a caretear y en la Urquiza a tomarse el deporte más en serio. Pero hay de todo", resume Nicolás Billone. Para el joven skater, es el lugar ideal para comenzar a practicar porque hay más espacio.

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