El hombre y el perro con piloto

El hombre y el perro con piloto

Eran las once de la noche y un manto de llovizna cubría Tucumán. Un hombre hurgaba la basura en los contenedores de la esquina de Maipú y Mendoza; llevaba un piloto fabricado con bolsas de consorcio. Lo acompañaba "Bulebús", el resultado de la cruza de un Bull terrier con un cachi y tenía un parche negro en el ojo. Bulebús también llevaba un piloto, no vaya ser cosa que se enfermara por caminar desde La Banda bajo la lluvia.

De no haber sido por el pichicho, no me habría acercado. El hombre me dijo que era "pordiosero" y que buscaba comida para él y sus 15 perros en los contenedores de basura. Me enseñó los cucuruchos de la heladería que estaba seleccionando para ellos. Bulebús era su sombra, no se alejaba más de dos metros de él. De vez en cuando el hombre le daba alguna cosa para que oliera, supongo que para comprobar el buen estado.

Me separé de ellos con una idea clavada como un aguijón. Había olvidado preguntarle el nombre al señor. Y eso era, justamente, porque el hombre habría sido invisible para mí de no haber sido por el piloto que compartía con su perro. Un piloto que los hermanaba en un destino común.

La indiferencia es la pandemia de nuestra sociedad. Así funciona el capitalismo. Para nosotros la basura es algo que desaparece cuando traspasa las puertas de nuestra casa. Y así funciona, precisamente, porque hay personas como el hombre sin nombre y su perro que salen a recorrer la ciudad con sus pilotos bajo la lluvia.

Temas Tucumán
Tamaño texto
Comentarios
Comentarios