Un taller de pintura de la escuela cusqueña en pleno corazón de Villa Alem

Un taller de pintura de la escuela cusqueña en pleno corazón de Villa Alem

Los hermanos Choque Galdós llegaron de Perú hace 10 años. Trabajan en equipo y siguen una antigua tradición colonial de los siglos XVII y XVIII

LOS ARTISTAS. Gabino y Marcelino Choque Galdós trabajan a la manera tradicional, en caballete y sobre lienzo, cada una de sus obras. LA GACETA / FOTOS DE FRANCO VERA  LOS ARTISTAS. Gabino y Marcelino Choque Galdós trabajan a la manera tradicional, en caballete y sobre lienzo, cada una de sus obras. LA GACETA / FOTOS DE FRANCO VERA
02 Mayo 2013

Nadie lo hubiera imaginado. Lejos de su tierra, en el modesto corazón de Villa Alem, se esconde un taller de la más pura escuela cusqueña. No es imitación. Es genuina pintura del arte religioso y tradicional del Perú, la misma que se encuentra en la famosa Cuesta de San Blas, el barrio de los artistas, que los turistas recorren de punta a punta cuando visitan el Cusco.

Cualquier persona puede ir y husmear cómo van despertando los arcángeles arcabuceros con sus finos trajes de nobles europeos, con sus mangas abullonadas y sus camisas con trabajadas puntillas. LA GACETA los visitó en su pequeño atelier. En uno de los caballetes descansaba un Ángel de la Guarda a medio terminar, y en otro, la Virgen y el Niño.

Los peruanos Gabino, Marcelino y Mario Choque Galdós trabajan en equipo, como les enseñaron en el taller de su tío, allá, en el Perú. Gabino dibuja las figuras y se especializa en dar vida a todo lo que es piel: esos rostros con mejillas rosadas y aterciopeladas, miradas lánguidas y tristes, sutiles sonrisas, manos con dedos largos y finos.

Es un estilo impuesto por jesuitas españoles en América en la época de la Colonia, en el Cusco, entre los siglos XVII y XVIII. "Al principio, los españoles eran los únicos que pintaban rostros, pero después, cuando los indígenas y mestizos se independizaron, eran ellos quienes los hacían y manifestaban lo que sentían", cuenta Gabino, quien desde niño tuvo ese don. "Tus rostros son angelicales, como los de los niños", solían alentarlo de chico.

Marcelino se encarga de los rayos dorados de las vírgenes y sus vestidos. "Trabajamos con purpurina, aunque antiguamente se hacía en oro, resultaba muy costoso", explica este cusqueño que fue el primero en llegar a Tucumán hace 10 años. El amor de una tucumana, con quien formó familia, fue el responsable de atraer a los Choque Galdós a estos lares. Mario es el experto en pintar los complicados brocattos llenos de pliegues, y las puntillas. Allá, en el Cusco, quedaron otros dos hermanos, porque, en total, son cinco, y todos dedicados al arte.

Dentro de la escuela cusqueña hay varias corrientes. La que siguen los Choque Galdós es la iniciada por el pintor indio de familia noble Diego Quispe Ttito (ellos lo escriben y pronuncian así, con doble "t"). El padre de los Choque Galdós era oriundo de San Pablo, muy cercano a San Sebastián (ambos pueblos son del Cusco).

Si bien los originales de las pinturas están en grandes museos del mundo, ellos le imprimen su sello propio. Por ejemplo, las figuras siempre tienen en algún lugar un aguayo, género de la zona andina. "Nunca hacemos réplicas ni copias de los originales", aclaran. "Los rostros tampoco son exactamente iguales; en la expresión hay algo del estado anímico del pintor", agrega Gabino.

La última colección
La obra de los pintores cusqueños se expone durante todo este mes de mayo en el restaurante La Criolla, en Laprida 181, de 10 a 15 y de 19 a 1. Esta colección incluye antiguas advocaciones propias del Perú, como la Virgen Hilandera o la de Pomata, Santa Rosa de Lima y otras, como la Virgen del Perpetuo Socorro y la de Guadalupe, además de los arcángeles arcabuceros. Son los mismos cuadros que se pueden conseguir en aquella callecita cusqueña, la Cuesta de San Blas. Porque aunque estén en Tucumán, los Choque Galdós llevan con orgullo la memoria de su pasado a todos los rincones del mundo.

PASO A PASO

1
Inspiración en cuadros famosos

Gabino Choque Galdós se inspira en las célebres pinturas de Diego Quispe Ttito (de 1680), dándoles una impronta propia y original.Se tensa el lienzo en bastidor y se le coloca una capa de material (imprimación) y se lija. Así se deja listo el lienzo para pintar. Se realizan los bosquejos en lápiz y luego se pinta.

2
Se pinta con óleos

Marcelino Choque Galdós pinta el cuadro de una Madona (Virgen María). Después de haber realizado el fondo (los paisajes), él pinta con precisión los vestidos, la corona y/o los rayos con purpurina, todo lo que lleve dorado. "Antiguamente se aplicaba la hoja de oro o pan de oro. Es una característica muy marcada de la escuela cusqueña. Ahora lo hacemos con purpurina y utilizamos los óleos comunes, pero con un tratamiento especial para darle aspecto de pintura antigua", afirma el artista.

3
Envejecimiento

Todos los cuadros que realizan los hermanos Choque Galdós tienen cierto aire antiguo. Este efecto se logra gracias a una técnica de envejecimiento, que permite rebajar los colores, quitarles su estridencia. Este último toque se da al final, cuando está bien seco, para no arruinar la obra.

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