El mal estado de las ruinas jesuíticas de Lules

El mal estado de las ruinas jesuíticas de Lules

12 Abril 2013
Muchos pueblos cuidan el legado que recibieron del pasado porque tiene que ver con su historia, con su identidad. Han encontrado también la manera de explotarlo turísticamente porque no sólo es un modo de hacerse conocer, sino también de que se convierta en una fuente de ingresos económicos permanentes. Tucumán suele ubicarse en el otro extremo. Por ejemplo, las Ruinas de San José de Lules, a 18 kilómetros de nuestra capital sobre la ruta N° 301, declaradas Monumento Histórico Nacional, no tienen la dicha de recibir el cuidado ni la promoción que se merecen.

Hace pocos días, en dos extensas notas, comentamos el mal estado en que se halla el histórico solar. Los visitantes no pueden usar el baño porque carece de agua; a la bomba intentaron robarla y se rompió. "Es necesario que lo solucionen de manera urgente. También hace falta que se pinte la iglesia y que se arreglen los problemas de humedad. Por ejemplo, hay una canaleta rota y cada vez que llueve fuerte el agua se filtra. A la última obra grande se la hizo en 2001. Pintaron el templo y se apuntalaron las paredes del convento", dijo la encargada.

Agregó que el vidrio de la puerta del baño de mujeres está roto y esta no cierra bien. "También hace falta más difusión turística. El sábado pasado no vino nadie. El domingo apenas cinco señoras. La cantidad de visitantes depende de la voluntad de los coordinadores de las agencias de turismo, porque nadie viene por cuenta propia", dijo. La Municipalidad de Lules, que mantiene el predio y paga la luz, se está ocupando actualmente de la reparación de la bomba. El delegado en Tucumán de la Comisión Nacional de Museos, Monumentos y Lugares Históricos, dijo que la condición de monumento histórico nacional es un reconocimiento al valor cultural de las Ruinas, pero no implica recursos para su mantenimiento. Añadió que es posible gestionar recursos públicos para reparaciones, pero se trata de un trámite complejo; mientras que el presidente del Ente Tucumán Turismo dijo que su cartera no se ocupa del mantenimiento, pero que sí de la tarea de promoción.

Las paredes del solar guardan más de 400 años de historia. Los jesuitas llegaron desde Brasil en el siglo XVII para evangelizar a los indígenas y fundar escuelas. Establecieron una misión en el Colegio de San José. Allí había una herrería, un aserradero, carpintería y curtiembre; en esa zona se realizaron los primeros cultivos importantes de caña de azúcar. En 1767 fue expulsada la Compañía de Jesús de América. Pocos años después, los dominicos solicitaron los dominios de los jesuitas y se establecieron allí. Todavía perduran parte de las antiguas paredes, un tabernáculo, una cruz de hierro forjado, un viejo trapiche y elementos arqueológicos encontrados en la zona a lo largo de los años. En conjunto, las ruinas atesoran historia, relatos orales, leyendas y anhelos de las poblaciones que habitaron la provincia. Bien podrían formar parte de un gran circuito turístico en el camino a los Valles, o en el corredor que rodea a la capital, pero están inexplicablemente abandonadas.

Más allá de los subsidios eventuales de la Nación, parece inexplicable que la Provincia no brinde la atención que se merece este valioso solar, que no haya un presupuesto digno para cuidar esta joya histórica, que si estuviese en otras manos, seguramente no sólo se encontraría en condiciones, sino que también tendría servicios y atractivos para los visitantes.

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